Eduardo Sanguinetti
filósofo rioplatense
“Me
alejé de Él, para ubicar más en un contexto de límites no definidos al lector.
De eso se trata ¿no? Y Él, personaje idealizado por él mismo, siguió con su
habitual vida, de derrotero en derrotero sin parecer ver ni oír nada. Un alma
palpitando en una cáscara de huevo vacía… revelando un simulacro momentáneo de
nada”. (Pág. 18, “Big Relato” – Editorial Dunken – 2007 – Buenos Aires).
En los
años transcurridos hasta hoy, desde el comienzo de este milenio, la ficción se
apropia de la historia, tal el caso de Él, me refiero al ex presidente Néstor
Kirchner, de cuya muerte se conmemoran dos años en estos días en ceremonias
fúnebres un tanto sobredimensionadas en el boato. Él, un doble prestigioso de
mi personaje en “Big Relato”, avizorando un tiempo a vivir.
En el
escenario donde se debaten las diferentes representaciones de la “realidad”,
existe un abismo entre quienes piensan que viven y quienes dictan sobre el
mundo, como Él quizás intentó hacerlo, pero… No obstante, su mujer la
presidenta Cristina Fernández, mujer valiente, capaz, perspicaz y aguda, al
margen de adhesiones o rechazos, fue quien dio un giro de 180 grados a la
gestión de Él, inaugurando un modo de hacer política, como el presidente Mujica
lo hizo en Uruguay. Instancia que deviene en el espontáneo rechazo a todo lo
que la presidenta lleva a cabo, por la siempre presente burguesía estúpida,
anodina y consumista, que junto con el peronismo ¿histórico? representado por
los Moyano e hijos (sindicalistas en ascenso), Duhalde (el del eterno retorno),
el PRO Macri (el peronista tardío) y la fauna que conforman hoy la denominada
oposición liberal y conservadora, reuniéndose con un ex presidente del Uruguay,
en “asados” y tertulias amenas para discurrir en estrategias de cómo detener el
cambio que ya ha comenzado.
Existe
un abismo donde se precipitan, con el éxito que es conocido, todos los
funcionarios políticos corporacionistas que manipulan sobre la geografía de
esta región, destilando viejos discursos, reciclados de odio, de racismo o de
xenofobia, ante la mirada mansa de una comunidad de anestesiados ciudadanos,
que asisten mansamente a su fin como seres pensantes. Me refiero en insistencia
a la denominada oposición tan miope y degradada en sus incorpóreos fines y sin
principios, en ambas márgenes del Plata.
La
posibilidad de cambio en el futuro inmediato en Argentina, comenzaría
enfrentando a los monopolios que resisten a la implementación de la
trascendente y magnífica Ley de Medios. Monopolios que manipulan la información
y dibujan la realidad desde diarios, revistas, TV, canales de cable y demás
tecnología al servicio de intereses privados de corporaciones neoliberales,
provocando el malestar de un pueblo mal informado y en estado de fractura
social evidente, atentando a la libertad de expresión en todas sus formas.
Lo
anterior configura un escenario político en que, a mi modo de ver, se articulan
las antinomias: amor y odio, adhesión y rechazo a Cristina Fernández. Estos son
actualmente los únicos movimientos existentes y en evidente confrontación en la
República Argentina. Partidos políticos, movimientos sociales, opinión publica,
instituciones religiosas y corporaciones mediáticas, tanto en Argentina como en
Uruguay, conforman un “Vacío Perfecto”, en cuanto a las funciones demasiado
específicas para las que han sido fundadas.
El
lenguaje que se utiliza en los monopolios de “Clarín” y “Nación” actúa como
elemento masturbatorio, dando pantalla y micrófono a veletas invadidos por
opiniones etéreas y siempre en búsqueda de una opinión pública estable y
general: pegarle duro y parejo a Cristina Fernández. Este eje que incluye tanto
al ciudadano común como a todas las instituciones anteriormente señaladas,
actúa en detrimento de un sistema que aún se atreven a llamar democrático y en
la gestión comunitaria, induciendo al pueblo a simplificar y calificar la
administración de gobierno bajo la infame bota de los bajos instintos,
devenidos en insultos al Ejecutivo. En el esquema político del Río de la Plata,
pareciera que lo realmente importante son los personalismos y no la
institucionalidad democrática.
La
democracia no es una sociedad de consenso. Es una sociedad en la que cada uno
tiene el derecho de expresarse desde sí mismo, por sí mismo y a elegir, acorde
a sus inclinaciones y capacidades. Cada uno es el realizador de sí mismo y no
olvidemos, hoy más que nunca, que el mundo es miserable para quienes proyectan
su propia miseria.
SANGUINETTI MAGISTRALMENTE LE DA LA ESPALDA A ESTE KIRCHNER Y APUNTALA A CRISTINA LA PRESIDENTA. Y NO GUSTÁNDOLE ALGUNAS COSAS, TIRA AL CARAJO TODA POSIBILIDAD DE DEMOCRACIA EN ARGENTINA Y URUGUAY, DANDOLE DURO A LA OPOSICIÓN.
ResponderEliminarLA FRASE FINAL VALE UN ARTÍCULO "...EL MUNDO ES MISERABLE PARA QUIENES PROYECTAN SU PROPIA MISERIA.", ESTO ES PARA NOSOTROS QUE PODEMOS CRITICARLO...ME PARECE DE ANTOLOGÍA.