lunes, 19 de noviembre de 2012

REVOLUCION SOCIAL. L Soriano


REVOLUCION SOCIAL.

 L Soriano

Hacer la revolución social en pleno siglo XXI, con gran parte del mundo siendo estratosférico, y otra parte tratando de salir de la miseria y dirigirse a el, es lo que tiene. 
Lo malo de este penoso país que habitamos es que además debemos de hacerla sin falta ni demora, pero lo curioso es que  no es después de hambre y penalidades, no después de dictaduras oprobiosas ni de guerras espantosas como todas lo son. No. Nuestra peculiaridad es que debemos hacer una revolución social, que incluya la comercial, la industrial, la laboral, la sanitaria, la educativa y la judicial, quedándoseme alguna. Y encima en una “democracia”. Si, la entrecomillo, no me gusta esta democracia sin controles, y no voy a aceptar que sea la que debemos tener sin pretender mejorarla al máximo. Y por si fuera poco después de una época de correas de longanizas para los perros y viajes a Cancún, con adosados inteligentes y 4x4 alemanes.                                                               Ni sabremos renunciar a lo que tuvimos, al menos 2 generaciones, ni los gobernantes sabrán gobernar sin subvencionar y sin corromper-se.

Cuando un pájaro se cría en cautiverio, si algún “buenista” desnortado lo libera para sentirse a gusto y superior, comprobara enseguida que en menos de 5 minutos es devorado por el entorno del que nunca se tuvo que defender.
No sabemos vivir sin subvención, sin protección, sin tutela, que pagamos muy cara, pero a la que nos hemos acostumbrado. Odiamos la libertad porque significa competir, luchar, situarse, y prosperar sin muletas. La mayoría de los empresarios son de cartón piedra. Viven de las ubres gubernamentales, y de los “chollos” que consiguen con influencias, canonjías o “estímulos a la creación”. No sabe ni sabrán nunca luchar por sus empresas en un mercado libre y competitivo. Los asalariados, creen que sus privilegios son derechos. Sin darse cuenta que los derechos son solo los que se pueden extender a todos y cada uno de los ciudadanos sin excepción. El resto son privilegios que deberán ganarse a pulso cada día para disfrutarlos.                                                            Los políticos no saben llegar al poder con la verdad sino repartiendo de la Caja y creando clientela adicta por doquier. No saben gobernar sin corromper, ni corromperse, la inmensa mayoría, pero arropados por los que no los denuncian estando en el banco de al lado. Por lo que eso de no generalizar no me sirve.
Seamos sensatos, la mitad de los empleos de este país son falsos, innecesarios, improductivos. Hay que convertirlos en dinámicos, rentables, productivos, innovadores, creativos, aportadores de riqueza y de contribuciones impositivas al éxito y a la buena gestión. Y eso, no estamos dispuestos a soportarlo. Es costosísimo, cansadísimo, pesadísimo eso de trabajar y producir en vez de abrevar o vender nuestro voto al más mentiroso.                            Tendremos que sobreponernos, salir de la molicie y……… A reflexionar.



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