Y DESPUÉS DEL
TORO
DE LA VEGA
POR JULIO ORTEGA FRAILE
Horas
después del crimen anunciado y aseguran que legal del Toro de la Vega en
Tordesillas hay varias cuestiones que han quedado claras. La mayor parte ya las
sabíamos, otras las sospechábamos:
Que
son muy pocos los ciudadanos que defienden la continuidad de esta salvajada
llamada Torneo a la que si la ética no puede más que condenar, su categoría de
tradición en modo alguno puede salvar, tal vez la convierta en más aberrante
todavía por ese afán enfermizo y peligroso de querer conservar una locura por el
hecho de que su origen date de varios siglos atrás.
Que
cada vez son más los que de una forma activa o simplemente expresando su
rechazo a esta brutalidad escenificada con una víctima real (varias si contamos
a los humanos agredidos por la horda y a la horda herida por el toro), desean
ver su inmediata prohibición.
Que
todavía siguen siendo demasiados, aunque menos año tras año, los ciudadanos a
los que sólo les suscita indiferencia este espectáculo cargado de violencia y
por lo tanto no les merece ni su favor ni su reprobación.
Que el
Patronato del Toro de la Vega es una organización formada por mentes medievales
sumidas en el atraso moral, alentadoras de la ignorancia y de la brutalidad,
que impulsan, amparan y ejecutan ideas y actos de índole criminal, aunque en la
sociedad que ellos anhelan y protegidos por legisladores de su misma calaña
fuesen, sean, conductas autorizadas y protegidas.
Que la
guardia civil en Tordesillas, gracias a cuya presencia en otras situaciones
similares, hay que reconocerlo, evitaron que los activistas fuesen linchados
por los partidarios del espectáculo de maltrato del que se tratase, en esta
ocasión han puesto el mismo esmero en registrar a los defensores de animales
que acudieron allí que laxitud en lo propio con los lanceros y sus compinches,
pues afanados como estaban en rebuscar entre pancartas o camisetas de #RompesuelasVIVO se les
pasaron por alto los garrotes que estos últimos llevaban y
utilizaron para golpear. A humanos, que las lanzas las reservaron para el toro.
Que
los periodistas que estaban haciendo su trabajo informando desde el lugar se
han llevado la peor parte posiblemente, si exceptuamos a Rompesuelas, de la
tendencia a la agresividad de toda esta gente que no duda en defender un
espectáculo violento a través de la violencia.
Que
los activistas que fueron a Tordesillas son personas pacíficas, porque las
palabras, cuando transmiten la necesidad urgente de un mundo mejor, siendo
armas no se clavan en los costados, lo hacen en las conciencias, y no provocan
hemorragias de muerte sino la reflexión en aquellos cuya moral y corazón no
estén como el cuerpo del toro tras las lanzadas: muertos.
Que
los lanceros y toda su camarilla de comparsas son personas sin atisbo de
compasión, dotados en buena parte de una inteligencia primaria poco mayor que
la de los hongos, carentes por completo de la emocional y con una querencia por
la violencia con terceros que constituye patología. No parece, en su caso y
dada lo enraizada que la llevan, que psicólogos, psiquiatras, trabajadores
sociales o neurólogos puedan hacer mucho por cambiarles ese patrón de conducta.
Con lo que todo queda en manos de la ley.
Que
viendo este año, como otros, declaraciones en medios de comunicación de algunos
niños y jóvenes de Tordesillas educados en ese entorno, el comportamiento de
los adultos descrito hace un momento está influyendo de un modo trágico,
inmundo y puede que irreversible en su formación teniendo en cuenta su
vulnerabilidad y semejantes referentes, lo que puede dejarles secuelas para
siempre y convertirlos en su madurez en personas que transmitirán a su vez lo
que mamaron. Y que lo que dice el Comité de los Derechos del Niño de la ONU al
indicar que exponer a los niños a la tauromaquia es una forma de violencia para
con ellos, es la pura verdad.
Que el
alcalde de Tordesillas es uno de los políticos más nocivos y desalmados que ha
visto pasar este país, además de ser uno de los más tarugos: “el toro siente
dolor pero no sufre”, (palabras suyas).
Que
Pedro Sánchez, líder del PSOE, una de dos: o es un títere sin el menor poder
para obligar a un regidor de su partido a no secundar lo que dice que su
formación no consiente, o el Toro de la Vega le trae sin cuidado en sí mismo
pero le viene de perlas como forma de recabar votos.
Que el
PP está encantado con cualquier forma de tortura a toros, da igual lo salvaje
que sea, da lo mismo el padecimiento del animal, no importa que quienes la
llevan a cabo no ahorren en vehemencia física con quien se les ponga por
delante, para ellos es sagrada porque es tradición y no están por la labor de
prohibir nada. La Ley Mordaza se les coló sin querer.
Que el
lancero que le asestó la última lanzada al toro, Francisco Alcalá “Cachobo”, y
que aseguró que esa había sido la mejor experiencia de su vida, demuestra lo
que hacen durante su existencia, a lo que aspiran estos sujetos y qué se puede
esperar de ellos.
Que
Mariló Montero es una majadera en el más alto grado de desempeño, pero esto no
constituye ninguna novedad.
Que
Rompesuelas fue alanceado varias veces y que tuvo una muerte espantosa.
Y que
lo que dijo un lancero a caballo al que entrevistaron, “al final nos quitan al
toro”, parece estar más cerca que nunca. Ojalá el transcurrir de los días y
otras noticias nuevas no diluyan lo que hoy a tanta gente revuelve. Los
animalistas no vamos a callar ni a olvidar, nunca lo hacemos, pero necesitamos
que aquellas mujeres y hombres, sea cual sea su relevancia, que se sintieron
indignados al contemplar las imágenes del Toro de la Vega 2015 en televisión
tampoco callen ni olviden, porque ese silencio y amnesia lo único que pueden
traer es que esto se vuelva a repetir el segundo martes de septiembre de 2016.
Julio Ortega
Fraile
@JOrtegaFr
Coordinador
Plataforma “Manos Rojas”
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