jueves, 30 de agosto de 2012

EL PARAGUAS DEL DESARROLLO SOSTENIBLE


EL PARAGUAS DEL DESARROLLO SOSTENIBLE

Cristina Covo Gómez
        Si el señor Malthus levantara la cabeza se preguntaría con bastante curiosidad cómo se las arregla la gente para dosificar y administrar los recursos actuales. Y es que somos muchos, dicho más claramente, el planeta está superpoblado.
 
   Sabido es de todos que los recursos no son ilimitados, los agentes orgánicos que se han acumulado por el proceso de los siglos se agotan inevitablemente. La búsqueda de alternativas y fuentes nuevas podría parecer cosa de ciencia ficción; menos ciencia y menos ficción cuando se trata de utilizar otras formas de energía que permitan mantener la dinámica de nuestras vidas, de dar cobertura a nuestras demandas básicas.




    Muchas definiciones he leído acerca de la expresión “desarrollo sostenible”, y he llegado a la siguiente conclusión sobre el significado del término: explotación de los recursos para satisfacer las necesidades presentes sin alterar el equilibrio del planeta y sin comprometer la existencia de las generaciones futuras.
  Ahí es nada. Porque si no hay proyectos y planteamientos adecuados en el corto plazo ¿qué pasará en el largo?


   Los fenómenos que contemplamos como el cambio climático, la variación en el ciclo de las estaciones, el descenso de las reservas y manantiales de agua no son producto del azar, están ligadas directamente al factor humano. Es el hombre con  su pauta de consumo y la aceleración del proceso productivo quien ha obligado al planeta a modificar su ritmo y su aspecto.
  Las metas fijadas en las últimas cumbres sobre índices de contaminación y explotación “tolerables” no han sido del todo cumplidas ni los índices propuestos por consenso respetados completamente.

   Echando la vista atrás veremos el error que se ha cometido con la construcción masiva en el litoral, por ejemplo, el consiguiente deterioro del medio ambiente y la destrucción del paisaje ante el avance del cemento. O la lucha eterna, no exenta de amargura por parte del agricultor, que necesita el agua que se desvía indiscriminadamente hacia el sector terciario.



    Sin ánimo de entrar en términos técnicos diríamos que esta no es la forma eficiente ni adecuada de llevar adelante un boceto que debería tener su grado aceptable de madurez y viabilidad antes de decidirnos a dar un primer salto.
 
   Tampoco los políticos acaban de comprometerse del todo en este asunto; ya sabemos cómo de dulces son las promesas electorales, si bien la línea de trabajo se tuerce una vez han llegado al poder.  La preparación y la honestidad para llevar a la práctica proyectos que están sobre la mesa serían lo ideal, pero desgraciadamente las cosas en la práctica funcionan de otro modo.
 
     El trabajo de un ingeniero o arquitecto que no comprende cuáles son los límites en que nos movemos acaba estrellándose estrepitosamente cuando el proyecto se ha confeccionado entre cuatro paredes sin considerar los parámetros de la realidad, con lo cual hay ya elementos que fallan en la ecuación.

   Actualmente existen poblaciones muy respetables, que han optado por un plan propio y lo están llevando a cabo por su cuenta, sin esperar propuestas raras venidas de fuera. En algunos casos recuerdan comunidades primitivas que se mueven a pequeña escala y, progresivamente, van creciendo y especializándose como una forma armoniosa de entender la relación con el entorno.

   Sí, hay que mirar hacia delante, pero considerando cuál es el punto en que nos encontramos ahora y qué posibilidades tenemos. Estaremos en la senda para introducir los ejes y modelos con los cuales queremos construir nuestro mundo.




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