ORGÍAS DE
DERECHAS
ANÍBAL MALVAR
rEl
gran éxito de la derecha española en los últimos 20 años ha sido el de
permanecer compacta, unívoca, voraz, golosa y, por lo tanto, un poco obesa. De
ahí que, desde 1996, haya gobernado 12 años, por SOLO siete de la presunta y
confortable izquierda del PSOE. Durante nuestra beatífica e imaginaria
Transición, la derecha española vivió escindida entre los que protegían a la
oligarquía franquista con delicada fonética ( ADOLFO SUÁREZ) y los que
protegían a la oligarquía franquista con voces y bramidos (Manuel Fraga). Dado
el dulce y trapisóndico carácter de nuestra noble oligarquía franquista, ganó
el puso el bramante Manuel Fraga. Perdió muchas ELECCIONES democráticas. Quizá
más que ningún otro antidemócrata. Pero acabó dejando un brotecillo, el PP, José
María Aznar, de muy franciscofranca envergadura. Y ese hombre volvió a amarrar
a nuestra apolillada oligarquía franquista. Y la derecha del PP venció, porque
la unión de la derecha hace la fuerza, como dice el dicho.
Hoy
la derecha española se nos ha escindido, y ya no sabe uno bajo qué hierro
humillar su cuello de niño yuntero. Cuando se te escinden las oligarquías,
sientes un pavor hacia el futuro que no es de recibo de la luz. El obrero
necesita saber bajo qué látigo inclina su lomo. Es un derecho fundamental,
SEGURAMENTE recogido en esa Carta de Derechos Humanos que practicamos todos los
días, de seis y media a siete de la mañana, justo antes del fitness y de la
manicura.
Parte
de nuestra derecha opta por Ciudadanos, que es la FALANGE Española de no pegar
tiros. Este joven y emergente grupo de yogures políticos elegantemente
maquillados, durante sus casi diez años de vida en el Parlament catalá, ha
votado a favor de la reforma de ley del aborto de Gallardón o para privar de
asistencia sanitaria a los inmigrantes sin papeles. De su adscripción a un
colectivo neonoséqué en las ELECCIONES EUROPEAS de 2009, casi prefiero
callarme, no me vayan a venir a casa unos skins por casualidad. No seré yo el
primer excéntrico que se ponga a intentar un periodismo valiente.
Pero
lo que más desvela mi paz interior no es esta cool resurrección del falangismo.
Es la ruptura de la Siempre Derecha, de la de toda la vida, de la de los
poderes fácticos, con sus señores con bigote y sus señoras abigarradas, con sus
curas, con sus largos apellidos, con su saber no dejar estar. A mí, sin ánimo
de entristecer a nadie, esa es la pérdida que me inflama.
Ahora
tenemos a un presidente de honor del PP diciéndole a un presidente del PP cosas
mucho más que feas, y el obrero español ya no sabe ante quién inclinarse, si
ante José María Aznar o ante Mariano Rajoy. “La primera regla de la política es
que pierdes todas las batallas que no das”, le ha escrito Aznar a Rajoy en un
comunicado tras la debacle popular en Cataluña. Un comunicado difundido a
través de FAES, el famoso, ilustre y SUBVENCIONADO centro de estudios
ontológicos.
La
derecha española es hoy una orgía de desafecciones, con todo dios dándose por
el culo, y las clases menesterosas necesitan un liderazgo firme que las libere
de ese no saber a quién votar ni por quién ser traicionado. Que España es de
derechas lo sabe todo el mundo, pues en este país casi todo ciudadano ha tenido
futuro en el pasado. Eso nos inclina hacia el conservadurismo. Pero, con todo
este lío, ya no se sabe a qué oligarca votar. Es lo malo de la democracia. La
izquierda, con su SÓLIDA consolidación, sacará provecho de esta grave escisión
de la buena gente de derechas. Y esa es, para los obreros de buen corazón, una
horrorosa noticia.
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