jueves, 25 de junio de 2020

LA TRAMPA


LA TRAMPA
JM AIZPURUA
 No solo es una trampa semántica, es algo vital e inasumible. Nacionalismo, abertzale (patriota), son idénticos, no hay “nacionalistas pero poco”, pues esos son regionalistas o infiltrados, y la clave de esta polémica está en el proyecto de futuro;

·        a) nación con Estado propio,
·         b) nación incluida en un Estado compartido en federación o confederación,
·         c) nación a incluirse en otra nación, lo que es regionalismo.
El independentismo es la simplificación semántica de este complicado argumentario de pertenencia que en última fase para los nacionalistas se decide en referéndum de independencia en donde necesariamente se implica el Orden Internacional.

Bajo el paraguas nacionalista canario se cobijan demasiados farsantes, a los que se les ve el plumero y sirven para desanimar electoralmente a muchos patriotas canarios que se sienten incómodos con la situación actual y aspiran al reconocimiento de su historia y su dignidad nacional. Y cuando el Estado no ofrece más; la independencia es la única posibilidad.
Su intento es la organización de un PNV canario, pero no hay similitudes. El PNV histórico, fundado por Sabin Arana, tuvo siempre una base popular, heredada del mayoritario carlismo vasco, y unos líderes dentro de la democracia cristiana muy apreciados por las bases de componente derechista democrático. En la Guerra del 36 tuvieron una actuación destacable hasta Santoña, liderados por el Lendakari Agirre, líder carismático, jugador del Athletic, y propietario familiar de una fábrica de chocolates en la que implantó la doctrina social de la Iglesia, respetado como Presidente por todo el arco político. Trabajó con la CIA en el exilio, pero era cuando la CIA trabajaba contra el fascismo y planeaba la invasión de la Península para derrocar a Franco y reinstaurar la democracia. Fue traicionado por Eisenhower que obtuvo lo mismo, sus bases militares, del propio Franco sin recurrir a la guerra.
Tras unos años de lucha antifranquista desde el Gobierno Vasco en el exilio, en los pactos de la Transición, un sector, que no perteneció al PNV en la lucha clandestina, se alza con el poder y en alianza con los poderes fácticos españoles se une al proyecto de Sistema 78, predicando una cosa y haciendo la contraria. Fulmina de los cargos a los nacionalistas clandestinos a los que llama “sabinianos” y el nuevo grupo con numerosos exjesuitas, se adueña de la sigla PNV, que en adelante se compone de nacionalistas y regionalistas.
Electoralmente los de buen bolsillo, numerosos en las tres provincias, y que en otro lugar votarían PP, votan a PNV porque con el sector regionalista que lidera Urkullu, se sienten protegidos de izquierdismos abertzales. Crearon una potente red clientelar con el PSOE vascongado, y eso les garantiza la Lendakaritza; y volverán a ganar.
Sabin Arana resucitado, cual Jesucristo en el templo, hoy sacaría de Sabin Etxea a latigazos a muchos de sus miembros.
Esa trayectoria del PNV es la que pretenden en las Islas, imposible e incomparable, y que hace nula una lista electoral distinta a los de siempre con posibilidades de éxito. Llamar nacionalista a Clavijo y sus “mortadelos” es como llamar demócrata a Tejero.
Tenemos la labor pendiente un gran acuerdo nacional canario en base a programa y honradez manifiesta de los candidatos, que plantara cara al caciquismo trasnochado y abriera una ventana al futuro de los canarios.
Caras nuevas para un futuro nuevo; sin trampas.



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