BULOS Y 'FAKES'
ANÍBAL MALVAR
Existe una costumbre muy española consistente en abusar de los anglicismos sin saber inglés. Aquí la gente lee best-sellers, gasta look, viste trendy, contrata una baby-sitter, viaja en business, se hace selfies, mete las fiambreras dentro de tapers, y disfruta de los hobbies como si fueran pasatiempos. La última moda, la más cool, consiste en llamar fake-news a las mentiras como si fueran una cosa del extranjero, que aquí no pasa. Las fakes son cosa de Trump y Bolsonaro. Remotos influencers políticos. Personajes que nada tienen que ver con nuestra derecha. Folclóricas anécdotas en el tablero global.
En España
disfrutamos durante años de los intentos de la prensa del movimiento estático
por convencernos de que el 11-M había sido cosa de ETA, que las bombas las
había activado José Luis Rodríguez Zapatero con un sms y que Rubalcaba era una
yihadista disfrazado de cántabro que bailaba la jota montañesa para disimular.
Hoy la moda fake, o
sea, la mendacidad más trendy, consiste en seguir diciendo que el 8-M fue el
detonante de la pandemia mundial que nos asola. El Mundo, diario maestro en el
arte del tagline, así nos lo confirma esta misma mañana. De nada valen las
evidencias científicas, pues el pringao de Galileo siempre rectifica tras un
paseo por el parque de atracciones de la Inquisición. Asegura el diario de la
bola, en su editorial, que "el confinamiento severo que vendía Sánchez
como una medida audaz no era más que la reacción desesperada al descontrol del
virus por el fracaso de quienes deberían atender las alertas y por la demora de
semanas con tal de cumplir con el calendario ideológico que incluía la
celebración del 8-M".
Esto del
"calendario ideológico" es concepto nuevo en nuestra politología, que
sin embargo está calando con fuerza en nuestros analistas más tradicionales.
Según ellos, vivimos en una especie de programa adoctrinador que consiste en
decirnos desde la prensa extranjera y judeo-masónica que los borbones son unos
ladrones, siendo mentira; que hay que celebrar el 8-M para cumplir el deseo
oculto de las mujeres progresistas de destruir el mundo; que la bandera
arcoíris es un peligroso mariconizador de nuestros hijos y nietos.
Cuando se pone
simpático, el público menos especializado califica a los propaladores de estas
falacias como terraplanistas o cosmopaletos. Sin embargo, los cosmopaletos y
los terraplanistas se defienden señalando, con razón, que son ellos los que
viven más acorde con el mainstream, o sea, siempre dentro de un timing, no se nos
vayan a quemar las lentejas por no andar pendientes del timing.
Para ABC, no es el
8-M el único causante de la pandemia, pero la mujer algo de culpa sigue
teniendo en este desastre. Así, leemos que la "supuesta reactivación
[planeada por Pedro Sánchez] descansa sobre la abstracción de la transición
energética, la digitalización, la inclusión social y el feminismo".
Esto de considerar
abstracciones al feminismo, la justicia social, la modernización tecnológica y
la ecología es cosa también muy poscontemporánea. El rescate a la banca, por
ejemplo, jamás fue una abstracción, sino una necesidad histórica, pues los
pobres, desde la revolución francesa, teníamos la íntima necesidad de clase de
rescatar a un banquero, a un oligarca, a un monarca.
Entre calendarios
ocultos y abstracciones, uno no sabe ya cómo distinguir lo que es noticiable,
lo que es fake y lo que es deliciosa fantasía editorial. Por suerte nos lo
dicen en inglés, que, si no, podríamos resumir con un viejo tópico la fijación
de nuestros viejos periódicos con el origen de todos los males del mundo:
Cherchez la femme. Se viene usando desde la Biblia, cuando Eva instó a Adán a
comer del árbol de la vida. No hemos evolucionado nada desde entonces. Ni falta
que nos hace. Y, si te parezco primitivo, ya se encargarán los medios de que me
califiquen como vintage.
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