LA MOCIÓN DE CENSURA Y LA CONSOLIDACIÓN POLÍTICA DE UNIDOS PODEMOS
MARÍA EUGENIA R. PALOP
La
moción de censura que ha presentado Unidos Podemos al presidente del Gobierno
ha sido la escenificación de una rendición de cuentas democrática para la que
el PP había clausurado todo tipo de salidas, usando y abusando de su poder
gubernamental, condenando al Parlamento al ostracismo y a la asfixia, y
retorciendo el funcionamiento de la democracia para ponerla al servicio de sus
intereses partidarios. La moción ha servido también para abrir un juicio
sumarísimo al Partido Popular por el modo en que ha degradado la vida política
e institucional de este país, por su corrupción endémica, sus delitos y sus
extorsiones, su autoritarismo, sus recortes, y la violación sistemática y
programada de cuantos derechos tenemos reconocidos en el texto constitucional.
Con
todo, lo más interesante que ha sucedido en estos días no ha sido esto. Lo más
interesante es que Unidos Podemos ha logrado desmontar, al menos, dos relatos
pretendidamente hegemónicos que se han mostrado tan débiles como falaces.
El
primero lo verbalizó torpemente Rajoy con su infeliz trabalenguas. Acorde con
su fabulado imaginario, a Unidos Podemos solo le va bien cuando a España le va
mal, de manera que su victoria electoral sería una pésima noticia para todos,
y, a sensu contrario, el hecho de que sea el PP quien gobierne no solo es una
muestra de que a España le va bien sino que su permanencia en el poder es una
garantía de estabilidad y crecimiento para todos.
Claramente,
lo que Rajoy quería decir, de forma confusa y trastabillada, es que Podemos ha
sido únicamente el fruto de una reacción episódica y pasajera de la ciudadanía
indignada frente a una crisis económica coyuntural cuyo final está cerca (una
interpretación que comparte con Susana Díaz, a juzgar por sus sabias palabras
sobre el 15M). Mantengan la calma, que este es solo un circo mediático de
cuatro gatos que han alunizado desde la periferia para manchar nuestra alfombra
de barro, y nosotros, los de siempre, lo tenemos todo controlado, todo atado y
bien atado.
Sin
embargo, aunque le pese al Partido Popular, la cosa se le ha ido de las manos,
porque lo que ha quedado claro con esta moción de censura es exactamente lo
contrario.
Lo
que ha quedado claro es que estamos frente a una crisis sistémica, del sistema
de partidos y de los partidos que lo componen; una crisis estructural, no solo
económica, ni mucho menos transitoria, que está especialmente vinculada a la
putrefacción del mismísimo código genético del Partido Popular. Un partido
cuyos ancestros, tal como señaló Carlos Prieto del Campo en este magnífico
artículo, están anclados directamente en una guerra civil que han considerado
siempre inevitable, y en la dictadura militar franquista que no han condenado,
y en cuyo regazo se amamantaron sus huestes. Es más, el Partido Popular podría
conectarse, incluso, con el bloque social hegemónico surgido de la
Restauración, como, de hecho, mostró magistralmente Pablo Iglesias en su
alocución parlamentaria.
El
Partido Popular es biológica e históricamente rentista, extractivista,
guerracivilista, corrupto y autoritario, y jamás ha renunciado ni al franquismo
ni al magma de relaciones al que dio lugar. Y si algo ha quedado claro en esta
moción de censura es que la crisis sistémica que sufrimos tiene mucho que ver
con la podredumbre de ese magma que el PP ha encarnado y reencarnado durante
años. De manera que ni Podemos, ni Unidos Podemos, son formaciones caprichosas
y anecdóticas, sino más bien la prueba evidente de que estamos frente a un
cambio radical de época; la de la España en marcha, esa España que bosteza y
que es, sin ninguna duda, una España sin el Partido Popular.
El
segundo relato que se ha demostrado falaz ha sido el que ha mantenido el
Partido Socialista en estos últimos tiempos. Afectado también por la crisis de
régimen, el PSOE ha sufrido varios transformismos, en su mayor parte
traumáticos y profundamente corrosivos. En estos días, el PSOE ha afeado a
Unidos Podemos no haber formado gobierno en la anterior legislatura, obviando
el testimonio del mismísimo Sánchez, que reconoció abiertamente las presiones
internas y externas que había recibido para alejarse de Podemos y las
confluencias, y para aceptar, finalmente, el fraude electoral que Ciudadanos le
proponía.
Obviando
también que este Sánchez es un Sánchez resurrecto, al que sus propios
compañeros (esos de los que Ábalos está tan orgulloso) asesinaron a plena luz
del día con premeditación y alevosía, solo por no someterse a los dictados del
ancien régime. Obviando los tejemanejes de la costurera andaluza, felizmente
derrotada, después de haber logrado, gracias a la extorsión y al miedo, más
avalistas que votantes. Obviando, finalmente, que ha sido precisamente la
negativa de Unidos Podemos a formar gobierno lo que ha permitido al PSOE
cabalgar sobre la España que nace, y no la que muere, que era la España que
reservaba para ellos un susanismo parroquiano y miope.
En
fin, el PSOE que hoy representa Sánchez es un PSOE bien diferente al que prefiguraba
la anterior legislatura, como también es distinto Pedro Sánchez, tal como él
mismo ha reconocido sin ningún problema. Hoy el PSOE se reclama de izquierdas y
plurinacional, sin paliativos, y esto es algo que no sucedía en la anterior
legislatura. De forma que es ahora cuando se dan buenas condiciones para
articular una alternativa progresista al Partido Popular, sin necesidad de la
muleta tempranamente avejentada que representa Ciudadanos, precipitado ya de
forma irreversible hacia el pasado y su pronta volatilización.
No
tiene sentido, pues, que se insista en que esta moción no era oportuna cuando
todos sabemos que nunca existió la oportunidad real de echar al PP y a sus
adláteres, y que esa oportunidad no se dio porque el PSOE hoy periclitado marcó
una férreas líneas rojas desde el sur. El Sánchez de hoy es, en buena parte, el
fruto de la negativa podemista a la formación de un gobierno socioliberal
frente al que el PSOE había decidido claudicar.
Así
que, a la vista de lo que ha sucedido en las Cámaras durante este último Pleno,
de las forzadas intervenciones de Rajoy, de la violencia y la agresividad que
ha mostrado la decadente bancada del Partido Popular, de las aburridas
actitudes chulescas e insultantes, y de las flatulencias venezolanas de un Rafael
Hernando claramente derrotado, hiperventilando hasta la náusea para cubrir las
vergüenzas de su partido, no se puede sino concluir que la moción de censura ha
sido un éxito rotundo en términos políticos y estratégicos.
Unidos
Podemos ha demostrado que no es una minoría menguante y anecdótica, digna de
adoctrinamientos y paternalismos. Esta moción de censura ha puesto en órbita a
un grupo parlamentario que se ha mostrado maduro y sobradamente preparado; ha
sido una bomba de oxígeno para un Partido Socialista salvado por la campana; y
ha firmado el acta de defunción de un hediondo Partido Popular, situado ya
definitivamente en el lado más oscuro de la historia de España.
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