FELIPE VI NO ESTÁ PREPARADO
PARA SER BORBÓN
ANÍBAL MALVAR
Que se nos ha perdido otro borbón, españoles. Que de un par de siglos a esta parte hemos perdido ya seis o siete borbones, no llevo la cuenta, y luego, para encontrar otro borbón que valga para levantar este indómito país, ya se sabe que uno tiene que andar rastreando en variables tan incógnitas como la primogenitura. Así no avanza nuestra historia. Borbón que tenemos, borbón que perdemos. Ya sé que ahora está mal visto pegarle cachetones a los niños. Pero, si seguimos perdiendo borbones a este ritmo, yo no voy a poder evitar darle una hostia bien dada a algunos súbditos muy despistados.
No sé ya si porque
soy demasiado mayor o un poco culto, me acuerdo de aquel pobre Carlos IV, cuya
esposa gozaba enormemente de su hombría, sobre todo cuando la tal hombría la
delegaba en su valido el conde de Godoy. Los historiadores suelen insistir en
que Carlos IV nació un pelín consanguíneo. Lo que en mi pueblo, donde no somos
muy letrados, solemos simplificar traduciendo que era más que bobo.
A aquel borbón lo
perdió su hijo, Felipe VII, que lo traicionó en favor de los franceses cediendo
el trono a Napoleón a cambio de pasta.
Como todos
comprenderéis, no hay mayor muestra de patriotismo español que cuidar de la
pasta de los españoles en tu propio bolsillo. Felipe VII incluso rogó, en
famosísima carta, ser aceptado por Napoleón como hijo adoptivo: : "Mi
mayor deseo es ser hijo adoptivo de Su Majestad el emperador soberano (...),
tanto por amor y afecto a la sagrada persona de S.M. como por mi sumisión y
entera obediencia a sus intenciones y deseos".
El francés denegó
la honra. Y el pueblo español, ofendido porque se le había perdido otro borbón,
se levantó en armas por su independencia. Un instagramer de la época, creo que
se hacía llamar Goya o algo así, hizo unos selfies muy chulos de los españoles
abocados por los borbones a posar, cual modelos, frente a un pelotón de
fusilamiento.
Yo no sé por qué a
Fernando VII le llamaron el rey felón, siendo, como todos los borbones, un
chorizo ejemplar. Es verdad que mandó asesinar a muchos rojos cuando aun no
existían los rojos. Cuando se llamaban liberales. Pero eso era porque aun no
existían los aviones, y no podía uno irse a asesinar elefantes en Botsuana. A
ver qué diversión le podíamos dar entonces los súbditos a un borbón, si no eran
nuestras vidas.
El caso es que,
después de venderle España a los franceses, el llamado rey felón --no sé por
qué, y además no sé lo que significa felón, pues soy periodista de raza--
Fernando VII se convirtió en el primer rey perdido y luego encontrado. Y reinó
en esta España inteligentísima hasta su muerte.
Hubo una época en
que los españoles renunciamos a la clase y la distinción, y, en vez de perder a
un borbón, perdimos a una bornona consorte. Hoy se consideraría una vulgaridad,
pero es que de aquella no estaban la ciencia ni el borbonismo tan avanzados.
María Cristina de Borbón se fue de España en un vapor, como corresponde a una
reina. En el vapor Mercurio. Allende los mares se dedicó al negocio del
esclavismo. Pero no voluntario, como el que ahora practican los vasallos de
Felipe VI. Entonces era forzoso, y por tanto mucho más llevadero.
Luego vino su hija
Isabel II, a la que también perdimos. Era tan corrupta, la buena mujer, que los
españoles inventaron el escrache decimonónico en 1868 y rodearon sus palacios,
obligándola a huir a Francia pero manteniendo un apoyo económico que
seguramente, si se estudia, pagaron nuestros tatarabuelos.
De Alfonso XIII, El
Piernecitas, se sabe que rodaba películas pornográficas con menores seguramente
por su piedad católica, no por vicio. Ya se sabe que la piedad católica
propende mucho al abuso de menores. En la España de hoy, hay más de cincuenta
curas condenados por pederastia. Pero ninguno ha ido a la cárcel. Con lo mucho
que, quizá, les gustaría. Por vocación de servicio, me refiero. Como los
borbones. Luego Alfonso XIII se fue exiliado en otro barco, el Príncipe
Alfonso, y lo perdimos también. Con lo bien que nos hubiera venido un borbón en
la II República. Ya os digo que no hacéis más que perder, muy
inconscientemente, borbones.
Y ya cerca está
Juan Sin Corona, o sea, el padre de Juancar, cuyos biógrafos siguen insistiendo
en que vivió de aportaciones de sus amigos durante su exilio franquista,
después de humillarse ante Franco pidiendo por escrito un puestecillo en la
armada fascista. Franco no le dejó ser capitán de navío. Quizá por eso la
afición de su hijo a las regatas.
Y ahora se nos ha
perdido Juan Carlos I, y es que yo ya no sé qué hacer. ¿Dónde vamos a encontrar
un borbón mejor? Su hijo ni siquiera se beneficia de los choriceos de su padre.
Vaya calzonazos. Es beneficiario de una cuenta en Suiza y, siendo jefe del
Estado, ni siquiera se entera de que esa pasta es suya. Este chaval no está
preparado para ser borbón. Ni para ser rey de un vasallo tan humillado como
ayer se mostró el presidente del gobierno, Pedro Sánchez. No sé vosotros, pero
yo soy de Froilán. Al fin y al cabo, la borbonía española siempre ha consistido
en pegarse un tiro en el pie. De los españoles.
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