lunes, 3 de agosto de 2020

REMOCIÓN de José Rivero Vivas

REMOCIÓN

Mito

José Rivero Vivas

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Del libro inédito

TEXTOS DIVERSOS

Distintas Fechas

Obra: E.21 (a.109)

José Rivero Vivas




REMOCIÓN

Mito

__José Rivero Vivas___

1

Desamparado corría el chico por el sendero, cuando de la fronda salió el animal salvaje y se lo zampó.

-¡Es falso lo de Fefo! –grita Carlos, coreado por los demás.

Pero él, único superviviente del terrible desastre, ocurrido aquende la frontera, supo que el cuento, falto de aderezo, no lograría conmover al estirado funcionario de turno, sino que le advirtió de cuidar las formas para no ser pillado en grave delito, ante el alto mando, al que aspiraba desde muchacho. Así, pues, ajeno a contemplaciones, rechazó su solicitud de asilo y fue ingresado en el calabozo antes de medianoche.

El maestro indica a Josefo, y la maestra demanda:

-La Parábola del Hijo Pródigo.

-Mis padres carecen de bienes, por cuanto no podrán dividir una propiedad ilusoria, para donar parte de lo que no es suyo.

Puede que sea augurio de cambio meteorológico, como puede asimismo tratarse del mayor inconveniente habido desde que tuvo lugar aquella operación para dejar a Josefo ausente de vaguería mental; de modo que el enfermo del ala doce, metido en el fondo del pasillo, según se toma a la derecha de la entrada principal, hubo de quedar pasmado ante la orden de reclusión instantánea. Pronto amanece, y las claras del día habrán de interrumpir este estadio abusivo de precariedad.

-¡Josefo! –barbota indignado el patrón –.Aplícate, y deja de urdir encono con el personal.

Sus planes de oligarca le confieren potestad para coger cuanto desea, sin apreciar su origen, pendiente su atención de los privilegios adquiridos merced a riqueza, opción fomentada desde altas instancias, guarnecida por compactos parapetos. Todo Estado que así fije su meta, es un fracaso; los otros, que esta gestión apoyan, sucumben también a su propósito.

-¿Cómo fue su paso por las Fuerzas Armadas?

-Enérgico.

-¿Pensó quedarse?

-Me faltó aire marcial.

Logra al fin evadirse de esta misión, que lo ata al miserable abandono en que ha caído, sin propuesta ninguna de magnífico decoro, que pudiera facilitarle escape de estos pagos, cercados por la cruda adversidad. Desconoce la causa de esta apatía en que ha desembocado todo anhelo, por el simple hecho de haber visto las nubes surcar el firmamento, olvidadas del ser humano, cuya codicia lo ha llevado al deterioro de este pequeño planeta, donde la vida pudo transcurrir en paz.

-Imposible –argumenta Josefo.

Piensa mostrarse firme con cualquiera esquivo y arrogante, quien será de inmediato relegado de su cargo, pese a ser provisional. Su acta pasará al siguiente colaborador, quien no actuará de líder, sino en cuanto consejero del primer oficial, a quien le notificará el momento de hacer su examen de conciencia; luego, dará un paso atrás.

Mientras, alejado y solitario, ensimismado en sí, Josefo permanece sentado encima de una peña, oteando el horizonte, difuso en la distancia.

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Cuando se pone a observar la decadencia de esta errónea forma de proceder, juntos todos para fastidio del desheredado, cree posible la rebelión de unos pocos contra el atropello general, orquestado desde el ángulo correspondiente de un haber recóndito, donde aparecen insertos unos caracteres, previos al trámite imperante, donde apenas se descifran leyes y reproducciones de nula estima, cual cambio de luz durante la mañana.

De incógnito se aproximó aquel distinguido señor, de extraña semblanza con su antiguo patrón, y, circunspecto, habló:

-¿Sus amigos no le ayudan?

-¿Quiénes son?

-Los de su pensamiento.

-Desconozco a mis afines, si alguno existe.

Tendrá que apretar los dientes para evitar enfadarse y frustrar la ocasión de guardar en secreto cuántos cuadernos guarda en la alacena. Luego habrá de tornar a la óptima mención, a fin de conservar las cosas dentro del marco idóneo para subrayar su fundamento. Lo malo estriba en escribir con punto roto, cauta medida para que nadie entienda el tema, puesto en el papel como alternativa a la denuncia de instrumentos de poca estima.

No más simulacro acerca de las cosas que se sienten en la noche alargada, con tanto cansancio que no lo deja dormir, como concierta la salud; no obstante, el día romperá tras impacto natural y no habrá forma de revivir su magnífica odisea. Trata de conseguir una mejora de vida, intención vocacional intempestiva, al margen de la suerte prodigada a cada nación, cuya soberanía viene dada por la decisión acertada sobre el tema recurrente a punto de expirar.

Ahora, con el crepúsculo vespertino en avanzada enseña, dan ganas de cerner harina y hacer bollos de manteca, para alimento de algún desmemoriado, que habrá de salir al camino sin prever el mutismo exacerbado de unos que no desean compartir la excelente nueva, prestos a recabar total desenfado, porque se sienten molestos ante la demanda interpuesta entre un vago affaire y el posible descalabro de algún zascandil enamorado.

Ella, la bella mujer, lo mira tiernamente, y sentencia:

-Podrías valer, porque eres guapo y atraes; pero, tu planta no es para exhibir de señuelo.

-Igual me empino sobre finos tacones.

-Incidiría tu nimiedad.

-No está de más presuponer el riesgo.

-Todo es crucial en prenda de alta gama.

Aquí no habrá precepto comparable con cuanto se ha dicho en la margen izquierda del borrador. Debe de ser tenido en cuenta en el punto del sol naciente hasta la cerrada curva que oculta el valle de atrás, donde pace el ganado, bajo vigilancia de adiestrados mastines, medio de disuadir a quien intente violentar la línea de seguridad establecida en el páramo; aunque no se trata de alcanzar plena soberanía en el recodo más amplio del sendero. Así, cuando alguien muestre su desfavorable cariz, los agentes de la ley lo invitan a explicar libremente su tesis sobre el carnaval, de modo que desde fuera se vea su actuación respecto de las hazañas del Ejecutivo, que tiene al pueblo amordazado, corto de respiración en su programa de interlineado precoz.


3

La cena fue poco provechosa, toda vez que el alba despuntaba, y Josefo, niño todavía, tenía que prepararse para ir a la escuela.

-¡Fefo no la sabe! ¡Fefo no la sabe! –. Pedro, instigado por Carlos, trataba de amilanarlo por no contestar la pregunta del maestro.

Otros más corearon la venganza, aunque no fue Josefo amonestado tras el fallo. Consciente de su aplicación, el maestro pasó por alto su nula respuesta y no volvió a requerirlo en toda la mañana.

Incordia la situación, Josefo parte a escondidas para sentirse indemne en un entorno hostil. Su dolor, empero, le dicta integridad, aun cuando el ambiente no se muestre favorable a su extrañeza. No se trata de integrar partida a la usanza convencional, puesto que nadie pretende hacer carrera que lo aúpe al bienestar pregonado por la trama oficial que el orbe inventa. Si el siguiente capítulo narrado carece de suficiente esperanza, tan pronto cumpla años intentará embarcar en un ballenero, bien de grumete, bien de polizón. Para ello no precisa asesor, como al tiempo lo vio plasmado en aquella novela de autor no incluido en el gremio de su quehacer.

Son puntos de singular elaboración, una vez hallado el medio de participación en la aventura que lo llevó allende las fronteras de su pertinaz sequía mundana. Encontró entonces gente experta en materia social, de lo cual se formó sucinta versión, cuando estuvo peregrinando por países del viejo continente, tan avanzados ellos, lo que le permitió vivir en época imprecisa y de continua reflexión.

Su prima Paca, siempre atrayente, por quien aún suspira, interesada en su hégira europea, curiosa pregunta:

-¿Aquel estipendio sugerido en Alemania?

-Se fue al traste.

-¿Por qué motivo?

-Carencia de aval académico.

Nadie quiere oír cuanto guarda en su arcano, pese a que su palabra, de hondo significado, emociona en este principio de etapa, pronto a empezar, con una barca cargada de desecho nuclear, para llevar a la mansión de esos científicos que continúan pregonando lo inofensivo de estos bártulos, que tanto cuidado precisa su manejo. Pero, nadie firmará, con nombre y apellidos, el comprometido escrito, haciendo valer su anonimato más allá del sueño que frustra su descanso, porque nada importa tanto como triunfar y salir de la miseria.

Quisiera irrumpir nuevamente en la marcha de quienes se propusieron andar de rodillas, y no fueron lejos ni llegaron al final de la noche, en busca de aquel hombre aturdido, por meterse a comprobar si los hogares vivían felices, o era gazapo de la estadística en su composición de leyenda urbana, hoy fake news, conforme alardean los de más actualidad. Inmerso en debate interno, olvida el límite de estas cosas, por cuya causa no fue capaz de advertir que en esta época no existe hogar, familia ni rincón de agasajo para el propio habitante de la mansión; el caso es que ha variado la conformación de la sociedad, su meta y su amor primero; encima, la nueva disposición de los muebles, abarrota la casa con el celular y el televisor.


4

         Josefo se maravilla al pensar cómo se ha metido a trovador, cuando debería volverse a su interior y tratar de poner en orden su calendario, sin necesidad de actualizar los eventos pasados, lejos de incrustación y meliflua apoyatura en esporádica invención. Sin embargo, para el desarrollo de algunos aspectos cuenta la salud de la persona, no vaya a sentirse de nuevo aquejado de insoportable dolencia, que habría de acabar en enfermedad, ocasionada tal vez por la escasez de alimento.

-Tengo hambre –dijo lloroso.

Su madre corrió a consolarlo, y le dio un beso.

-No basta –refunfuñó.

Su madre, apenada, improvisó una fábula;

Érase una vez un pueblo, donde no hacía falta comer, y, los niños, vivían felices, sin preocupación mayor.

-No es satisfactorio.

-Piensa que sí.

¿Cómo disfrutar con esos juegos, si se pone rojo el disco y hay que saltarse la señal? Lo cierto es que aquí no acaba el cuento, sin pretensión de emparentarlo con aquél, conocido de todos. De resultas, tuvo que cejar en su empeño, por no malgastar saliva,  para cuando tuviera que atravesar el desierto, bajo la dura mirada del tour operator, a quien pagaban por descubrir nuevos talentos.

Él mismo, de estar provisto de poder creativo, capaz de urdir cosas nuevas, adjudicadas al bien general, nada propincuo a los tiempos que corren, aun cuando dependan de su contribución al hecho cierto de espectáculo preconcebido, ¿osaría vestir ese disfraz de agudo extremo? Pasará mucho tiempo antes que el hombre comience a desvivirse en la triste encrucijada del biempensante.

Vuelve a poner en marcha la radio, por si oye distinta música y lo deja en paz tanto alboroto como se prodiga en ondas de actualidad. Decir hoy que le produce grima el grito constante, en horripilación escondida, tras plena campaña electoral, donde la censura soslayada, gala de la nación, entraña en sí misma un precio de vanguardia, abortada en el requiebro de dulce amor al son tradicional.

Su prima Paca, firme en su indagación, insiste:

-¿Te entusiasmaba el recital?

-El pianista, un señor mayor, en aquel bar de Kungsgatan, era húngaro, Una noche me levanté para interpretar Princesita y otras canciones.

-¿Hubo apoteosis?

-Aplaudieron y nos invitaron.

-¿En Estocolmo?

-Sí. Vivía junto al lago Mielar, frente a la torre del Ayuntamiento.

Lo cierto es que nada queda marginado ni inmerso en el olvido; agrade o disguste a la población, su memoria será incorporada a la campaña de un habitual renacer, sobre cuyo objetivo puede el cronista eludir su esencia, sin pensar que más tarde habría de enmendar el inconsciente dislate.

_._ 

5

Cansado de las vueltas del camino, retornó al cabo a su ciudad natal, sin hato, sin vituallas, sin manta ni abrigo con que cubrirse del relente de la noche y descabezar un sueño. Como había avanzado en edad y carecía de cualificación para solicitar empleo, se le ocurrió pintar unas tablillas, con detalles de grandes obras maestras, acompañadas de leyendas que él mismo escribiría, dando realce al significado de la obra, conforme con su propia idea. Satisfecho del resultado, las mostró a sus amigos, a quienes regaló algunas. Luego, llevado de sabio consejo, las expuso en mercado, bien en un bar, bien en un banco de parque o avenida, donde realizaba su venta.

Inmerso en su creatividad, un día se propuso hacer algo que de tiempo rondaba su magín. Para ello eligió el cuadro: ¡Aún dicen que el pescado es caro!, de Joaquín Sorolla, cuidando de no obviar la procedencia de su título. Hizo exprofeso una copia aproximada, de interpretación personal y libre versión a su sentir acomodada. Debajo, acompañando la obra, puso esta leyenda:

 

Ahíto de oír esa letanía,

a tortura proclive,

sufre el desdén de su torpe rutina;

falso rumor revive

cautiverio al oyente; su conquista

sobre el lamento vierte

por quien su adhesión sensibiliza

frente al vil contingente,

que profiere el exterminio del otro,

notorio diferente

más hermano pobre, menesteroso,

de limitada hacienda

para su expensa de supervivencia.

 

Llevó todo al Grupo Escolar y expuso su propuesta al Director, quien consideró excelente abrir la exposición en el Centro. Una semana después de inaugurada la muestra, el Director fue relevado de su cargo y las tablillas incautadas por la Autoridad Competente. Lejano el rumor, escucha impávido la algazara de rebeldía suscitada en el ambiente, por lo que es factible sancionar cualquier opinión vertida respecto de las líneas marcadas, en este proyecto extraño a razón, de lo cual –recordó al filósofo-, cada uno parece estar contento.

Prospera la mañana. Las doce del día no es hora adecuada para instituir la nomenclatura de la asamblea, llevada al punto preciso de conformar catorce válvulas, engrasadas para mejor operar en circunstancias diversas, y así disponer los hilos, en trama y urdimbre, con objeto de combinar asperezas en la demolición de su asiento, cual si fuera noche anterior a la apertura, después de la fiesta dedicada al prócer del lugar, magnífico evento, destacado en la agenda de la oficialidad.

Diego, encargado del almacén, ducho en el manejo de aquellos menesteres de uso electrónico, lo puso al corriente del tema, como cabía esperar, por tratarse de un compañero más de época escolar. Luego, miró de hito en hito a Josefo, y le espetó:

-En conducta hacia tu semejante, has de ser esto o lo otro. Para esto, careces de don y no aportas gloria; para lo otro, estás descalificado, por mostrarte entero y sin desviación. Así que, al no prodigarte cual el caso requiere, nunca vendrá el éxito a colmar tu anhelo.


 

6

Dirán después, al salir del coliseo, que la obra no fue de su pleno agrado; no por cuanto entraña, sino por la mala actuación. El elenco artístico, más el director, se enfadan con el crítico y vociferan ante su poca sensibilidad, la malevolencia y el romo sentido de su comentario. Ignoran todos, aunque lo sufren, que la rectitud se ha puesto por encima de las nubes, merced a cierto discurso de quien glosa múltiples tropelías contra el individuo sin solvencia, por haber nacido desnudo, y no tener manta para abrigarse del frío.

En preventiva alocución, de plural modalidad, habrá el candidato de demostrar su conocimiento general, así como los pormenores de aliento extraoficial, párrafo enjundioso cuyo argumento debe ser silenciado. Pese a ello, nadie se enoja por cuadro similar; así que no vale la pena andar con gimoteos, pendiente de la mirada serena de unos ojos garzos.

-Írguete, Fefo, si no quieres caer en descrédito.

Es cuanto le dijo Carlos, al salir del bar, ufano de ver que su equipo se alzó con el encomiable trofeo.

Ignora si esta plana saldrá completa o si tendrá que añadir algún fárrago suspicaz al ya confuso relato; considera, por tanto, que lo mejor será cerrar los puños y dejar que la mente corra en pos de su meta. Viejo ya, y achacoso, anda escuchimizado, dando trompicones en la senda, calle arriba y calle abajo, sin cobijo ni amparo en su andariego destino, privado de suerte que le permita asentamiento lejos del lugar donde dio comienzo su adversa trayectoria.

Algún cristal de ventana, o niquelado de automóvil, le hace candilejas y está a punto de… La caída es detenida por Paquita, quien solícita apremia:

-¡Don Josefito! ¿Necesita algo?

La mira con estupor, y, sin salir de su asombro, responde:

-No, mi cielo. Muchas gracias.

Paquita lo ayuda a recobrar estabilidad, y, prudente se retira.

Él la contempla ir, sopesando el parecido con su madre, y sueña lo que pudo haber sido. En seguida murmura:

-Tu inicio es el colegio; luego te incorporas al trabajo; después te aguarda el asilo, si en otoños progresas.

Años transcurridos, cautivado por aquel mirar de acero y ternura de su prima Paca, su indiferencia lo llevó a cruzar fronteras, en claro intento de mitigar aquella punzada ardiente en su pecho. A pesar de su ardua búsqueda, de tenor inusitado, siempre se mostró estricto, aunque su debilidad traicionara su actitud.

Carlos, Pedro, Diego y otros hallaron mucho más, sin necesidad de trasladarse de país ni dejar la ciudad natal. Él, perdido en el desierto, propiciado por la gran urbe, no encontró nada superlativo, y, al tiempo, retornó; entonces se le ocurrió hacer esas tablillas, y, como consecuencia, peor le ha ido.

Lo cierto es que la niña dio con el quid de aquella clave que esgrimía su madre. La luz iluminó al fin su entendimiento: No basta Fefo ni Josefo para ser incluido en sociedad con igual apostura y similar atención que los demás; de lo contrario, estás condenado al silencio, a la oscuridad y la inexistencia. Así que, irremisiblemente, Don Josefito has de ser.

____
Fin del relato
REMOCIÓN

Mito

José Rivero Vivas

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ÍNDICE

1  - Portada    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .   Folio   1

2  - Cap.1: Desamparado corría el chico por el   .    .       “      2

3  - Cap. 2: Cuando se pone a observar la .    .    .    .       “      5

4  - Cap. 3: La cena fue poco provechosa, toda vez .       “      8

5  - Cap. 4: Josefo se maravilla al pensar cómo se   .       “    11

6  - Cap. 5: Cansado de las vueltas del camino,  .    .       “    14

7  - Cap. 6: Dirán después, al salir del coliseo, que .       “     17

8  - ÍNDICE  .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .      “      20

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Del libro inédito

TEXTOS DIVERSOS

Distintas Fechas

Obra: E.21 (a.109)

José Rivero Vivas

Enero de 2016

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Febrero de 2019

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