jueves, 26 de enero de 2017

RAJOY INSULTA A LA PRENSA (OTRA VEZ)



RAJOY INSULTA A LA PRENSA 
(OTRA VEZ)
ANÍBAL MALVAR

No hace mucho, a siete de enero, este mismo vate vago desvelaba a sus frívolos lectores la primicia de que Mariano Rajoy no lee El País. Ignora a ese mismo periódico que le regaló un segundo mandato ayudando a Susana Díaz a despeñaperrizar a Pedro Sánchez. Se supo, lo de que MR no lee El País, cuando en víspera de Reyes varios medios entrevistaron al presidente acerca del recién filtrado informe del Consejo de Estado sobre los delitos, inepcias, subcontratas, omisiones e iniquidades cometidas por el Gobierno Aznar con los 62 militares españoles muertos  en el Yak-42. Los periodistas abordaron al presidente en Pontearnelas, cuando culminaba su cotidiano galopar vacacional por las leiras de Galicia.

–¿Han sacáo un dictamen sobre eso? –la exclusiva la había publicado El País–. No lo he visto –zanjó en chándal el sudoroso y orballado presidente.

El País es el primer periódico de España. Si Mariano andaba ocupado en sus trotes, cualquier cráneo neuronado habrá de suponer que Soraya y María Dolores de los Ejércitos tampoco leen El País, pues lo normal hubiera sido que enviaran un sms o un tam-tam a los guardaespaldas que caminan rápido detrás de Rajoy, para que informaran al monclovita de la primicia que estaba atronando en los medios a más decibelios que Millán Astray con una emisora de onda corta.

Aquel “no lo he visto” de Rajoy fue un desprecio hacia la prensa un poco menos histriónico que el de Donald Trump tras su proclamación. Pero desprecio de muy gemelo simbolismo.

Pues no han pasado ni tres semanas de aquel suceso y, ayer mismo, nuestro amado líder vuelve a ponerle mohínes de desamor a la profesión periodística. Y esta vez en casa del muy noble y torcuatiano diario ABC, otrora palio informativo del franquismo, hogaño severo preceptor de nuestra traviesa y pecadora democracia.

El caso es que ayer invitaron a Mariano Rajoy al Foro ABC en el neobarroco salón de bodas del Casino de Madrid. El presidente había pactado un coloquio con periodistas para amenizar el acto, y así reaccionó ante una pregunta de Ángel Expósito, piadoso ex director del diario anfitrión y hoy estrella vespertina de la COPE.

–Tengo un montón de preguntas, se lo puedo asegurar, presidente, que se refieren a lo dicho por una sola persona, por un nombre propio… ¿Lo adivina?

–¿Quién? –Rajoy vuelve hacia Expósito dos hombros contundentes de púgil parlamentario.

–¿Sabe quién le digo? –insiste el periodista.

–No –la sequedad de su monosílabo contrastó con la orballante rumiada retranqueira con que despreció hace veinte días a El País.

–Tengo un montón de preguntas referidas a José María Aznar, que habló ayer… El presidente Aznar dijo ayer textualmente: “Tenemos un país que se está desvertebrando social, política y territorialmente”. ¿Comparte usted el diagnóstico?

–Gracias por no insistir.

Yo no había contemplado una violencia tan incontenida en Rajoy desde aquel debate en el que llamó ruiz a Pedro Sánchez. El iracundo Rajoy que se arrojó sobre el descolocado Expósito hizo por un momento olvidar al humorado tecnócrata, tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que parece casi siempre el cachazudo pontevedrés.

Ya se apuntó arriba que uno no observa demasiada diferencia entre este Rajoy hardcore y el belicismo de Trump en sus respectivas cruzadas contra los medios de comunicación. Son distintos estilos de la misma estrategia de menosprecio a la libertad de información. No puedes acudir al versallesco foro de un periódico a negarte a contestar a los periodistas sin convertir tu presencia en un insulto. No solo al periódico. También a los españoles en general, pues ninguno de los grandes periódicos  sobreviviría sin el dinero público que cada año reciben por diversos conceptos. En resumen: que tú y yo estamos pagando el derecho de ABC a preguntar y ser respondido.

La secuencia entre Expósito y Rajoy puede verse en este enlace de ABC. El autor advierte de que estas imágenes contienen escenas de violencia extrema que pueden herir la sensibilidad de algún demócrata. Y de los estudiantes de Periodismo en general (o eso espero).

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