martes, 30 de junio de 2020

LOS DOBLES SENTIDOS DEL LENGUAJE


LOS DOBLES SENTIDOS 
DEL LENGUAJE
(http://www.diariodeavisos.com/content/179720/)
El cineasta canario Juan Carlos Falcón agradece la gran acogida del público que ha tenido su primera película: LA CAJA
  
NANA GARCÍA
Santa Cruz
Jugar con dobles sentidos en los productos cinematográficos hoy en día no es fácil. En una época de desidia creativa en la que se presupone que ya todo está inventado resulta grato encontrar trabajos como La Caja (Ariete-Ariane Films, 2006). Esta primera incursión en el largometraje del director Juan Carlos Falcón (Las Palmas de Gran Canaria, 1969) consigue atrapar al espectador en una trama que ahonda en las experiencias humanas, concretamente en la sensibilidad femenina en el ámbito privado.

Basado en la novela Nos dejaron el muerto de Víctor Ramírez, Falcón traslada a la gran pantalla un relato con identidad canaria aderezado con exquisitos diálogos que ayudan a comprender la compleja situación social y anímica de los protagonistas de la historia al mismo tiempo que cautivan al espectador.


No es de extrañar entonces que La Caja fuera galardonada con el Premio del Público a la Mejor Película en la última edición del Festival Internacional de Cine de las Palmas de Gran Canaria, así como con el favor de la crítica en la Seminci de Valladolid el pasado año. El propio cineasta, acompañado por una de las coprotagonistas, Elvira Mínguez (Valladolid, 1965), se acercaron el pasado miércoles a una de las sesiones que proyecta los capitalinos Renoir Price para agradecer el apoyo del público canario "dando vida a la película en Tenerife".
Falcón presentó la cinta a los espectadores como "una historia nuestra, canaria, de mujeres, en clave de comedia con ciertos tintes dramáticos". Una emotividad que no sería destacable sino por las magníficas interpretaciones del reparto femenino: desde las consagradas Ángela Molina, Elvira Mínguez, Antonia San Juan y María Galiana, hasta las canarias Mª Carmen Sánchez y Petite Lorena llenan de ternura el texto cinematográfico.

Ambientado en un pequeño pueblo marinero canario en la década de los 60, este drama desemboca en comedia negra, cercana al mejor cine italiano de los 50-60. Su director expresó el miércoles que para todo el equipo de producción de la película "ha sido un gusto contar una historia de acento canario y más aún proyectarla al mundo desde aquí". Y es que La Caja tiene ya previsto su lanzamiento en la Península el próximo mes de mayo.

Tras el estreno en las salas comerciales del Archipiélago, muchos críticos han llegado a comparar el trabajo del director grancanario con el estilo de Luis García Berlanga (Valencia, 1921). Es destacable cómo, en este sentido, Juan Carlos Falcón se acerca a Berlanga en la manera de satirizar con extrema sencillez la difícil situación de grupos sociales desfavorecidos llegando la compasión del público.
De esta manera Falcón consigue hacer creíble lo inverosímil a través de un trabajo de interpretación coral. No en vano, ya en más de una ocasión ha manifestado que de su trabajo lo que más le preocupa es la dirección de actores. La película se centra en el velatorio de don Lucio. Su viuda Eloisa (Ángela Molina) al no disponer de espacio en su minúscula casa, le pide a su vecina Isabel (Elvira Mínguez) poder montar el velatorio en la suya. A partir de este momento una serie de extraños sucesos alteran la vida de estos vecinos.
El fallecido resulta ser un vecino odiado por todos y, tras su muerte, Benigna (Antonia San Juan) limpia por fin su honra, Doña Josefa (María Galiana) puede dejar de rezar y Jorge (Vladimir Cruz) no tiene por qué seguir escondiéndose. Aunque el difunto no gozaba de la simpatía de ninguno de ellos, todos asistieron al velatorio, menos la viuda, a quien repentinamente le abren la caja de oro en la que vivía.

Aunque la trama se desarrolla alrededor del modesto patio que comparten las familias implicadas en el velatorio, lo que menos llama la atención al espectador de esta película son los espacios físicos. Falcón juega de esta manera con escasos espacios escénicos tanto exteriores como interiores, aunque no distrae la atención del que contempla la historia.
A pesar de la "simpleza" de su historia, La Caja esconde un ácido libelo sociopolítico de la época que, a grandes rasgos, necesita ser adivinado entre líneas.

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