El hombre que bebe
nubes
Lic. María
Palermo
Psicóloga
Ocurrió que apenas llegó al mundo, sólo al
mirar, cómo tardaban en aparecer los pies, lo tuvieron claro: seria alto, alto,
como una palmera. Lo llamaron Edusang.
Y así fue, cuando concluyó su adolescencia
había bebido algunas nubes. Otros días, en que formaban un copioso manto gris,
al ser empujadas por el viento, se le enredaron en los ojos, o, le dejaban rocío en sus cabellos.
Posiblemente, esa celestial humedad, actuó también hacia adentro e hizo
desarrollar sus pensamientos. Estos, se
alargaron, buscando preguntas, las primigenias; murmurando respuestas, bordadas
con dudas: iban despertando empujadas
por la curiosidad, ésta a su vez, lo estimulaban hacia el arte, buscando e
inventando ser varios personajes, sin dejar de ser él mismo.
La música
corrió desbocadamente, ya que él, con sus pasos extensos como sombras
del atardecer, se alejaba, lo alcanzó y se le prendió en sus manos y en su
corazón. También las letras, tímidas al principio, se escondían bajo sus pies.
Desde allí bullían y se multiplicaban como semillas de trigo. Fueron escalando
delicadamente para dejarse armar y amar.
Al ver que los demás se le acercaban: lo
hizo el pincel, se le prendió, y no deseaba descanso, hasta no ver finalizada
la obra.
Un día, como ocurre en la vida algunas
veces, el cielo se le oscureció de tal manera, que se precipitó en su propio
infierno, precintó su final: el dolor
codicioso, lo enfrentó con la vacuidad: ¿quedarse allí para siempre, prisionero
de sus lágrimas, de sus sentimientos, de sus preguntas sin respuesta?
¿El dolor tiene palabras para expresarlo? ¿Dónde yacen los sentimientos
desmenuzados como hojas amarillentas ,
desprendiéndose de los árboles, cuando
aún no es época e imponen la conclusión:
siempre hay un otoño en primavera.
El tiempo, médico artista, músico y
pregonero, lo acarició sin que se diera cuenta. A sus dudas, le alcanzó palabras de consuelo,
éstas a su vez, tuvieron la tarea de
abrirle el corazón y la mente para aceptar aquello que el destino, a
veces cruel hasta el hartazgo, teje en sus noches de insomnio.
Míralo, ahí anda… siempre sobresaliendo
sobre el horizonte, con sus pasos largos como silencios, buscando lugares en un
mundo, con distintas lunas, a veces quemando con sus palabras, otras quemándose
a sí mismo.
Si lo
encontrás un día bajo el sol, no le pises la sombra… le duele.
Lic. María Palermo
Psicóloga
PALABRA DE AGRADECIMIENTO DE EDUARDO SANGUINETTI
Me has emocionado María, con esta poesía
articulada cual fábula...hay
un magnífico trabajo dramatúrgico que, más allá de
engarzar cada una
de las partes en un todo sólido y coherente, es
capaz de impregnar el
espectáculo de Edusang, con el ritmo propio de tú
gramática, que
recrea el corazón, para el espectáculo que pones
en escena y haces
latir con la sonoridad de la poesía, mi imágen.
Encuentro también, una gran dosis de sentido de
humor, mucha
complicidad y juego inteligente con el lector,
algún guiño
metateatral, un lúcido planteamiento de la relación
autor-personaje-paisaje y una audaz utilización
del espacio y el
espacio.
Y, sobre todo, hay un Eduardo Sanguinetti en
estado de gracia,
magnífico en su doble prestigioso, poniéndole a
este "El hombre que
bebe nubes" la carne, la palabra, el alma y
la intensa esencia de ese
soplo que me asaltó desde el relato y se cuela por
los ojos, la piel y
los oídos. Todo acompasado por la magnífica prosa
de María Palermo.
Mi eterno agradecimiento a ti María, por esta obra
escrita en tiempo
de Poesía, y leída en esta tarde de un domingo de
otoño, sin
primavera, en Olivos, provincia de Buenos
Aires...Argentina, creo.
Eduardo Sanguinetti
Filósofo y Poeta rioplatense
Hermoso cuento, donde esta figura poética Edusang,puede ser visto como una parte del sol, un ser imaginario que algunos albergamos dentro nuestro y desde la fantasía del crecer- encuentro sentimos que las nubes( tan altas en el cielo)son tragadas en un bostezo y alimenta nuestros pensamientos, que puede abarcar toda la naturaleza misma. Edusang tampoco está exento de dolores y sufrimientos lo que hace aparecer el "otoño en primavera" para cambiar con las estaciones, las sensaciones y acaompañado siempre por el sol y la luna donde todos ellos están dentro nuestro...Su lado brillante y su lado oscuro(la sombra)se mimetizan y causan dolor si alguien la pisa... y sí como dirían las comadronas: llegaría alto muy alto, para juntar en sí lo terrenal con lo celestial!!.
ResponderEliminarMe parece estúpido el cuento, de veras y sin ánimo de ofensa alguna. Si intenta hacer un bosquejo con garbo de Eduardo Sanguinetti, me parece un tanto mínimo, creo merece una escritura un tanto más trascendente y no tan cercana a lo pedestre.
ResponderEliminarSi este pensador lo a soportado todo, creo podrá soportar estas palabras dedicadas quizás con cariño, pero merece más. Basta leer, como lo hacemos en grupo de estudio, sus notas y demás material que está en este Blog.