MAESTROS DE LA NOVELA NEGRA
La novela policiaca de quiosco ocupó toda una época de la cultura popular, principalmente entre los años cuarenta y sesenta del siglo XX. Para quien desee comprender la sensibilidad de esos años y las preferencias del imaginario colectivo, es imprescindible reivsar algo de lo mucho que se publicó en esas décadas.
En esta antología se han reunido dieciséis títulos
representativos de los miles publicados, con la idea de abarcar las diversas
tendencias y generaciones de autores que fueron muy populares y mantuvieron la
afición de millones de lectores. No están todos los que fueron, pero sí son
algunos de los más estimados y que perduran en el imaginario colectivo. De su
calidad y atractivo literario hablan sus textos y así lo podrán comprobar
quienes vuelvan a leerlos (Nota de Akal editores) como el título El 13-13 número de la
muerte de Peter Debry ( uno
de los seudónimos del dandy de la novela negra Pedro Víctor Debrigode Duggi,
decimos nosotros, de quien nuestra Editora El Vigía sacó a la luz sus Guiones
Argumentales, con éxito insospechado.
El hombre de la Acción
La recuperación
crítica de la obra narrativa
de Pedro Víctor Debrigode Duggi, nietzcheano creador de héroes y antihéroes
como Audax, con la reciente publicación del volumen homenaje a la Literatura Popular
en España, hace posible que salgan a la luz los materiales más reveladores
de este autor de novela
de género (entre los que
se encuentran los hallazgos críticos del letrado astur Luis Manuel del Valle) y
que descuella entre los mejores de Europa; cuyos relatos vendían muchas veces más de los
seis millones de ejemplares en sus ediciones alemanas.
En el marco del Aula de Periodismo del Instituto de Santa Cruz
de Tenerife “Andrés Bello”, se prepara de inmediato un especial dedicado a la
obra del olvidado maestro, contando para dicha empresa con el testimonio
cercano de su hija, Victoria Debrigode, jefa del departamento de Literatura del
citado centro; alentando desde este momento el restablecimiento de su figura
para el Santa Cruz progresista y creativo que todos deseamos y el impulso a la
publicación de sus mejores novelas.
A partir de este momento, se puede concluir sin ambages
que una de los mejores y mayores centros de producción de narrativa en lengua
española durante los años 50 fue la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. El germen
de las vanguardias (1927) no languidecería y hoy que la obra de los literatos
de aquella época cobra su sitio en el idioma (García Cabrera, Emeterio
Gutiérrez, etc.), También Rafael Arozarena, Isaac de Vega, Antonio Bermejo,
Alfonso García Ramos, Francisco Pimentel, José Antonio Padrón, entre otros,
comienzan a contar y son los antecesores de narradores como Vázquez Figueroa,
Alberto Omar, y un largo etcétera, todos marcados por esa contigüidad, las más
de las veces del propio barrio de Duggi (cuyo apellido coincide con el segundo
de Pedro Víctor Debrigode, y de cuya calle, de igual nombre, era vecino) donde
pueden contarse hasta una docena de ellos. Incluso el barrio tuvo su tertulia
literaria en las terrazas del restaurante Pino Gumira en la calle de Porlier o
en el ya derribado Kiosko Asunción.
Según todos los indicios nos hallamos ante un creador que
traspasa la comercialidad impuesta por el negocio editorial y asienta su estilo
en las mejores lecturas y afanes literarios de mediados de siglo. El Conan
Doyle santacrucero P.V. Debrigode adquiere los heterónimos de Arnaldo
Visconti,, P.W. Debrigaw,. Red Colt, Diego Montes, Peter Debry, Vic Peterson,
Arnold Briggs, Geo Dugan, Chas Logan.
Como un Pessoa de la narrativa, este autor, el más prolífico del
grupo, es visto por el crítico Jürgen Nowak como “un hombre que aun hoy
en día está apreciado (por los lectores alemanes) como uno de los mejores
escritores de novelas de aventuras”.
Pedro Victor Debrigode Duggi , nació en Barcelona en 1914
de padres con ascendencia francesa y corsa. Se desplazó a Canarias con el
objeto de terminar sus estudios de Derecho, y aquí pasó gran parte de su vida.
Durante la guerra civil estuvo confinado en el penal del puerto de Santa María
y al salir de prisión su dedicación estuvo más del lado de la escritura que del
ejercicio de la abogacía. Según algunas fuentes sus avatares en prisión se
debieron a una acusación de espionaje de que fue objeto mientras se hallaba
cumpliendo el servicio militar en Canarias. Fue en prisión cuenta el crítico
alemán donde se despertaron sus talentos adormecidos, con la convicción de
poder crear mundos fantásticos. Su estilo vendrá marcado por su confesión de
que “había descubierto en sí mismo sus personales formas de narración,
amoldadas al sujeto, para describir exclusivamente nítidas acciones y no para
pintar perfiles psicológicos y sondear motivos”. Jürgen Nowak continúa
afirmando que en aquellos años franquistas, había muchos escritores y
periodistas, sobre todo republicanos, que tenían verdaderas dificultades
para ganarse el pan y, siempre bajo la presión de represalias políticas y las
dificultades financieras, sólo les cabía la posibilidad de mantenerse a flote
como escritores a sueldo de novelas populares. Luego trabajó como periodista
para France Presse largo tiempo como redactor en Venezuela y en la propia
agencia con sede en París. En los 70 “echando mano de su verdaderamente genial
talento lingüístico comenzó a hacer traducción de relatos, novelas y
ensayos de escritores extranjeros de gran renombre”. Amante de la novela negra
norteamericana de los años treinta y cuarenta, estimado como experto en
cinematografía, muere en La Orotava en 1982. La recuperación de la obra de
nuestro autor aparece así como una tarea inminente de la crítica, así como por
el estamento público, la de poner a salvo la imagen de un insigne y prestigioso
escritor y periodista, lo que se llevó a cabo durante las jornadas Algunos de los nuestros en el Ateneo de La Laguna, en la que
tuve el placer de participar, de igual modo que en la presentación de Guiones
Argumentales en la Sala San Borondón en la propia ciudad, lo que a renglón
seguido se propició en Barcelona donde se le rindió un merecidísimo homenaje al
que asistió su hija Victoria Debrigode.