ODA AL MAR
VITAL AZA
Pues señor; es
preciso, indispensable,
escribir algo serio,
algo notable.
Esos versos festivos y
ligeros,
sin importancia,
insustanciales, hueros
son baldón de la dulce
poesía.
¡Habrá que
“comprimirse” caballeros!
¡Nada de ligerezas!
¡Tontería!
Aquí se necesita está probado-
en vez de ser ligero,
ser pesado.
Lo he decidido ya,
nada me inquieta.
Mi inspiración a
chorros se desata…
¡Hoy me siento poeta!
No sé si acaso meteré
la pata;
posible es que la
meta;
pero, en fin, por
probarlo no quede.
Ya veremos después lo
que sucede.
Mas aquí para brillar
y darse tono,
es preciso entonarse,
y yo me entono:
“¡Oh, mar! ¡Soberbio
mar! Sobre la espuma
de tus rugientes olas,
que el embate
sufren innobles de la
densa bruma…”
Ya se me fue la pluma
y acabo de decir un
disparate.
Esto no vale nada.
Volvamos a empezar. Es
lo prudente.
¡Ven en mi ayuda,
inspiración sagrada!...
Ya la siento venir...
Ya arde en mi frente
Lo que es ahora sé que
ya no dudo:
¡Oh, mar! ¡Soberbio
mar! ¡Oh, mar hirviente!
¡Oh, proceloso mar!
¡Yo te saludo!”
Así, perfectamente
me ha salido muy bien,
¡pues ya lo creo!
Ya sé que al mar le
tiene sin cuidado
que lo salude o no,
pero deseo
que vea el mar que
estoy bien educado.
No quita lo cortés a
lo inspirado.
"¡Yo te saludo,
oh, mar! ¡Y no te temo!...”
“No te te” ..no está
bien, en poesía
cometer tan atroz
cacofonía.
Conocer los defectos
ya es bastante.
Borremos el verso y
adelante:
"No con temor,
con amoroso anhelo
veo ¡oh, mar! que se
elevan orgullosas,
hasta tocar en el azul
del cielo
tus ingentes montañas
espumosas”
El adjetivo
“ingentes”,
por no estar al
alcance de las gentes,
es aquí de un efecto
extraordinario.
Las palabras vulgares
y corrientes
no son para estas
odas, convenientes.
¡Para algo ha de
servir el diccionario!
"¡Humilla tu
altivez, - ¡Oh, mar! que inmolas
con loco orgullo tu
pasión vencida;
que, al morir en la
playa, son tus olas
imagen verdadera de la
vida!”
Me gusta este
cuarteto. Es muy bonito.
¿Qué hay dos ripios
decís? ¡Pues no los quito!
Bien disculpa dos
ripios, - ¡poca cosa!-
el decir una idea tan
hermosa.
Yo -a la verdad-
con nadie apostaría
a que la idea sea mía;
mas sea de quien sea ,
la originalidad en
poesía,
está en el modo de
expresar la idea.
Sobre estas dudas,
pues, hagamos punto
y vayamos al fondo del
asunto:
"Guardas ¡oh,
mar! en tu profundo seno
- como guarda el avaro
su tesoro-,
revuelto en el cieno
perlas, corales y
lingotes de oro”
¡Qué atrocidad! No sé
lo que me digo
“¡Oro en lingotes en
el mar profundo!”
Puede ser que lo
encuentre junto a Vigo
del cargamento aquel
del Nuevo mundo!
¡En otra parte, no!¡La
dulce lira
me ha obligado a decir
una mentira!
(Mentira disculpable
en un poeta,
pues mienten todos más
que La Gaceta).
"Guardas, ¡oh, mar!
en tu profundo seno..."
¡Cualquiera sabe lo
que habrá en su fondo!
Pero yo he de insistir
en mi manía...
"Guardas, ¡oh,
mar! en tu profundo.."¡Bueno!
Que guarde lo que
quiera, No respondo
de no decir alguna
tontería.
"De tu insondable
abismo, en lo más hondo;
de tus frías entrañas
en el centro,
guardas, ¡oh, mar!...”
Quisiera decir algo
y ¡nada!, no lo
encuentro.
Me he metido en el
fondo y ya no salgo.
Media hora hace ya que
me chapuzo.
Ya no soy un poeta,
¡soy un buzo!
¡Vaya el mar al
demonio! Estoy cansado.
No sirvo para el caso,
ya lo veo.
Con tanto “¡Oh, mar!,
¡Oh, mar!” como he soltado,
estoy completamente
“mareado”
Cuelgo la lira y vóyme
de paseo
a ver si se me quita
este “mareo”.
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