DISPAREN CONTRA OBAMA
DIARIO LA REPUBLICA
El
presidente estadounidense debió soportar –desde que asumió el gobierno por
primera vez– la oposición cerril de las fuerzas conservadoras.
Se
convirtió, así, en blanco de los ataques más despiadados de la derecha
encarnada en el Partido Republicano y cuya quintaesencia es el Tea Party, la
caverna retrógrada por excelencia. Esto no es noticia. Sin embargo, por estos
días ha arreciado la embestida conservadora, al punto de obligar al presidente
a disponer un cierre parcial de los servicios públicos estatales. Si bien
durante el gobierno de Clinton se había llegado a una situación similar, esta
vez la postura intransigente de los republicanos hace prever consecuencias
temibles.
La
tímida reforma de la salud impulsada por Obama en su primer periodo de gobierno
está en el ojo de la tormenta y parece ser la causa de este actual impasse. El
Partido Republicano fue, desde el comienzo, un férreo opositor a la reforma del
sistema de salud, a la vez que un enemigo acérrimo de una política tributaria
que pretendía imponer más exacciones a las clases altas.
Ahora
parecen haber encontrado la ocasión propicia para dar la estocada final.
Aprovechando la mayoría que ostentan en la Cámara de Diputados, los
republicanos procedieron a un chantaje político francamente obsceno:
condicionaron la aprobación del presupuesto a la eliminación de hecho de la
reforma de la salud.
El
resultado es por todos conocido: una considerable cantidad de funcionarios se
hallan en una especie de seguro de paro aunque sin cobrar sus estipendios, y el
país está virtualmente paralizado. Barack Obama ha denunciado, con razón, lo
que ha llamado una “cruzada ideológica” lanzada por la derecha recalcitrante.
Esta
estrategia desestabilizadora es característica del accionar de la CIA en los
años sesenta y setenta, aplicada con el objeto de preparar el terreno para un
quiebre institucional y la asunción de un gobierno de signo conservador. Por
algo se dice que en aquel país no hay golpes de Estado porque allí no hay
embajada de EEUU; y además, cuando un presidente aplica políticas contrarias a
los intereses de las clases dominantes, la reacción apela al método mucho más
expeditivo de asesinarlo.
La
situación de excepción que vive hoy EEUU debe hacernos reflexionar y advertir
que, por más que Barack Obama no haya colmado las expectativas de muchos,
demócratas y republicanos no son lo mismo y que un representante del Tea Party
en la Casa Blanca sería catastrófico para el pueblo estadounidense y para el
mundo en general.
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