TRÁNSITO
a las esferas
celestes
de
JESÚS MARÍA
ÁLVAREZ ORAMAS_
José Rivero Vivas
Jesús María Álvarez Oramas y José Rivero Vivas – Agosto/septiembre
de 1960
APUESTA
TENAZ
Texto para la Autobiografía de
JESÚS MARÍA ÁLVAREZ ORAMAS
-
José Rivero Vivas
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En
esta era de innúmeras biografías, propias y extrañas, que relampaguean en
escaparates de librerías, llenan módulos en supermercados y atestan estantes en
colegios y bibliotecas, una más, para el lector, puede carecer de importancia e
inclusive pasar desapercibida. Pero, no debe cundir el desaliento ante la
profusión de fotografías y textos que abarrotan el ámbito de la popularidad. En
general, tantos cuantos volúmenes, de este tipo, se aprecian expuestos al
público, corresponden, sin lugar a dudas, a fulgentes astros, resplandecientes
en un firmamento creado por leyes que mayormente obedecen a un fin material,
acaso de interés común entre estrellas y promotores, girando todos en torno al
sol que su objetivo contempla. De aquí que, tanto artista, como profesional de
plena dedicación, quede rezagado, oculto y hasta ignorado por un mundo que se
comporta insensible, a fuer de indiferente, hacia aquello que no destaca, no
brilla ni enceguece con su rutilancia.
Éxito
y renombre, además de golosos royalties, han hecho que cualquier persona, en
la creencia de poseer mensaje substancioso que legar a la posteridad, decida
escribir su libro, con el propósito de ser también un día aupado a la
celebridad y la fama. Pues, bien: manos a ello. ¿Por qué no? Todos tenemos algo
que decir; al menos, para los más allegados. Bueno es que cada cual presione y
se esfuerce en persistir, cabeza en alto, tratando de dejar huella de su
constancia y dedicación, independientemente de cuál fuere su tarea. No sólo es
cuestión de que los preeminentes de la sociedad expongan su fausto, su gloria,
y aun sus cuitas y sus mórbidas vivencias. También el hombre llano, el
ciudadano sencillo, cuya historia, sin altibajos ni acusados relieves, se
considera gris y plana, debe notificar su satisfacción y sana alegría, pese a
ser escaso su haber en estas regiones de muelle existir; pero, está obligado,
sobre todo, a expresar su inquietud, su aflicción, su angustia y su tristeza:
el desasosiego, en suma, que lo atenaza, sofoca y atribula en el transcurso de
su estancia en la tierra.
*
Jesús
María Álvarez ORAMAS guarda ciertamente abundante activo en su arcano, como lo
confirma su extensa y variada obra pictórica, producción creativa, realizada
sin menoscabo ni titubeo, ajena a cese e interrupción que, firme y perseverante
en el procedimiento de búsqueda y estudio, ha ido progresivamente multiplicando
a lo largo de su itinerante carrera; ello le confiere su derecho a reseñar
reflexiones y pensamientos acerca de su concepción del arte, rendir, a su
criterio, homenaje a los grandes maestros, aludir a influencias que hayan
enriquecido su bagaje individual y enumerar el recíproco intercambio de ideas
sostenido con otros profesionales de su tiempo. Notoria fue, en este aparte, la
década de los sesenta, etapa, durante la cual, se dio cita en París una pléyade
de artistas, de distintas nacionalidades, donde muchos, como el propio Oramas,
tuvieron, por punto de encuentro, el marco de la Place du Tertre de Montmartre.
Rozagantes, en plena juventud e intenso desarrollo de su actividad,
condicionados por la obtención del diario sustento, algunos hubieron de
claudicar en su proyecto y desdorar su ejecución más íntima. Inmersos, no
obstante, en su irresistible pasión por el arte, se mantuvieron íntegros en la
persecución de su noble empeño, aun a costa, en determinados casos, de quiebra
económica y ruptura familiar. Pero bullía también la vida, el entusiasmo y el
contento, y se optaba por la juerga más que por el lamento y la melancolía.
Así, muchas tardes, reunidos en el Vieux
Pichet, cuando el vino había caldeado el ambiente, se había cantado y se
había hablado interminablemente, en franca discusión, sobre infinidad de temas,
Jesús me cucaba y me decía: “Pepe, aquí hay puro macho; vámonos a Pigalle, a
oler hembras”, Y descendíamos de la butte
para sentarnos en una terraza del bulevar Clichy.
Puede
asimismo Oramas aplicarse a la descripción de peripecias y aventuras,
diversiones y gratos recuerdos surgidos a lo largo de su accidentado discurrir,
plagado de anhelos, esperanzas, ambiciones y sueños, al tiempo de relatar sus
viajes, en barco, en avión, en tren, en autostop, como aquel de París a
Estocolmo, que nos permitió visitar cuanto interesante lugar caía en los
límites del trayecto; fueron muchos días juntos, mañana, tarde y noche, y
estoicos hubimos de soportarnos nuestras rarezas, que afortunadamente supimos
superar derrochando armonía y lealtad, civismo y mutuo respeto. Delicado fue el
paso por el Youth Hostal del pequeño pueblo de Dinamarca. Oramas despertó
enfermo. El encargado, al advertirlo, se puso nervioso y no paró de dar vueltas
en la habitación, gruñendo enojado, mientras mencionaba la necesidad de ir a un
médico. ¿Cómo, si no teníamos un duro? Había que esperar a que el pintor
afilara el lápiz y perfilara el portraît
de alguien que, generoso en su curiosidad, aceptara el retrato. Sensible a la
situación, Jesús determinó levantarse. Enormemente pálido y dolorido por la
punzante afección a su estómago, pero enhiesto y dando pruebas de su férrea
entereza, se echó el morral a la espalda, me señaló al danés, y me dijo: “Hay
que irse, Pepe; este hombre está asustado”. Anduvimos buen rato, carretera
adelante, respirando el aire fresco de la mañana, hasta que el primer coche nos
dio el lift oportuno, y continuamos hacia Copenhague. Pero, le toca a él
hoy contar sus cosas; debo, por tanto, respetar su espacio y el tesoro de su
memoria.
Nacido
en época de extrema dureza, Jesús María Álvarez ORAMAS, hombre fino, pulido,
metódico y aun meticuloso, con ojos reidores, de fijo y penetrante mirar, lo
que denota su sagacidad y agudeza de observación y análisis, ha mostrado una
voluntad inquebrantable para abrirse paso, salir adelante y forjarse un nombre
en el panorama internacional de las artes. Siempre ha querido ser, imbuido tal
vez de algún principio esgrimido por un presocrático, un francés de siglos
pretéritos, o un filósofo de años presentes, a quien pudo haber conocido
durante la serie de acontecimientos ocurridos en aquel Mayo que marcó hito
diferencial respecto de educación, cultura y apremio sociológico.
*
Conforme
adquiere el individuo su grado de madurez, suele abandonar posturas,
características de intransigencia y rigidez, para avanzar hacia una actitud más
flexible, tolerante y comprensiva. Es transformación que el artista sufre a
medida que adelanta en su destino, lo cual hace que, sin apartarse un ápice de
su esencia, resulte comprometido en un estado de cambio permanente que lo
libera de anquilosamiento, marasmo y fijación. Esta metamorfosis, superficial o
profunda, se opera consciente, a veces inconscientemente, en el creador, quien,
absorbido por su afán y ardor inventivo, ignora cuanto acaece a su alrededor y
corre en pos de su hallazgo, olvidando el vínculo con su familia, sus amigos y
gentes afines; como consecuencia de su vehemente y serena acción, en meditada
perspectiva, paulatinamente se va incorporando a nuevas tendencias, de las
cuales fue sumamente prolija la pasada centuria. De este modo vemos que, el
tiempo, las circunstancias y otros factores susceptibles de intervenir en su
proceso vital, han contribuido a que Oramas haya moderado, y aun cedido, en su
exigencia de juventud, para abrazar diferentes estilos, tras ardua proeza de
investigación y examen, por donde su pintura cobra una dimensión un tanto
intelectual en su interpretación; al contemplarla, sin embargo, percibirá
extasiado el observador que, a pesar del cambio experimentado, sus cuadros,
invariablemente, destacan por su aguda sensibilidad, referida a forma y color.
En
este capítulo, como en tantos otros, nadie mejor que él para manifestar su
inquietud y aspiración, su meta y objetivo, prevalecientes en su producción, ya
que es, en especial, el autor quien se halla en auténtica disposición para
comunicar a los demás el secreto de su arte, la significación de su obra y el
espíritu que la anima. De ello se deduce el riesgo que supone emitir un juicio
sobre su pintura, que necesariamente habría de ser periférico, entendiendo que,
para calar hondo en la elaboración de un comentario, es preciso escuchar la
confesión que el autor tenga a bien realizar acerca de sí mismo y su propio
desafío. La dificultad se agrava al considerar el extenso recorrido de su
apuesta, sumado al hecho de nuestros esporádicos encuentros, de los últimos años,
cuando hemos coincidido en Canarias. Es, pues, lógico y consecuente dejar libre
opción a los expertos, con el fin de que sean ellos quienes hayan de exponer su
crítica sobre la obra de Jesús María Álvarez ORAMAS, incidiendo acaso en la
culminación de calidad, excelencia de colorido y acertada composición, así como
en la ponderación de su esencia viva, su personal estima y su ineludible
intención.
*
Su
talla, artística y humana, se agiganta en la constancia y tenacidad de su
entrega al arte, vocación, gratificante en sí, colmada de reveses, impedimentos
y acre vicisitud jalonando a intervalos su trayectoria, aunque de carácter
positivo a la hora de sopesar su porfía. Inspirado de gentileza y coraje, Jesús
María Álvarez ORAMAS ha querido evidenciar, en estas páginas de su
AUTOBIOGRAFÍA, el conocimiento adquirido a través de labor y peregrinaje, así
como la experiencia acumulada a lo largo de años de insistente industria y
eficaz consagración; ello subraya lo fehaciente de su seria y edificante
andadura, que es logro palpable de su exploración y magistral aporte en el
cómputo de su fecundo quehacer.
Materializado
el deseo, y hecha concreción, hasta el máximo, la unidad de acción en el curso
de su existencia, podrá la lectura de su libro procurar estímulo al joven que,
receloso o confiado, se aproxima al complejo, a veces descorazonador, mundo del
arte. Prestará, igualmente, su lección apoyo sincero a quien, habiendo
sobrevivido múltiples avatares de su adverso destino, suspira nostálgico junto
a su ilusión que, en nítida fidelidad, alienta en su seno todavía.
José Rivero Vivas
APUESTA TENAZ
Texto para la Autobiografía de
JESÚS MARÍA ÁLVAREZ ORAMAS
Londres, abril de 2001
Obra: E.13 (a.93) Escritos 4
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Notre bon ami Jesús María Álvarez ORAMAS est parti, le 27
août 2017, pour un long voyage, en parcours des sphères célestes, que sûrement
l’emmènera à trouver le sujet qu’avec imagination et fantaisie il cherchait
dans son infatigable traversée d’artiste authentique.
Son absence dévient malheureuse pour nous; mais, en
consolation, il nous a laissé l’empreinte de la chaleur humaine qu´il débordait
tout autour de lui.
Qu’il soit en paix et divinement accueilli dans son
éternel repos.
Je vous présente, cher Madame
Mariette Loquet, mes sincères condoléances.
José Rivero Vivas
Tenerife, 21 de septiembre de 2017
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