CAPITALISMO Y DESARROLLO SUSTENTABLE
Eduardo Sanguinetti. Filósofo rioplatense
“Seríamos un tanto hipócritas, saben que no es
lo mío, si dijéramos que cualquiera puede viajar en Buquebus de un lado a otro
o de allá para acá."
Pueden
viajar los que tienen un determinado nivel de vida, un determinado ingreso
económico”, dijo la presidenta Cristina Fernández al cuestionar el discurso de
su par de Uruguay, José Mujica, en Puerto Madero días pasados, quien había
elogiado al dueño de Buquebus, Juan Carlos López Mena, aseverando: “Porque en
sus barcos viajan argentinos y uruguayos de todas las clases sociales”. Esta
simpática situación se dio en el acto de bautizar el nuevo barco de la empresa
de este empresario, con el nombre del papa Francisco. Un tanto oportunista el
instalar el nombre del pontífice, quien no deja margen de duda, en su discurso,
al rechazar de plano y sin medias tintas los bienes suntuarios y para pocos y
sobre todo haciendo de lado honores y demás detritus. Desde mi agnosticismo,
destaco el accionar de este Papa, muy propenso a desmitificar, haciendo de lado
sermones y discursos vacuos que tienden a confundirlo todo.
Cristina,
una vez más, intenta escapar a los lugares comunes y aparentemente a la
política marcada por EEUU, como lo ha manifestado en discurso potente y sin
matices en Naciones Unidas hace unos días, denunciando al imperio del norte,
que ha llevado a todas las naciones del mundo a ser territorios con su
patrimonio cultural y de relación degradados; donde el mercantilismo impuso
criterios siniestros para la vida en relación de los pueblos, sometidos a las
tendencias anquilosadas, vetustas y genocidas.
Hago
mención, a lo acontecido con José Mujica, quien en su estadía en Estados
Unidos, de manera anacrónica a lo manifestado en sede de Naciones Unidas en su
inclaudicable discurso, al que adhiero, de dar por tierra con el consumismo y
las prácticas del sistema capitalista, se reúne al otro día con Rockefeller, el
más vigoroso exponente de una saga de explotadores de larga data, que
degradaron con sus operaciones criminales nuestra condición de ser en este
mundo. Al menos me resulta extraño y sin sentido vital este encuentro mañanero
y lo sumo al que tuvo luego con el vicepresidente de Estados Unidos, quien
afirmó conocer la trayectoria de vida de Pepe; creo que si en verdad la conoce
desde sus inicios, cuando luchaba a sangre y fuego contra el capitalismo, creo
que se reunió porque “el protocolo obliga”; sobre todo en este tiempo, donde
pareciera que el imperio cambia paradigma ante una crisis sin precedentes.
Y
de regreso al Río de la Plata, nos encontramos nuevamente con el conflicto de
las pasteras, que pareciera se asimila al eterno retorno de lo que se creía
superado. Debemos admitir y constatar que existen gravísimos problemas
relacionados con una crisis de credibilidad en lo que a jefes de estado y
soluciones diplomáticas se sucedan. En fin, tanto tratado bilateral, tantos
organismos de países de la región, tanto “hermano sudamericano”, ¿para qué?, si
llegado el instante de accionar al unísono, se producen confrontaciones,
simuladas o no, que degradan la vida en relación. Sería necesaria una ecología
de la mente en acto.
En
tal sentido no dudo en afirmar que hablar de ecología a secas, sin la variable
social, es el lenguaje de quienes viven de su renta. De tal modo, es
tendencioso y falaz discutir sobre desarrollo sustentable, en tanto la brecha
entre ricos y pobres se ha ensanchado 70 veces con relación a los años 60. Más
que hablar de ecología, debemos hablar de política. Y lo hago desde la denuncia,
en el convencimiento de que en el modo de producción y distribución
capitalista, en el marco de sus propias contradicciones, no hay desarrollo
sustentable ni esperanza de sobrevida para nadie.
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