“LA OTRA HISTORIA”
Por Eduardo Sanguinetti,
Filósofo
Rioplatense
Es
imperativo otorgar al relato de la historia, una nueva significación, que se
conecte con la necesidad de encontrar respuestas a un presente ficcionalizado,
confuso y conflictivo.
Hechos
y personajes nefastos e incapaces, en funciones de poder político, social y
cultural, serían desmitificados, desenmascarados, desentronizados, por
comunidades hartas, a través de redes sociales, pues las macrocorporaciones
económico-mediáticas solo toman epidérmicamente y con cobardía inocultable las
corruptelas cometidas, amparados por una justicia ausente, en desfavor de los
indigentes, hambreados y excluidos de la historia de los pueblos.
Desde
esta columna de opinión, propongo escribir “la otra historia”, la de los
vencidos, sometidos, silenciados… construir lo “real”, a través del discurso de
seres concretos y exiliados de la vida de las naciones: y dicho discurso,
accionaría como una usina de producir realidades, una fábrica de relatos.
A modo
de testimonio escrito, escribo estas palabras, nutridas de estremecimiento: un
‘acto de vida’, en desfavor ‘del montaje de la historia’ que configura un
pasado perentorio, oportunista, innecesario, falaz y sobre todo simulado hasta
el hartazgo, por los intentos de dar legitimidad a la ficcionalización de la
historia, de ‘nuestra historia’, muy incómoda quizás, fraguada en el fogón de
los discursos reduccionistas, de las ideologías de ocasión, presentes en los
autodenominados historiadores rentados por el poder omnímodo, conformado por un
grupo de funcionarios que intentan, sin pudor ni resistencia de un pueblo
anestesiado, inmortalizar acontecimientos que jamás ocurrieron.
Michel
Foucault en su “Genealogía del Racismo” da un marco discursivo al respecto: “La
creación de un ministerio de historia, del gran depósito de archivos (…),
representa un intento de disciplinar el saber histórico. El poder necesita
reducir a disciplina los saberes históricos y establecer así un saber histórico
de Estado”(p.153). De este modo, asistiremos en un futuro cercano, cuando el
‘presente sea historia’, a un bestial enfrentamiento “entre la historia
disciplinada por el Estado, contenido de una enseñanza oficial, y la otra
historia, ligada con las luchas, como sujetos en lucha”.
Suturando
esta noticia, que será historia, con imágenes del “silencioso” Scioli, cual
ejemplo demasiado válido, plasmadas en miles de afiches, que empapelan Buenos
Aires en estos días, deviene una sensación de hastío en situación kafkiana,
desde un ángulo desconocido, pues ya no guardo la esperanza de que se pueda
construir una existencia coherente a partir de una ficción que el poder
peronista-kirchnerista-menemista, etc., nos obliga a transitar, con decretos
que pretenden fundar una ‘historiola’ argentina, condenada a imaginar un pasado
fabulado y determinado por un grupo de escritores amateurs, con trayectoria
dibujada en Hollywood o Lumiton.
Llamo
a transparentar y accionar, además de la ‘boutade’ de cómo hacer la historia,
sobre urgencias reales: Argentina hoy solo es paisaje, un destino exótico para
turistas de todas las latitudes, para invertir y consumir, con índices de
mortalidad infantil enormes, enfermedades endémicas, millones de hectáreas de
soja fumigadas con veneno en desmedro de la salud de los habitantes de la
tierra, junto con una densidad de un habitante y medio por kilómetro cuadrado,
en todo el territorio nacional; nada ha cambiado desde hace dos siglos.
Transitamos un presente, señores lectores, que será historia y que debe ser
tratado con las ‘urgencias de un recién nacido’.
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