SIN PECADO PRECONCEBIDA
DAVID TORRES
Lo de soltar una
sandez en voz alta antes de pensarla es algo que hemos hecho todos alguna vez,
generalmente borrachos, aunque la cosa se complica un poco si hay un micrófono
delante y ni una gota de alcohol en sangre. Pensar antes de hablar suele
ofrecer buenos resultados, pero hay que tener en cuenta que para pensar algo
primero habría que rumiarlo un poco. Este embrión de raciocinio podría
denominarse “prepensar” por el mismo y erróneo sistema por el que se denomina
“precalentar” al hecho simple y bruto de encender un horno y esperar que se
caliente. Como todo esto resulta muy complicado, mucha gente prefiere hablar
sin pensar, así, a bote pronto según cae y que sea lo que Dios quiera.
Isabel Díaz Ayuso,
candidata del PP a la Comunidad de Madrid, hizo un anuncio en su batería de
medidas para ayudar a las familias numerosas en el que propone la inclusión de
los hijos concebidos no nacidos como miembros de pleno derecho. Por un momento,
atendiendo a su presencia angelical y a sus benémeritas intenciones, la rueda
de prensa tomó el aspecto de la Anunciación de Cestello, de Botticelli, con una
parroquia de periodistas esculpidos en la misma estupefacción que la Virgen
María, la cual, si se fijan un poco en la pintura, verán que no acepta de buena
gana la buena nueva: su postura oscila entre salir por piernas, ponerse a
bailar el chachachá o hacerle la cobra al arcángel Gabriel.
“No lo he pensado”
respondió Díaz Ayuso cuando uno de los periodistas le preguntó qué iba a pasar
con las ayudas recibidas si había complicaciones y la familia que las había
pedido no tenía el hijo. Es una respuesta que resume toda la filosofía de vida
y, muy especialmente, toda la trayectoria política de Díaz Ayuso, una mujer
especializada en “prepensamientos” tales como que vivimos en una dictadura
progre o que para ser mejor mujer no tiene una por qué ser feminista. Con ser
Díaz Ayuso ya va que chuta.
Tampoco tiene
pensado si el nasciturus, para ser considerado miembro de la familia, debería
ser mayor de seis meses, de tres meses o si puede ser un nasciturus del día
después, con lo que bastaría presentar un certificado del ginecólogo y otro del
cura de guardia. Por no pensar, Díaz Ayuso está a punto de concebir otra
genialidad, que sería que las familias numerosas recibieran ayudas no por sólo
por los hijos nacidos o por los que vayan a nacer sino también por los que
pensaran tener en años próximos. La intención es lo que cuenta y la intención
de voto más aun. Entre los concebidos no nacidos y los preconcebidos no
gestados la tasa de natalidad se iba a disparar hasta el techo y además
quedarían resueltos el problema de las pensiones, la pirámide demográfica
invertida y las cotizaciones a la Seguridad Social.
Del mismo modo que
el catecismo asegura que se puede pecar de pensamiento, palabra, obra u
omisión, los cerebros grises de la derecha no dejan de darle al coco en las
cuatro modalidades, sobre todo en la última. A ellos siempre les han preocupado
más las hipótesis que la realidad, los preconcebidos que los nacidos y los no
nacidos que los niños que se ahogan en medio del mar y los que se mueren de
hambre después de los desahucios. En cuanto a los dependientes y los
independientes se la traen al fresco por igual. Después de la posverdad, Díaz
Ayuso ha inaugurado la edad del pospensar. Ave, Isabel, nascituri te salutant.
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