viernes, 12 de junio de 2020

EL EXTRAÑO CASO DE “EL ARRANQUE”


EL EXTRAÑO CASO DE “EL ARRANQUE”
FRANCISO J. QUEVEDO GARCÍA
En “El arranque”, uno de los relatos cortos de Víctor Ramírez, se aprecia cómo el erotismo se utiliza para motivar en el lector una situación anómala, por tanto transgresora, que se inscribe en un marco de reminiscencias surrealistas, donde el humor y el tratamiento ácido de la realidad tienen una especial cabida.

         En “Contrapeso”, especie de poética que el autor escribe en el volumen antológico “AISLADA ÓRBITA” –realizado por Rafael Franquelo-, VR expone las razones de su acercamiento a la escritura:
Escribo por venganza, por profundo sentimiento de frustración, por punzante rencor ante tanto mal, porque me da la gana, por distraer el rato, por sádicos deseos de crear seres que sufran como sufren los que de veras existen por ahí, por jugar a darme alguna explicación que me engañe algo, por esto y seguro que por muchos motivos más que no alcanzo ni me preocupo en alcanzar a ver. Y siempre sabiéndome cómplice del lector: lector que busca corroboración en el autor, corroboración insana a sus insanas perspectivas de la vida (Ramírez, 1973).


La actitud de rebeldía personal y social de este autor se decanta en él desde su primera confesión: “Escribo por venganza”. Su trabajo como escritor consiste en “crear seres que sufran como los que de veras existen por ahí”.
         Uno de los rasgos que caracterizan a la Narrativa Canaria de los 70 es su carácter de compromiso social, de abierto enfrentamiento a la norma. De ahí su peculiar empeño en renunciar a los tópico surgidos en un cultura epidérmica, superficial, para centrarse sobre todo en una realidad de mayor alcance, más profunda, mucho más creíble en suma.
         Ese compromiso crítico llevó aparejado un afán de ruptura que supuso una creación abierta al juego expresivo y a la transgresión textual; una manera de expresión literaria que hizo muy necesaria la complicidad del lector, un lector participativo del mundo narrativo que se le ofrecía como una prueba de libertad creativa y social: “Y siempre sabiéndome cómplice del lector; lector que busca corroboración insana a sus insanas perspectivas de la vida”.
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De hecho, en “EL ARRANQUE” el lector se ha de hacer cómplice con la situación de extrañamiento de la realidad que Víctor desarrolla a partir de insólito caso de su protagonista:
¡Ah!, no olvido aquel especialísimo problema concerniente a mi postura frente al sexo bonito.

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