La caída de la tarde...
DUNIA SÁNCHEZ PADRÓN
La caída de la tarde persiguiendo
lentamente los astros que ya levantan su luz en los firmamentos. Tus pasos.
Sombras difusas que se transforman en alas de mariposa al encuentro de una
mirada. Tus pasos. Y sigues con ese andar por un sendero liada a riscos en los
flancos. No sabes a donde te diriges. Pero como esto es una isla bien de seguro
que llevará a la mar. A ese océano que penetrarás y sabrás del reverder de tus
emociones. Vas solo. Como no. Siempre sola. Solo la brisa da golpecitos a tus
espaldas. Golpecitos que más bien parecen acariciarte. Tus pasos. No necesitas
a la luna. Tus sentidos te llevarán hasta él. Mientras en el camino te
encuentras un viejo árbol caído, de piel gris. Quiere comunicarte algo y te
habla. Te habla.
Viejo árbol:
La vida es
corta. Los años se van. Y como una violenta resaca cuando nos demos cuenta
estaremos bajo tumbas. Vive. Aprovecha cada instante que te brinda la vida sean
amargos, sean felices. Todo es cuestión de instantes.
Ella:
Ya se que la vida es
breve. Pero yo he desfrutado de ella. La vida se ha sentado conmigo y ha
conversado. Ahora, como tu, soy una anciana y voy en busca de mi destino. La
muerte.
Viejo árbol:
La muerte.
Estás eligiendo lo impredecible ¿Qué prisa te lleva a ello?
Ella:
La prisa del viento. La
prisa de las jornadas. La prisa de la vida. No se. Creo que ya no cabe más gozo
en ser y por ello voy hacia la mar. Hacia la muerte. Quiero partir. Que mis
huesos y carnes se hundan como esos ahogados obligados por los sueños falsos.
Ya no tengo más nada que hacer. Solo llegar al océano y dejar que las olas me
lleven, me lleven más allá de este mundo.
Viejo árbol:
Te sublevas. Vas en contra de la
razón. Pero te comprendo. Entiendo que quieras se parte de ese manto azul
virgen que puebla este planeta. Es lo más puro, lo más desconocido y tal vez en
sus profundidades encuentres el logro de tu vida. Ese silencio que ya nadie te
podrá quitar y en tu soledad y en tus pasos solo verás el deseo del fin.
Ella:
¡El océano¡ Ahí está. Ahí está. Como
rompe contra las rocas. Ahora quiero que su cuerpo, que su olor rompa contra
mis sentidos y me lleve lejos. Muy lejos. No tengo nada que perder. Todo es
estático. Todo uniforme. Todo se mueve en una masa homogénea de la cual ya no
hay más ilusión por vivir. Llévame océano de los náufragos junto a ellos.
Quiero ser una más. Una más que se mueve por las oscuridades de su misterio.
Quiero saber de su misterio. Quiero abrazar sus sentimientos. Quiero amarlo.
y una bocanada profunda entro a mis sentidos dejando mi piel agrietada por la sal de la vida ya pasada mientras observo ese ocaso marino.... precioso texto felicidades a Dunia y gracias ti Anghel por compartir un abrazo a los dos
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