LA VENGANZA DEL YONKI DE LOS
PARAÍSOS FISCALES
JUAN
CARLOS ESCUDIER
Lo
último que se sabía de José Manuel Soria -ese ministro de Rajoy que montaba
sonámbulo empresas en paraísos fiscales y al despertar no recordaba nada y
decía que le falsificaban la firma- era que había decidido ganarse la vida
profesionalmente con las influencias y no en plan amateur como cuando estaba en
el Gobierno. Hay novedades. En estos días se ha conocido que Soria, undécima
reencarnación del Dalai Aznar, también tiene una manta de la que tirar y
amenaza con servirse en plato tibio su venganza contra sus íntimos enemigos en
el Ejecutivo, el reprobado Cristóbal Montoro y la vicepresidenta nacionalizada
catalana Soraya Sáenz de Santamaría.
El
desquite de Soria, como todo en este hombre, es un sainete de campeonato, del
que ha informado el diario El Mundo en su edición de este lunes. El exministro
estaría preparando un libro, que la suya es una manta de imprenta, del que
lleva escritas 150 páginas a doble espacio y que aún no sabe si publicará. En
él daría cuenta, entre otras cuestiones, de los manejos que le llevaron a
dimitir del cargo, de los que responsabiliza a Montoro y a la vicepresidenta.
El
de Hacienda habría detectado una cuenta en Suiza a nombre de la madre de Soria,
lo que demostraría que esa adición del canario a los territorios offshore no es
un vicio privado sino algo que le venía de familia. Según explica Soria, que lo
de disimular la fuente en este caso es misión imposible, la cuenta había sido
liquidada a la muerte de la señora y declarada en el impuesto del Patrimonio,
pero la posibilidad de que se filtrara su existencia le llevó a dimitir para no
tener que hablar de su progenitora en el Congreso, que hay cosas a las que un
hijo no se presta ni por un coche oficial.
Las
otras cuestiones del presunto libro son las que constituyen la urdimbre de la
manta. La primera de ellas tendría que ver con el sector eléctrico y sus
presiones, y singularmente con las ejercidas por Montoro a favor de Abengoa
para que Industria mantuviera las primas a las energías renovables en contra
del criterio de Soria. El exministro detallaría en su inédito incunable cómo le
llegó un correo electrónico desde el gabinete de Hacienda con el membrete de
Abengoa, empresa de la que era consejero Ricardo Martínez Rico, presidente de
Equipo Económico, la asesoría que fundó Montoro para ganarse la vida
honradamente a cuenta de las administraciones públicas. Equipo Económico
mantenía además un contrato con el grupo Abengoa para toda suerte de trabajitos
finos.
La
segunda hace referencia a supuestas presiones de Sáenz de Santamaría para que
Industria no ejecutara la sentencia del Supremo en la que se ordenaba el cierre
de nueve canales de la TDT. La vicepresidenta habría trabajado en este asunto a
las órdenes del presidente de Atresmedia, José Manuel Lara, y ese príncipe de las
tinieblas llamado Mauricio Casals, presidente de La Razón, y ‘confesor’
particular de Santamaría.
En
medio de la reprobación de Montoro por la amnistía fiscal y las revelaciones
acerca de sus extrañas relaciones con sus exsocios de Equipo Económico, entre
ellos su propio hermano, Soria ha olido sangre y quiere llevarse por delante a
los que precipitaron su caída con este manuscrito inédito que amenaza con
publicar aunque sea por entregas.
Nada
habría que objetar a este noble interés suyo en denunciar ahora las intrigas
del Ejecutivo y las tareas de lobby de algunos de sus miembros, si no fuera
porque Soria tiene una relación con la verdad manifiestamente mejorable y, en
ocasiones, ha llegado a acreditar que miente más que habla. El exministro lo
sabe todo de favores de empresarios y otras connivencias, y bien podría
alimentar su best seller con experiencias personales y familiares.
Desde
que Roldán la popularizara, y se sumaran a esta moda gente tan respetable como
el socio de Urdangarín y el tesorero de Sierra Morena del PP y sus patillas, la
manta ha hecho furor y ha eclipsado a los edredones del Ikea. Soria amenaza
ahora con tirar de la suya, que lo de dimitir como ministro vale pero dejarle
compuesto y sin Banco Mundial no lo perdona. Veremos si no se le enfrían los
pies.
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