EL KABILDO GRANCANARISTA Y SUS REGALOS TABAIBEROS...
EL PADRE BÁEZ.
... los que
hace el cabildo del Gran Tabaibal, que tiene según me cuentan en Tafira Baja
-por donde el antiguo seminario diocesano-, un vivero o algo afín, donde
regalan plantas, y he aquí que el papá con su hijo, muchachote el chico, van a
por el regalo cabildicio, y ante la oferta gratis del ente, el sensato padre,
no duda en elegir entre los árboles frutales y ya no sé si pidió un castañero y
un nogal -o lo que fuera, en número y en variedad-, que al solicitar más de la
cuenta le dijeron que los pedirían y que volviera, y bla, bla, bla...
Que no viene a
cuento, que lo que les quiero de verdad contar, es lo que viene ahora, que
también el muchachote, -¡angelito mío!-, también en la carta de oferta tan
variada, va y se decide por un pino y un viñátigo (un servidor, les jura por lo
más sagrado, que mí, no conocer lo que es un viñátigo [ni falta que me hace,
por la leche que da, según tengo entendido]), pues al grano.
Esto, merece
una reflexión o consideración: con la que está cayendo -y aunque nada cayera-,
es el caso, que un hombre, hecho y derecho, elija árboles frutales, que dan
comida, como que es lo más normal y cuerdo, pero que el heredero y
descendiente, ya maleado por la formación escolar recibida, haga defensa y
discuta con su progenitor, sobre las ventajas y el por qué ecológico de su extraño
y raro modo de proceder o actuar, no creo el padre le dijera, pero hijo: ¿no
ves el pino desgracia la tierra donde lo plantes?, y en cuanto al almácigo,
¿eso qué coño es?, ¿qué fruta da, si es que da alguna fruta?
Pues yo, como
(me alimento) de los que planto, mientras que tú, si tuvieras que vivir de lo
que te den tus dos arbolitos del diablo, ¿qué comerías?, ¿acaso pinocha? Pues,
mis amigos, éstas tenemos. Un cabildo "verde", que regala árboles
para forestar, pero no de comida, sino de miseria y más hambre; y en lugar de
enseñar a una pobre y desnortada juventud perdida, que los árboles que no dan
fruto -como dice Jesús en el Evangelio-, hay que arrancar los pinos, y plantar
un frutal en su puesto, ¡pues como que no señor!, aquí, regalamos basura, para
que esta juventud desorientada, siga perdiendo esta isla más que perdida,
porque si con las tabaibas teníamos poco, ahora te regalan viñátigos y pinos,
pinos y viñátigos les daba yo a ellos, por las costillas y para que coman
-exclusivamente- de sus frutos.
El Padre Báez.
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