martes, 13 de junio de 2017

LA MOCIÓN DEL PENE MÁS LARGO



LA MOCIÓN DEL PENE 
MÁS LARGO
JUAN CARLOS ESCUDIER

De las disputas entre florentinos y venecianos en pleno Renacimiento por el control de las rutas comerciales se cuenta una historia tan divertida como falsa, según la cual generales de ambos bandos decidieron poner fin a las hostilidades entre ambas repúblicas y adjudicar la victoria al bando que tuviera en promedio el pene más largo. Intervino entonces un humanista florentino, protegido de los Médici y canciller de la ciudad, Poggio Bracciolini, que auguró sin lugar a dudas que Venecia se impondría: “Su miembro viril –dijo- posee tal longitud que llega a cubrir enormes distancias. ¿Cómo se explica si no que, cuando pasan años a cientos de millas de su hogar, encuentren a su retorno que son padres de varias criaturas?”. La ofensa provocó, o eso se cuenta, que la guerra se prolongara varios años más.

Lo peor que le podría pasar a la moción de censura de Unidos Podemos que este martes empieza a debatirse en el Congreso es que sus promotores se confundieran de adversario y que lo que está llamado a ser la reprobación del Gobierno de las cloacas se convirtiera en una refriega entre las fuerzas de la oposición para demostrar quién lucha más contra la corrupción, quien es más de izquierdas y, en definitiva, quién la tiene más larga, asunto éste último que bien podría dirimirse en algún otro foro más privado con verificadores imparciales.

Existen razones suficientes para censurar a un Ejecutivo abrasado, cuyo presidente tendrá que declarar en unas semanas como testigo de la rapiña de su partido, y al que el propio Tribunal Constitucional ha enmendado la plana por esa amnistía fiscal para amiguetes decretada por Montoro. En la misma hoguera arde su titular de Justicia por sus complicidades con el hampa, el de Interior, una vicepresidenta que se pensaba incombustible y que ha fracasado en la extinción del incendio catalán y una recua de ministros, que no es que estén quemados sino simplemente a estrenar por falta de uso o, directamente, inservibles.

De la inteligencia del candidato dependerá que la moción cumpla sus objetivos, entre los que es obvio que no se encuentra el de derribar a Rajoy, sino retratarle a él y a sus ninguneados socios de naranja, y ya de paso redibujar al propio Iglesias como presidenciable, algo que exige diagnósticos y, sobre todo, soluciones. Más que un golpe de efecto, la moción ha de ser un golpe en la mesa, una demostración de que existe una alternativa creíble que no se conforma con pirotecnia y que ha dejado atrás el infantilismo y las pedorretas.

Si en algún momento la moción fue pensada para mostrar las vergüenzas del PSOE, los nuevos acontecimientos deberían hacer que Iglesias reconsidere la estrategia. El tercer gran objetivo de la censura no puede ser el de volar puentes sino el de preparar el camino de un entendimiento inevitable, salvo que lo que se quiera es perpetuar al PP y su cleptocracia. La anunciada abstención de los socialistas es un paso, una señal de predisposición al pacto que no debería ser menospreciada. Tiempo habrá para competir por el tamaño del pene. Lo absurdo ahora sería continuar la guerra.

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