NO TAN DEPRISA, PEDRO
ANTÓN LOSADA
A
la hora de diseñar su estrategia bien haría Pedro Sánchez en asumir como
certezas algunas hipótesis más que probables. La primera es que Mariano Rajoy
agotará la legislatura, porque no va a renunciar a la ventaja institucional que
le supone estar en el Congreso mientras el líder socialista sólo puede ir de
visita y porque planea repetir como candidato; después de dos elecciones a cara
de perro no va a dejar una más que posible dulce victoria a otro. La segunda es
que todo intento fallido de conformar una alternativa desgasta a la hipotéticos
socios que la bloqueen, pero también al líder que no se muestra capaz de
sacarla adelante; al tiempo que refuerza aún más la percepción de Rajoy y el PP
como única opción de gobierno viable.
En
ese escenario la paciencia debe ser más que nunca una virtud revolucionaria.
Pero no lo ha sido. El nuevo PSOE ha hecho todo lo contrario a elegir bien sus
batallas, dosificar sus palabras y medir sus gestos. Intentando aprovechar el
momento de impulso político que le había reportado el triunfo en la primarias y
la proclamación en el cónclave socialista, la hiperactividad desplegada hasta
ahora más bien parece estar gripando los motores. Al ritmo vertiginoso de
rectificaciones, anuncios y contranuncios marcado por los socialistas durante
las dos primeras semanas, los dos años y pico de legislatura que restan se les
van a hacer tan largos como agotadores.
Ocupar
el espacio no es lo mismo que ganarlo. Cuanto más acuda al parlamento el líder
socialista usando las más variadas excusas, más patente hará que carece de acta
de diputado. Sólo hay una razón para que Pedro Sánchez entre en el Congreso por
la puerta grande de la presencia institucional: presentar una moción de
censura. Todo lo demás es puesta en escena. La presencia puntual solo remarca
la ausencia regular. Hacerse fotografías con Pablo Iglesias y Albert Rivera
para demostrar que son ellos quienes obstruyen el cambio sólo beneficia a Rajoy
y les desgasta a todos ellos. La política es como las series de televisión, la
gente se desconecta si en la segunda temporada se empiezan a estirar las
tramas.
No
se puede estar en todas partes y en ninguna. No se puede defender a la vez la
plurinacionalidad y la indivisible soberanía nacional sin incurrir en una
contradicción que, antes o después, revienta o produce monstruos como la
"nación cultural" o la "nación de naciones". Si se va a
levantar la bandera de la plurinacionalidad y el federalismo hay que estar
dispuesto a asumir los costes políticos, no sólo los beneficios de ofrecer un camino
alternativo a la independencia o el súperconstitucionalismo. Además, la
estrategia de estar a la vez con la patria española y con el referéndum para
que salga 'No' ya la tienen cogida Pablo Iglesias y los Comunes.
La
danza del CETA ha marcado sin duda máximos en este paroxismo posicional del
nuevo PSOE. Del 'sí' al 'no' para acabar en la abstención... o no, aún lo están
pensando. Si la idea consistía en emitir una señal potente de cambio y
reposicionamiento ideológico, parece claro que el intento se ha quedado en más
ruido y confusión y un suministro generoso de munición para sus rivales y
competidores, dentro y fuera del partido. Maniobrar es fácil, cualquier puede
hacerlo. Lo difícil es llevar el rumbo.
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