LA INIGUALABLE VIDA
DE CONCHI
EVA NAVARRO SAN LUIS
Conchi
es esa mujer glamorosa que se gana la vida en un banco. Como detesta el trato
con los clientes y las personas, la meten cuatro horas en un archivo en el que
revuelve diariamente los mismos papeles.
Su
marido la engaña hace meses con una filipina, pero como Conchi es un cerebro
frío acostumbrado a los números, ha calculado cuánto cuesta el divorcio y
cuando le preguntan te dice que los
filipinos son galletas bañadas en chocolate que se consiguen en el
supermercado.
La
vida de Conchi transcurre monótona, invariable, comiéndose los trienios sin
pena ni gloria en su papel de empleada de oficina. Desconfiada donde las haya
recuerda a todas horas al vigilante de seguridad que no deje entrar a nadie
porque podría tratarse de un vagabundo, persona de mala fe, a saber, como está
el mundo,
a
lo mejor nos matan o lo mismo nos violan. Al llegar a esto último Conchi hace
una pausa y suspira ¡hace tanto tiempo que su marido no la toca!
En
el fondo Conchi se siente a gusto con la vida, su sueldo de dos mil quinientos
euros le permite vivir desahogadamente, pagar el alquiler de la residencia con
piscina donde vive, aunque ella no sabe nadar ni se ha metido nunca en ella ni
tan siquiera para comprobar si el agua está fría.
Conchi
admira a su jefe que vive en Londres, un
tipo al que no ha visto ni siquiera en pintura, pero que es la cabeza que pone
en marcha esta maravillosa máquina de hacer dinero, de la que sale también su
sueldo, lógicamente.
Pero
a Conchi lo que más le gusta es viajar. Este año se irá a Rhode Island que es
un pueblo que ni ella misma sabe dónde está pero que se lo recomendó el
empleado de la agencia de viajes un día con un catálogo a color que acababa de
llegar. Bueno si será porque una amiga de ella conoció a su tercer marido en
este lugar. Al pensar esto Conchi vuelve a suspirar como suspiraba al pensar en
el violador que la iba a sorprender cualquier día en el banco.
Su
mamá quería que fuese pintora, pero el arte da mucho trabajo y no siempre está
bien remunerado. En cambio en el banco, aunque no trabajes te pagan siempre
bien.
El
refrán dice que el que se pica ajos come. No pretendo que nadie se sienta
aludido al hablar de Conchi. Cualquier parecido con la realidad es mera
coincidencia.
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