viernes, 5 de junio de 2020

POLITICA o GOLPISMO


POLITICA o GOLPISMO
JM AIZPURUA
Hoy la trifacciosa lo tiene claro; golpismo.

La política es un arte de superar al contrario con tácticas inteligentes que hagan moverse al ciudadano a las urnas en tu favor. Aquí, las trillizas han perdido toda posibilidad, pues no convencen a nadie a cacerolazo limpio, ruido que no alcanza a ocultar sus intenciones.
Es muy duro atravesar el desierto cuatrienal entre elecciones, sin los cargos, los cazos, las recomendaciones a la cuñada, las invitaciones de comedor y posada, y los focos de la prensa con vitola de triunfador. Pero, ese, es el triste sino del perdedor en democracia y hoy la trinitaria no está dispuesta a transitarlo. Quiere atajar con el golpismo blando.
Por eso ignora que está en el Sistema 78, democrático y europeo, electoral, y que para llegar a ello hubo una amnistía oficial del Régimen Franquista, para los practicantes de lucha armada (ETA y FRAP) y para los fascistas que actuaban en bandas parapoliciales. Se hizo una Constitución para ir tirando, potenciada por los mismos franquistas y por los opositores que encontraron acomodo en sus poltronas.

Venir ahora con el FRAP o ETA (antes del 78) es ignorar la Transición, sus pactos, y su “espíritu”. Aquello fue complicado, injusto, contra natura, pero resultó apropiado para tirar para adelante sin revanchas incontrolables.
Hubo un error estratégico en ETA y reanudó la lucha armada sin querer entender, ya en el 78, que las reglas cambiaron de dictadura a democracia. Eran “los mismos”, pero con nuevas reglas.

Esto, y lo del 3% y tantas otras cosas, lo saben perfectamente la marquesa y sus colegas, pero se han situado en un golpismo cacerolista ante la conciencia de que, por vía electoral, en urnas, sus principios serán siempre derrotados por una mayoría de coaliciones que soportaron y soportan la idea de igualdad social y territorial, para emprender una nueva ruta por el mundo.
Su vieja cantinela de Una Grande y Libre, ya no se sostiene, y su pasado esclavista, genocida, y dictatorial, pesa tanto que la hunde sin remisión. Son una copia de los supremacistas blancos, pero ni ellos los reconocen porque son una realidad demasiado mestiza donde ya no quedan “castellanos viejos” de sangre católica. Hoy en EE. UU. los llaman latinos.
La Península Ibérica, no española,  es algo políticamente por hacer, y ultramar es algo que enmendar pues fue mal hecho. Hay que devolver su africanidad a Ceuta y Melilla, su descolonización valiente al Sahara, y abrir el melón canario, con la devolución de su historia y dignidad nacional.
La prepotencia castellana españolista, goda perdida, no es ya la fórmula adecuada a la realidad sociológica del Estado, donde desde unos presupuestos únicos, no puede administrarse a la diversidad. Y desde Madrid no puede administrarse playa Camisón, entre otras cosas, porque en Madrid no tienen playa; vaya, vaya,
Esto no funciona; yo soy el primero en reconocerlo. Pero el golpismo lo estropea más. No hay otro camino que darle otra vuelta a la Constitución, y seguir adelante por el camino democrático, respetando que hay muchas formas de pensar y actuar, y es en el acuerdo el punto de arranque para llegar a metas que hoy parecen imposibles, pero que llegarán inexorablemente. Pongámoselo fácil y surja una derecha democrática y respetuosa, que no llame Leyenda Negra a la Memoria Histórica.
Las lacras que dejó la Historia, al confundir la Castilla Imperial, con el imaginario España, conjunto de territorios por las armas anexados y menguante en el despertar de sus naciones, han prescrito en este siglo XXI europeo. Resucitarlas, es el mito de la eterna juventud.
EE. UU. acabó con el Imperio español, y reconvertido en un Estado, no ha sabido ocupar un lugar modesto que le correspondería, y a causa del empecinamiento de su casta o Poderes Fácticos que mantienen intactos sus principios, religiosos, clasistas, represivos, ha sido imposible sumarse a Europa en sus progresos éticos y su Estado de Bienestar.
Convertido en un lugar de millonarios y camareros precarios, con su PIB empeñado, no hay futuro popular, lo cual a la casta le trae sin cuidado pues con sus patrimonios en paraísos fiscales su futuro estará siempre asegurado.
Una derecha no millonaria, debe dejar de tocar la cacerola y pensar en sus hijos y nietos. Hay que darle otra vuelta a la Constitución, consensuarla y refrendarla.
Pero para aclarar el futuro, no para embarcarnos en la enésima bronca.
Caperucita Roja debe ir a casa de Cacerolita Azul, tomarse un chocolate con churros y dejar de dar el coñazo a la Historia.


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