PROTESTAS EN ARGENTINA
Eduardo Sanguinetti, Filósofo
El sonido de las
cacerolas como símbolo de protesta ciudadana volvió a algunos barrios porteños.
Los vecinos de Belgrano, Palermo y Barrio Norte se manifestaron tímidamente en
contra de la corrupción y la inseguridad. En diálogo con el canal TN, los
vecinos indicaron, que también protestaban por las medidas adoptadas por el
gobierno para regular la compra de divisas extranjeras.
La manifestación
abarcaba esquinas como Santa Fe y Scalabrini Ortiz; Callao y Santa Fe; Libertad
y Avenida del Libertador, y Peña y Coronel Díaz, lugares en su mayoría que ya
fueron epicentro de protestas similares durante 2008, en pleno auge del
conflicto entre el gobierno y el campo, que ya se instaló nuevamente por la
trascendente decisión de la legislatura del gobierno de la Provincia de Buenos
Aires de revaluar los establecimientos rurales.
La repercusión del
reclamo también llegó a localidades bonaerenses como Vicente López, Olivos y
San Isidro. “Estamos cansados de la inseguridad, de que nos mientan. Si la
Justicia no funciona, no funciona el país”, aseguró quejosa y presumida, una
elegante mujer, en diálogo con el canal TN. Todo lo acontecido tuvo espacio en
las zonas más ricas y burguesas de Buenos Aires, “las orilleras”, como Jorge
Luis Borges solía decir.
Evidentemente las
medidas nacionales y populares, tomadas de manera acertada por la presidenta
Cristina Fernández, que están conformando una nueva República, provocan miedo y
resentimiento en la burguesía capitalista, gorila y servil, que teme por su
patrimonio y su posición de privilegio, siempre a favor de la desintegración y
fragmentación de la nación y a favor de sus domésticas y epidérmicas y
mezquinas necesidades.
La posibilidad de otra
Argentina, a esta banda de burgueses intolerantes, ante esta realidad que
consiste en la cristalización de un país para todos, los hace entrar en crisis
histéricas y psicóticas, que harán multiplicar sus sesiones de terapia.
La historia de la
Argentina es un “teatro paradojal”, un escenario donde los sujetos – marionetas
que proliferan, tenaces en el escenario de la historia- cambian el disfraz para
invertir los lugares y posiciones en el baile de las máscaras. Tal el caso de
estos vecinos, ya no ciudadanos, que se autoexcluyen del devenir y de la
existencia de toda una comunidad, anteponiendo sus miserables traiciones, a las
necesidades y elección de todo un pueblo, en este caso el argentino, que en
mayoría y sin lugar al más mínimo análisis, apoya la gestión de gobierno de su
presidenta.
Estos hijos bastardos
de una oligarquía, autofundada, por necesidad y encargo, en nuestra historia,
por quienes la escribieron, esclavos y fieles a las políticas liberales de
Europa, representadas por los medios monopólicos como La Nación y Clarín, que
conformaron la imagen de una Argentina ficcionalizada, fragmentada, siempre en
debate circular entre utopías, traiciones, y silencios, pretenden seguir en su
eterno sitial de honor, cumplimentando fuera de espacio y tiempo sus
psicopatías de conciencias fracturadas y vidas frustradas.
Visitantes de nuestra
historia, cual turistas y extranjeros, esta burguesía mercantil, “penetrados
sus cuerpos” por ese juego sádico de dominio y servidumbre, de relaciones
móviles que malograron toda posibilidad de cambio, anteponiendo sus
mezquindades y artificios, animadas de contradicciones fundamentales y
repugnancias reprimidas, como cualquier mayoría sin minoría pero sin
dialéctica, contestación u oposición, sin fermentos, inmóvil, con sus falsos
problemas, le han robado a lo largo de nuestra historia, la vida a nuestro
pueblo, hambreado y condenado durante décadas a una existencia miserable.
Esta burguesía ávida,
con su habitual y calculado aprovechamiento de especulación y mercantilización
de la moneda, principio y fin de sus existencias degradantes, lanzan hoy
discursos de libertad y justicia, mintiendo descaradamente que sus
comportamientos son guiados por el temor a la inseguridad y corrupción, cuando
en definitiva, solo el interés que los guía para su arcaica protesta es el
control que el gobierno nacional impuso sobre la compra de divisa extranjera,
medida por demás necesaria y patriótica, como lo es la nacionalización de YPF o
el reclamo por la soberanía de nuestras islas Malvinas.
Ha llegado la hora de
un real y profundo cambio, para no repetir la historia que me han contado y
jamás ha sido, para conformar luego de las horas y los días una nación
soberana.
BURGUESÍA INFECTA, BOLAS DE CEBO QUE DAN POR TIERRA CON LAS GANAS DE VIVIR EN LIBERTAD. CON SUS DESCENDENCIAS PROSTITUIDAS QUE CONNTINUARÁN LA FARSA DE VIDAS AL SERVICIO DEL VIL METAL.
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