Cristóbal Colón y la esclavitud
Alfredo Cárdenas Cruz
Los homenajes
a Cristóbal Colón el 12 de octubre se han desdibujado en Latinoamérica a partir
de 1992, aunque ya eran cuestionados a mediados del siglo XX.
La
primera fiesta colombina de 1892 introdujo conceptos de “patria espiritual” o
“madre patria”; de ese modo, España buscó hegemonía cultural en su tarea
hispanista, cuando sus nostalgias imperiales eran solo rasgos lingüísticos en
la región.
El
primer testimonio de un esclavo que aparece en la historia fue el de Olaudah
Equiano (1750) capturado en Gambia -según Hugh Thomas (1998). Los africanos
también habían creado supersticiones acerca de los conquistadores y pensaban
que los europeos eran caníbales en sus creencias, y que el vino que bebían los
tripulantes de los barcos era la sangre de negros cautivos; el aceite de la
mesa eran grasas que extraían de otros negros o que el queso de olor fuerte,
que el comandante merendaba en su cabina, era cerebro de esclavos. Por ello,
Olaudah Equiano se interrogaría: “Si los tripulantes ‘No tenían país’. Si vivían
en aquel lugar vacío. No tenían mujeres y, si las tenían ¿dónde eran? ¿Cómo
navegaba aquella casa?”.
En
relación al esclavismo, el primer presidente keniano, Komo Kenyatta, dijo:
“Cuando los blancos llegaron, nosotros teníamos la tierra y ellos la Biblia;
nos enseñaron a rezar con los ojos cerrados, cuando volvimos a abrirlos,
nosotros teníamos la Biblia y ellos la tierra”.
La
tarea esclavista que iniciaron los portugueses alumbró los ambiciosos ojos del
navegante Colón. La conquista americana significó una contradicción espiritual
y material, un golpe doloroso para América que se introducía en el mundo
político, como parte de la historia clásica: la civilización era Europa, el
resto era salvaje y pagano. Esto era el principio de una separación del mundo entre
buenos y malvados, inteligentes y subnormales o justos y culpables. Casi
paralela a la conquista, Nicolás de Maquiavelo escribió El Príncipe (1513), que
era el precedente teórico de la ciencia política, porque desveló los mecanismos
y motivaciones de los agentes políticos en el desplegamiento del poder. Al
mismo tiempo el Estado moderno nacía con estos ingredientes: la mentira y el
mito son instrumentos conscientes seudo-legítimos que se ponen al servicio de
la acción de gobierno y de intereses particulares. La política y la religión
serían pretextos y unas herramientas más del poder.
Cristóbal
Colón en sus cartas con los reyes católicos entre 1493 y 1503 procuró comenzar
el comercio esclavista, que los reyes dieron por bueno, así contestaban desde
Madrid a Colón, el 12 de abril de 1495: “Cerca de lo que escribisteis de los
indios que vienen en las carabelas, parécenos que se podrán vender allá mejor
en esta Andalucía que en otra parte” –como afirmó Richard Conetzke, pero al
entrar en contradicción con la sede vaticana, se retractaron, pero a petición
de Colón y, posteriormente, de Hernán Cortés, se estableció el esclavismo de
los rebeldes y las encomiendas se desplegaron como deslegitimación de los
indígenas a quienes acusaban de infieles, sodomitas y caníbales.
Antes
de su viaje a América, Colón estuvo en África (islas Madeira y Cabo Verde)
donde fue testigo de los precios que alcanzaban los esclavos (8.000 maravedíes)
y él propuso a los reyes españoles que los americanos podrían cotizarse entre
1.500 y 1.800 maravedíes. El primer cargamento de esclavos no fue desde Europa
o África, sino desde América. En 1495, Colón envió con Antonio de Torres
alrededor de 500 indígenas y en 1496, el Almirante portó 30 más y los vendió a
1.500 maravedíes por esclavo. En 1499, Américo Vespucio y Alonso de Ojeda
llevaron 232 esclavos indígenas. Colón además se encargó de cobrar los 10.000
maravedíes, el sueldo anual de un marinero, que la corona ofreció de recompensa
al primero que viese “Tierra”.
El
famoso Rodrigo de Triana que figura en los textos históricos actuales no
existió: Alice Bache Gould lo demostró en su Nueva lista documentada de los
tripulantes de Colón en 1492 (1984). Ella desveló que Juan Rodríguez Bermejo
fue realmente quién avizoró la isla Guanahani (en Las Bahamas), pero Cristóbal
Colón lo apartó de toda conquista y lo despojó de 10.000 maravedíes, que fue la
recompensa, el sueldo que un marinero de la época ganaba en un año. Rodríguez
Bermejo desapareció de la historia oficial gracias al almirante Colón.
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