JERUSALÉN, LA CIUDAD SANTA
CAUTIVA DE ISRAEL
POR JUAN DUFFLAR AMEL,
Verdugo
desde hace 70 años del pueblo palestino, el Estado sionista se ha convertido en
un expansivo tumor maligno en el Oriente Medio, donde sus tropas usurpan,
además, las alturas del Golán sirio y las denominadas Granjas de Sheeba, en el
Líbano.
Desde
su constitución en 1948 y mediante guerras de rapiña, limpieza étnica y
crímenes de lesa humanidad, Israel ha
ocupado la mayor porción del territorio palestino y sus sagrados lugares como
lo es la bíblica Jerusalén (Al Quds), la ciudad santa y centro de las tres
grandes culturas cristiana, musulmana y judía.
La
injusta Resolución 181 de la Asamblea General de la Organización de Naciones
Unidas (ONU) de noviembre de 1947, dividió a Palestina en dos estados uno
árabe, que no se ha concretado hasta el presente y uno judío, Israel, al que
concedió el 46 % del histórico territorio palestino.
La
Resolución estableció que la ciudad de Jerusalén permaneciera como un corpus
separatum bajo un régimen internacional
especial y administrada por el Consejo Fiduciario de la ONU e incluía esa
municipalidad y las ciudades y pueblos de su periferia, entre ellos Belén,
considerada el sitio del nacimiento de Jesucristo, pero esas disposiciones
tampoco fueron puestas en práctica.
La
proclamación del Estado de Israel en mayo de1948, rechazado por la población
palestina y los países árabes vecinos, originó la primera guerra árabe-israelí.
La decisiva superioridad militar y organizativa de Tel Aviv fue el factor
determinante de su victoria. En la contienda, los sionistas ocuparon la mayor
parte del territorio de Palestina y Jerusalén quedó dividida. Tiempo después,
en diciembre de 1949 el Gobierno de
Israel incorporó ilegalmente a su
territorio la parte de Jerusalén controlada anteriormente por Cisjordania.
El
5 de junio de 1967 se inició la denominada Guerra de los Seis Días con
desastrosos resultados para los países árabes involucrados y especialmente para
el pueblo palestino. Al final de este conflicto armado relámpago, Israel había
ocupado la península egipcia del Sinai, las estratégicas Alturas del Golan,
Gaza y Cisjordania, incluida la parte árabe u oriental de Jerusalén, ciudad que
proclamo su capital histórica, única e indivisible.
Al
igual que la Franja de Gaza y Cisjordania, Jerusalén oriental es un permanente escenario de tensiones,
agresiones, provocaciones e ilegal
expansión sionista, en la que han sido construidos cientos de asentamientos de
colonos judíos, con el objetivo de judaizar su territorio.
En
las últimas semanas la escalada de violencia del ejército israelí, que ha
causado más de 20 muertos palestinos, tiene como centro la Explanada de las
Mezquitas y en particular la de Al Aqsa en Jerusalén oriental.
El
régimen de Tel Aviv ha prohibido el acceso de la población árabe musulmana al
rezo en esta Mezquita —el tercer sitio más sagrado del Islam, después de la
Meca y la ciudad de Medina—, y colocado detectores de metales en sus
principales entradas, arbitrarias medidas rechazadas por los palestinos y
causas de sangrientos enfrentamientos entre el ejército sionista y los airados
manifestantes.
Los
llamados de organizaciones internacionales al Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas para evitar nuevas acciones represivas por parte de Tel Aviv, no han
surtido efecto, e Israel con el apoyo político, militar y económico de su fiel
aliado el Gobierno de Estados Unidos continúa haciendo escarnio de las más de
40 resoluciones aprobadas por el organismo mundial en contra de la represión y
colonización de los territorios ocupados en Palestina.
Ante
la gravedad de los acontecimientos la Liga de Estados Árabes ha advertido a
Israel que está jugando con fuego si persiste en cambiar el statu quo en la
ciudad sagrada de Jerusalén, y que esa es una línea roja que no hay que cruzar.
No
obstante, los dirigentes sionistas persisten en sus objetivos que van más alla
de ambiciones expansionistas y anexionistas y se focalizan principalmente en
negar los derechos del pueblo palestino a su Estado independiente, con
Jerusalén Oriental como capital y dentro de las fronteras de junio de 1967, la
libertad de sus miles de presos políticos y el retorno a la patria de sus
millones de refugiados.
Para
ello comenten el mismo genocidio que los nazis perpetraron contra el pueblo judío durante la segunda
Guerra Mundial, pero fueron derrotados.
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