LEOPOLDO: LA SENTENCIA DE LA «VENGANZA»
POR: XURXO MARTIZ CRESPO
Invito
a ver la rueda de prensa de Felipe González y Lilian Tintori, en Madrid, sobre
la reciente sentencia condenatoria a Leopoldo López. Pareciera que el futuro de
Venezuela se dirime en Madrid, Miami y Washington, mientras el pasado que
representa Leopoldo López se dirime en las urnas, de su país, cuyos resultados
él no reconoce.
Según
su esposa, su custodia militar es exagerada, pero aun así pidió ser esposado
para que el «pueblo de Venezuela lo libere». Hecho en falta en esta
comparecencia, de Felipe, Lilian et allia las citas del condenado a «tumbar al
gobierno», a «desalojar Miraflores», «a no reconocer los resultados
electorales», «a no rendirse hasta que se vayan»… olvidando que esos que él
(Leopoldo) quiere que se vayan están ahí porque así lo quiso la mayoría del
pueblo venezolano.
Citas
de Martin Luther King de Leopoldo leídas por su esposa, ni una palabra por las
más de 40 muertes que sus alebrestadas arengas trajeron a las calles de
Venezuela.
En el
país del «yo no fui», donde nunca nadie hizo nada, incluido Leopoldo, su esposa
Lilian nos dice que él es inocente porque así lo ha dicho, según ella, la ONU,
Human Rights Watch, Amnistía Internacional… y yo añadiría: y él y Felipe
González y su mamá.
Pero
la realidad es otra, que no sé si conocen en instituciones tan lejanas, poco
creíbles, inoperantes y financiadas (no se sabe bien por quien) como las
anteriormente citadas. La realidad es que Leopoldo busca el poder por medios
violentos ya que no puede conseguirlo por los pacíficos de las urnas y un
Estado de derecho, de ese primer mundo que a ellos tanto les gusta, no
permitiría que un ciudadano incitase a miles de personas a salir a la calle, a
impedir la libre circulación, a destruir bienes públicos y privados,
enfrentándose a la ley porque él no está conforme.
Tal
vez Lilian no sabe que todas las actuaciones de su esposo son delictivas tanto
en el Estado español como en Europa, y que por las mismas en Estados Unidos
recibiría una inyección letal y en el Estado español, como mínimo, 20 años de cárcel,
en las antípodas del lugar de residencia de sus familiares para que pasen
trabajo al ir a visitarlo una hora cada semana. En fin.
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