domingo, 22 de septiembre de 2013

DINERO, DINERO Y MÁS DINERO

DINERO, DINERO Y MÁS DINERO

Eduardo Sanguinetti - Filósofo Rioplatense
"Nunca me decepcionó el no ser redimido. Quizás yo no quiero ser redimido. Es humano ¿no?, a mi medida y también a mi Dios... que sin mí no es nada". (Contratapa de mi ensayo "Morbi Dei", 1985. Ediciones Corregidor)

Existimos hace décadas en crisis financieras, económicas, de relación, religiosas y culturales, que se han tornado en rutina y modo de vida “paranormal”, de todos los “animales de la granja” (George Orwell dixit), que habitan este degradado mundo de temerosos y vagabundos, sin pertenencia y sobre todo con un horizonte desdibujado, en un futuro sin matices y difuso.

Esto desarticula toda posibilidad de relacionamiento, empeorando y haciendo imposible la participación en la política que define las normas democráticas, hoy inexistentes en el sentido original y noble, del gobierno del pueblo a través de representantes legítimos.

Ciudades vigilando a sus habitantes devenidos en delincuentes potenciales para el nuevo orden imperial, en paseos, parques, plazas, avenidas y edificios, en fin convertidos todos en “ciudadanos bajo sospecha”. En nombre de la sacrosanta seguridad, hipotecamos nuestra libertad de vivir en intimidad y todo lo que de sagrado asimila este término, hoy ausente en los modos y prácticas de una comunidad sin fines, salvo el lucro y la humillación del consumo de cualquier basura que las corporaciones económicas, que dominan el mundo, ordenan.

Walter Benjamin, lanzó al mundo, hace más de 70 años, la idea de pensar al “Capitalismo como una religión”. Hace unos días, el pensador Giorgio Agamben, hace mención acerca de lo meditado y escrito por Benjamin, en una entrevista otorgada al medio Raqusa News, titulada “Dios no murió. Se transformó en dinero”. Por cierto coincido plenamente con Benjamin, y con el agregado de Agamben pues ¿quién puede negar que “el Capitalismo, hoy es una práctica religiosa atroz, implacable e impiadosa, la más bestial que jamás ha existido, desconociendo un estadio de redención, para todos/as sus fieles”, tal como lo manifiesta este filósofo italiano.

“El Capitalismo celebra un culto cuya liturgia es el dinero, activo incorpóreo por el que las mayorías ofrendan sus existencias”. El Dinero es todo, es Dios, deidad suprema del mundo que intentamos habitar.

¿Qué podemos esperar del Capitalismo, tendencia genocida, necrótica y anquilosante, devenida en religión, hoy en su cenit absoluto, reinando en la denominada aldea global?

En fin, no esperemos nada salvo de nosotros mismos. Ninguno de nosotros está intacto, pues nos han disparado a quemarropa, somos blancos móviles de un mundo saturado de referentes desconocidos, que dictan y rigen sobre nuestras vidas y la de nuestros pobres y torpes políticos, asimilados a las prácticas de gestión de gobierno del siglo XX.

Solo tenemos una vida para vivir; debemos honrarla en verdad y libertad. Pero por ahora, ante el estado de las cosas, no es más que un anhelo y frecuentemente una desesperación.


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