POR: EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
La
democracia no requiere de sabios, de un pueblo cultivado o ilustrado, sino de
una comunidad suficientemente informada, que tenga alguna idea y una imagen de
lo que sucede.
Ahora
bien, qué significa hoy, una comunidad “suficientemente informada”.
Reconozco
que no se puede responder, de manera clara y legítima este interrogante, pero
sí puedo asegurar cuándo una comunidad está “suficientemente desinformada”,
como lo manifiesto hace años, ante la mirada torva de los militantes de lo
estafa y el fraude.
Tal
el caso del pueblo argentino, que día tras día se desvanece en la sublimación
de los más sexual que el sexo: el porno, que los medios de publicidad les
plantea cómo realidad única, que concluye en la oscuridad y el silencio, se
desvanecen en lo más visible que lo visible: la obscenidad.
Los
sicarios de la información hacen jugar una “ruleta rusa” a los ciudadanos
desprevenidos, en el Nirvana siliconado del “porno liberado” de medios
prostibularios, cual manada mansa, silenciosa y resignada, que asiste cual
borregos al espectáculo obsceno que se despliega en las pantallas de la TV,
espacio vacuo y perverso, donde se adoctrina a una comunidad que asiste con
“placer” virtual a su exterminio, en “clave Matrix”.
La
televisión es la agencia más grande de formación de opinión pública, puesto que
la información es la piedra angular de esa formación de opinión, hoy
inexistente. Mi argumento va precedido de la afirmación de que la información
no puede consistir en un vacío de información: perspectiva conveniente propuesta
por las redes de canales de televisión y de las redes virtuales que conforman
Internet, de las interacciones pseudo-comunicativas per se.
Para
estos trolls de las redes de la web, la información es cualquier cosa que esté
viajando en la red, siempre condimentado por el “porno liberado”, en lo
político, cultural, social, gastronómico y en cuánto espacio deba completarse
con espectros de lo que jamás ha sido sólo una proyección de deseos de quienes
manipulan la realidad de un pueblo.
En
el caso de la televisión, sobran las evidencias en cuanto al desempeño en el
quehacer noticioso de este medio que representa básicamente, cuando mucho, una
subinformación, que es información insuficiente, que conduce a una
desinformación absoluta y engañosa, respecto, en este caso a los temas que
hacen a la formación de la opinión pública y, consecuentemente, ayudando junto
a la prensa escrita, en la deformación de ciudadanos capaces o incapaces de
funcionar como tales.
A
mi entender, la información debe ejercerse desde la dialéctica, acompañada de
la imagen de quien la ejerce en discurso, en contenido, y esta debe estar
sujeta a un monitoreo que pueda ser clasificable en términos de veracidad,
falsedad, credibilidad, precisión etc., pero debe evaluarse. Al informar debe
decirse ‘algo’, y a la vez evaluar lo que se dice, dando espacio a la
desaparecida “libertad de expresión”.
El
ruido de las imágenes a repetición que desde la televisión, las redes,
bombardea al espectador, ciudadano y consumidor, tal el caso del argentino que
en este tiempo asiste sin posibilidad inmediata de corroborar, lo que denominan
‘noticia’. Esto es nocivo a la hora en que este ser intente asentar su mirada
sobre tal o cual hecho luctuoso… ya nada importa demasiado, todo se ha nivelado
a estadio ‘cero’.
Demasiada
información, que aparece y desaparece de la pantalla, sin conocer los
desenlaces de lo que disparan, llámese affaire Odebrecht, presidentes
investigados, funcionarios procesados, asesinato de mujeres en manos de sus
parejas, prostitución vip,, terrorismo en Europa, guerras en Medio Oriente,
Festivales de Cine en Cannes, “celebrities” porno, construidas en usinas de
inteligencia,fútbol hasta el hartazgo, presidentes “pret a porter” ignorantes
que marcan rumbos del “todo vale”, apuntalados por campañas publicitarias
globales que los hacen conocidos desde su anonimato… demasiado para el juego
hipertélico del porno y del crimen.
Frente
a esta situación de bajas defensas, para un pueblo enajenado en lo referente a
“lo político” y “cultural”, hago responsables a los medios de comunicación y a
quienes los dirigen desde la esfera privada y pública de subinformar a sus
espectadores incautos, con información patéticamente idéntica en su
tratamiento, caminando el sendero de discriminación aberrante al conocimiento y
a la inteligencia, ocultando información de cables de noticias que no son
ofrecidas a una platea anestesiada. Por supuesto, deviene de lo manifestado que
dicha discriminación recae sobre quienes están dotados de estas cualidades.
La
sociedad burguesa capitalista, en su lógica de clase, siempre se apoyó en la
“coartada democrática” de los universales. La religión fue universal. Los
ideales humanos de libertad e igualdad fueron universales. Hoy en día lo
universal adopta la evidencia absoluta de lo concreto: a él responden las
necesidades de un pueblo desinformado, superficial y en franco retroceso
cualitativo en lo referente a lo ético y verdadero, devenidos en bienes
materiales y descartables. Es el universal del consumo actuando como factor de
democratización.
De
este modo se puede considerar a la información, como objeto de consumo que
sirven en el denominado “juego democrático”. La diferencia radica, con el
objeto utilitario, en que no es necesario que sirvan y cumplan sus funciones y
mucho menos el estúpido discurso reduccionista, manifestado a viva voz por el
estúpido locutor, que acompaña con su voz de academia, la información.
Basta
que practiquen su rol de anunciantes, dando la misma categoría a un objeto
publicitario que financia el programa en el aire que a la muerte de un
ciudadano en accidente o asesinato, o la separación de modelo escort de jugador
de fútbol en caída vertical… para que así el pueblo pueda visualizar
sistemáticamente en devoción cuantitativa, sus tránsitos en imagen televisiva,
dejando de lado el factor determinante que hace a la selección cualitativa.
Por
todo lo manifestado, ya no creo en la perdurabilidad de la democracia, como ha
sentado reales en el mundo occidental u occidentalizado, ¿no existe otra opción?
El imperio de la imagen del mundo, en la domesticidad del chisme convertido en
épica de este tiempo de farándula y de infradotados en el aire. Se han
convertido en mercadotecnia y espectáculo; están aquí para quedarse, la
tecnología nutre el proceso. No existe forma de retroceder, a este ritmo
circadiano.
La
formación de la opinión pública debe dar un giro de 180º de inmediato, nuestra
condición de ser que transitamos esta existencia lo exigimos…y utilizando esa
misma tekné. Genios desconocidos deben rediseñar el sendero a transitar, en
resistencia al porno instalado como tendencia única a alcanzar por un pueblo
esclavizado, la estupidez reinante y la impunidad instalada en lo referente a
los ilícitos perpetrados por el poder, que llevaa sembrar caos en el caos, en
la Matrix.
Vivimos
en una realidad programada computacionalmente y la única pista que tenemos es
cuando una variable es cambiada y una alteración en nuestra realidad ocurre. La
Matrix, tiene notables influencias budistas, que ha producido la gran metáfora
de nuestro tiempo para referirse a una sensación milenaria: la sospecha de que
el mundo que experimentamos convencionalmente es una ilusión.
Nuestra
vida en casi todo su relato metafísico es única, el final, como todo producto
de ilusión es verosímil y nos aleja de la multidimensionalidad atemporal de
Matrix.
Pretender
que somos capaces de generar nuestra propia realidad es una ilusión más, provocada
por el atrape de esta maya-Matrix, de la que no se puede salir si no es a
través del viaje interior… lejos estamos de lograrlo, tal como se cocina el
porvenir.
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