LAS CLOACAS DEL PERIODISMO
ROSA MARÍA ARTAL
Empecemos
ahondando en misterios insondables de la realidad española. La pensión media
subirá 3 euros al año hasta 2022, al incrementarse el mínimo previsto por la
reforma del PP que desvinculó las prestaciones al IPC. Lo calculó Airef,
Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal. Otros estudios estiman en
200 euros anuales lo que cada pensionista perderá en ese mismo periodo. La
franja de edad en la que arrasa el PP en las elecciones es de 60 años en
adelante. ¿Cómo es posible que prefieran esa opción que merma su poder
adquisitivo? ¿Cómo, viendo que repercute en la ayuda que muchos ancianos
prestan a sus hijos y nietos afectados por los recortes, bajos sueldos o
directamente el paro atribuibles a las políticas seguidas? Porque creen que
otros les dañarían más. Un amplio porcentaje está convencido de ello. Le han
convencido de ello. Lo ven tan cierto como que existe el día y la noche.
Un
gran número cierra los ojos, además, a la corrupción de su partido favorito. A
los daños que causan sus políticas. "Personas de orden", según se
ven, tragan el desorden como quien bebe un refresco. Los valores de la derecha
no pueden incluir, honestamente, semejantes desviaciones. Así vemos a
religiosas llevar a votar a ancianos seniles con la papeleta cerrada. Son millones
los conservadores que se apuntan a una moralidad de fachada, sepulcro
blanqueado de nuestros tiempos. El golpe en el pecho y el incienso no pueden
tapar el saqueo público. Quieren creer quizás, como les dicen algunos, que
"todos lo hacen" aunque sea clamoroso lo que realmente sucede y
aunque, en decencia, nunca es una excusa.
Lo
cierto es que la labor de los medios de propaganda del PP y del sistema en
general –que pasan por ser informativos– constituyen hoy pieza clave de la
situación que atravesamos en España. El referéndum celebrado en Venezuela por
la oposición a Maduro ha sido ejemplo paradigmático. Ningún país europeo
compartió la febril pasión de la prensa oficial española en sus portadas. Ni
siquiera en Latinoamérica registró la noticia tal unanimidad. País por país,
algunos medios la traían y otros no. La prensa argentina fue la que más espacio
le dedicó. Pero no mayoritariamente como aquí. Tiene que tener una explicación,
la tiene y es obvia.
Son,
de continuo, titulares valorativos, intepretativos, opinativos,
editorializados. Una de las primeras reglas del periodismo era, es, que la
separación entre información y opinión ha de permanecer nítida. Es la prensa
escrita, y las radios en machacona impenitencia, las televisiones, las
tertulias en la que no suele faltar el desaprensivo que osa, desde la más
acreditada bajeza moral, llamar miserable a la ex magistrada Manuela Carmena,
hoy alcaldesa de Madrid por una formación de izquierdas. Y ahí entramos ya en
las otras batallas de esta prensa activa en objetivos políticos. Cierra el
círculo dominante Catalunya para evidenciar cómo algunos ciudadanos son capaces
de engullir que hay votaciones ilegales malas, en Catalunya, y votaciones
ilegales ejemplares como en Venezuela.
Cualquier
persona con unas mínimas exigencias intelectuales –y éticas– vería la maniobra
que ya muestran sin pudor. A toda esa gente que nos "instruye" no les
importan ni en lo más mínimo los venezolanos, ni los catalanes, ni –si me
apuran– seriamente las víctimas del terrorismo. No tanto como sus réditos
políticos.
Pero
se encuentran enfrente con esa ciudadanía desactivada capaz de comprar sus
discursos, con todas sus comas, entonaciones y frames completos. Bruselas pide
más ajustes cuando es clamoroso que las políticas del PP se han ensañado con
los españoles para cuadrar sus cifras y encima no lo han logrado. Lean a Claudi
Pérez. Con dos dedos de frente en uso, se cotejaría el aumento de la riqueza de
los ricos en el mismo tiempo. Hasta la compra de coches de lujo. Sí, somos campeones
de la desigualdad.
Y
sin embargo millones de personas son capaces de preferir ese paquete a un
cambio. Les han hecho temerlo más. Escuchar insultos a la inteligencia como los
que despliega Pablo Casado –entre otros– deberían ser una poderosa llamada de
alarma. Pero si les funciona con el número suficiente de seres votantes, les
basta.
Se
observan movimientos de periodistas, activos garantes del sistema y sus
corrupciones implícitas entre ellos, abriendo una alternativa al PP que pase
por el PSOE y un Podemos moderado. La vieja doctrina del Mal Menor que tanto
daño ha hecho a este país. Es evidente que, en el actual estado de la
situación, con tales injerencias y dopajes, ese gobierno nominalmente
progresista represente la posibilidad más viable.
Un
gobierno PSOE/Unidos Podemos debería acometer con urgencia dos medidas
esenciales: tratar de rehacer RTVE y replantear las subvenciones y regalías que
el gobierno reparte entre su prensa afín con nuestro dinero. Es lo mínimo en
aras del derecho a la información e incluso a la libre competencia.
Llama
la atención, en cambio, el escaso respeto que siguen mostrando los dirigentes
de RTVE a las decisiones del Congreso. Articulado ya que habrá una presidencia
por consenso, ni se han inmutado ante
las críticas a la manipulación que despliegan y justifica la urgencia de la
medida. Se diría que la han acrecentado. Ese descaro va más allá del
"manipula mientras puedas". No parece que exista el menor temor a
perder la batuta. Si ya es difícil recuperar el prestigio demolido de RTVE, en
estas condiciones sería su fin. Y el caso es que una radio y televisión
públicas rigurosas ofrecerían una opción imprescindible a la ciudadanía.
Cribar
las subvenciones para que dejen de ser instrumento político al servicio del que
las otorga es medida ineludible para recuperar el derecho a la información.
Sería interesante ver los nuevos babeos al surtidor del dinero.
Victoria
Prego llamaba desde la Asociación de la Prensa de Madrid a resistir. Desde el
servicio a la derecha, loas a distinguidos fiscales, ominosos silencios, hay
quienes al parecer se sienten acorralados. No sé qué más pueden solicitar.
Hasta el defenestrado director de El Mundo, Pedro Cuartango, dice que hay
" menos libertad de expresión que en la Transición". Las denuncias de
Patricia López de Público por la odisea que se ha visto obligada a padecer al
investigar la cloacas del Estado deberían haber suscitado un escándalo. Por no
hablar de las denuncias de otros profesionales de toda solvencia como Rosa
María Calaf u Olga Rodríguez. Esto demuestra, por cierto, que hay periodismo y
periodistas que ejercen su labor, lo injusto de las críticas generalizadas y
que quien quiera obtener información rigurosa la encuentra.
"La
neutralidad, el silencio y el miedo no son las mejores opciones ni para el
periodismo, ni para la vida", dice el periodista de origen mexicano Jorge
Ramos en una charla TED memorable.
Cuestionar y desafiar a los poderosos es regla para el periodismo. Lo
que es azul es azul, pero "la neutralidad no me va a llevar a la
verdad", explica quien comenzó desafiando al poder con 24 años en México y
se vio insultado y expulsado en su madurez en Estados Unidos por los
guardaespaldas del racista Trump.
La
dirección está clara. Y si no son capaces de enfrentar esos desafíos
profesionales, al menos que no colaboren de parte. De parte del poder. Es
exigible que la desinformación interesada deje de ser un problema para la
sociedad española.
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