EL POPULISMO CANICULAR
DE CIFUENTES
ANTONIO MAESTRE
Las
vacaciones de Cristina Cifuentes son noticia porque la presidenta de la
Comunidad de Madrid quiere que lo sean cada verano. El populismo canicular no
falta en época estival igual que no falta Gibraltar o la canción del verano. La
presidenta ha hecho de su decisión de no irse de vacaciones un asunto político
para conseguir ventaja intentando transmitir que ella trabaja más que nadie y,
sobre todo, más que sus rivales que sí se las cogen. Así lo hizo el equipo de
Cristina Cifuentes el año pasado para criticar a Manuela Carmena por irse de
vacaciones. O con Pedro Sánchez por tomarse unos días de descanso en la playa
en el año eterno de negociaciones para formar gobierno.
No
ha pasado un año sin que Cristina Cifuentes haga su habitual ejercicio
demagógico sobre el descanso vacacional. Desde 2015, cuando dijo que no se iría
de vacaciones porque tenía muchos asuntos pendientes que poner al día al llevar
solo dos meses en el cargo.
Lo
que haga Cifuentes como máxima dirigente de la Comunidad de Madrid con su
descanso es su problema. Si no se quiere ir de vacaciones porque no se fía de
los que deja al mando es comprensible, no sabemos la ingente cantidad de
documentos que podrían evaporarse en su ausencia sabiendo que desaparecen en su
presencia sin que la presidenta tome medidas contra sus consejeros. El problema
llega cuando la máxima responsable de los madrileños dice que las vacaciones
son “voluntarias”. Porque es mentira: el Estatuto de los Trabajadores en su
artículo 38, bajo el que no se rige Cifuentes pero sí a los que gobierna,
establece que las vacaciones son obligatorias e irrenunciables, ni siquiera se
puede prescindir de ese derecho por acuerdo entre partes ni pueden ser
sustituidas por una remuneración extra.
Que
Cristina Cifuentes desconozca este punto de la legislación laboral no es
creíble. Sabemos que no lo ignora. Por eso transmitir que las vacaciones son
voluntarias es un relato interesado que subyace en la ideología liberal. Pero
ella como representante público no se atreve a exponerlo con claridad y tiene
que realizarlo con globos sonda que introduzcan el debate en la sociedad y
esperar a que la idea cale.
¿Por
qué me quieren obligar a irme de vacaciones si no quiero? Son las preguntas que
Cristina Cifuentes deja en el aire y que son recogidas por todos los sociópatas
liberales que lo circunscriben todo a la libertad personal sin considerar la
correlación de fuerzas laboral. Cuando eres el jefe y cobras más 60.000 € al
año no hay ningún problema en tomarte las vacaciones como algo opcional. En ese
caso la inmensa mayoría se cogerá las vacaciones porque tiene la libertad
económica necesaria como para que los recursos disponibles no sean un problema
a la hora de tomar la decisión. Cuando eres un trabajador precario con muchas
necesidades económicas y con un trabajo que pende de un hilo y con una
situación de inferioridad frente al patrón que no permite la negociación, la
voluntariedad de las vacaciones dependería única y exclusivamente de las
necesidades del empresario.
“¿Te
vas a tomar las vacaciones con todo el trabajo que tenemos? Estás en todo tu
derecho pero necesitamos en la plantilla gente comprometida que cuando haya
tanto trabajo no se vaya a la playa”. Todos sabemos la libertad de actuación
que le quedaría al trabajador con semejante presión y cómo de voluntarias
serían las vacaciones en ese contexto hipotético.
La
obligatoriedad de ciertos derechos laborales es la vacuna del obrero, una
medida que evita que los más débiles del sistema aceptando condiciones a la
baja hagan fuerte al virus de la explotación. Esa obligatoriedad se establece
precisamente para proteger a los más débiles de la ecuación para que su
necesidad no les obligue a aceptar condiciones laborales depauperadas que
acabarían a medio y largo plazo perjudicando al trabajador primero y a la clase
trabajadora en su conjunto después por la merma general de las condiciones. La
verdadera intención de quienes están interesados en transmitir la idea de
voluntariedad de ciertos derechos adquiridos es abrir la puerta para cercenar
derechos conquistados a los trabajadores. Nada es inocente, y menos las
declaraciones demagógicas de quien solo paga las vacaciones a los trabajadores
interinos por orden del juez.
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