DEPORTIVO TESTIMONIO.
Rafael ZAMORA MÉNDEZ.-**
No pasa el tiempo.
¡Pasamos nosotros por la niñez, la juventud y la adultez.
Todavía acarreo, como saetas prendidas en el alma y corazón, las salomónicas, palabras del señorial amigo, Anghel Morales García, cuando, debido a mi avanzadilla edad, le anunciara el requerido abandono colaborativo en cualquier modernizado medio, en varios de los cuales, tuve la agradecida fortuna de haber podido participar:
-.- "Usted nos
deja pero...¡para siempre, el fiel testimonio de todas sus variadas efemérides,
quedarán perennemente registradas, porque, las palabras, se las lleva el viento
pero, lo escrito, escrito queda!"
Y, aferrándome a su
efectiva confirmación, quiero dejar presentes aquí algunas deportivas cosillas,
a las que que tuve que renunciar por los variados caminos del oculto fondo del
tintero.
Desde niño, fui un
enardecido forofo del universal balompie.
En mi internado
salesiano de cinco años, milité en una cuadrilla, denominada < CALAVERA>,
de negra camiseta, con su asignadas tibias de piratas, estampadas en la misma.
Jugaba de medio izquierdo, al ancestral remoto estilo alineado por dos defensas, tres medios y cinco delanteros.
En un encuentro,
con otro centro escolar del exterior, fui seleccionado para formar parte del
juego.
Si algunos de mis
colegas de aquel entonces leyendo esto, disfrutaron del hechizado glorioso
partido, no olvidarán nuestro triunfo, por 1-0 y de la extraordinaria forma en
que yo anotara el gol de la victoria: Casi desde el medio campo, se me clavó la
pelota en la cuenca del propio empeine del pie izquierdo y, no sé como ni por
qué, del mismo, me salió en bolea un tremendo cañonazo, que penetró como un
obús por la portería rival, después de haber realizado una curiosa carambola,
circulando interiormente del larguero izquierdo al derecho, para caer con rabia
y en picado, al fondo de las acopladas mallas.
Por labrados
antojos del Destino, una vez más, esta hazaña, y ya, de mayor, volvió a
repetirse, en el enlodado campo de San Juan, en Valverde de El Hierro.
Afiliado en el
"C D. ARMICHE", nos enfrentábamos al "C D ESTRELLA", y
contando con las grandes figuras de su entrenador, PERERA, del
sibilino"CHITO, el memorable Lagunero", Francisco Expósito, todo un
mago con el esférico; Ramón Ayala y otros bien entendidos en este extendido
ejercicio, me ocurrió ajustadamente lo mismo.
¡Unas conferidas chiripas que nunca jamás volverían a repetirse, hasta que abandonara el fútbol!
Seguidor de
"el Mangas", LUIS MOLOWNY, desde que el mismo fuera captado por el
REAL MADRID, soy aferrado madridista de este Club, fundado en 1902 y el cual,
me ha proporcionado delirantes entusiasmos, debido a su desbordante y
reconocido renombre.
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Y,
cantábamos aquello de:
A
los seis años
ya
me gustaba
jugar
al fútbol.
¡Que
bien jugaba!
Desde
pequeño,
fue
mi ilusión,
soy
futbolista,
¡Viva
el balón!
¡Chuta!
para ,para,chuta!
¡VIVA
EL BALÓN!
¡OH!OH!
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¡Como siempre, mi atento AMIGO y paisano,Anghel Morales García,sin ninguna clase de pesados preámbulos, ACEPTA y Publica de inmediato, hasta mis más ocultos sentimientos!
ResponderEliminarMuy interesante,curiosa y divertida episodio de vida.
ResponderEliminarMagnífica crónica que no solamente habla del football como disciplina deportiva sino del ser que, en sus distintas facetas, ha procurado un buen quehacer ciudadano. Nuestra admiración profesor
ResponderEliminarHildamar toro alvarez
Eliminar¡Me encanta, emociona y reanima, estas muy atentas opiniones que,desde VENEZUELA, llegan a ¡ MILES DE GRACIAS A LA DESTACADA EX ALUMNA DE MI ESPOSA, HILDAMAR TORO ÁLVAREZ, Y AL SIEMPRE FRATERNAL AMIGO,ALBINO!
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