martes, 20 de octubre de 2020

BAILE DE MÁSCARAS


BAILE DE MÁSCARAS

Franco recibe a la Junta Técnica de Acción Católica y dispone ``Es nuestra tarea, ahora, recristianizar nuestra nación´´

POR MAITÉ CAMPILLO

SOBRE LA PIEL DEL TIEMPO

 

(Guión para un cortometraje estáis invitados a participar). Enérgicamente distinta ‘ella’ es el personaje más vivo del cortometraje el más cercano y acariciable. Encarna la danza del tango, cada paso que da es siempre de arranque, desafiante, decidido hacia el círculo de luz inconfortable, no alimenticio, sino generador del hambre en lucha. Personaje liberado, decididamente insumiso, conserva dentro de su interior el resplandor de la posibilidad de lo inesperado. Humectante de victoria paso a paso enfila el avance hacia la escena. Otea husmeando la infiltración mordaz, virulenta del intruso; se detiene ante el infiltrado, patente del ideal de las normas con lo que se supone sea la “buena” conducta. Corto basado en un baile de máscaras tras el delirio de un dictador pronto a morir, aferrándose al crimen que le dio perpetuidad sobre el caos político económico que le precede e impuso sobre los tentáculos fosilizados del ‘movimiento’ presto a perpetuar el franquismo, criminalizando el despertar de una de las flores más rojas de los pueblos en lucha, su juventud. Pieza en un acto. Duración aproximada entre cuarenta y cinco y sesenta minutos máximo. Número de participantes a gusto de cada cuadrilla. 

No olvidar que este happening es un grito contra el terror acumulado (tal y como el autor indiscutible, Picasso, plasmó el Gernika), contra todos los terrores de todo tipo, contra toda represión utilizada indiscriminadamente, contra todo fascismo revestido contra la vanguardia obrera y su estela. Terror y corrupción que siguen utilizando los gobiernos de las democracias capitalistas (claro que hay que tener en cuenta que “democracia”, en siglo veintiuno, es una palabra además de ambigua descarnadamente prostituida). Hay que tener en cuenta que propone una reflexión sobre un momento en la historia determinante ante el fracaso de la lucha guerrillera de matiz marxista-leninista, y nacionalista, que tuvo un reconocimiento y solidaridad sin precedentes en diferentes épocas, desde las brigadas internacionales hasta el histórico 27 septiembre del 75. Resistencia antifranquista que no tuvo fin pese al sangriento y represivo, durante los largos años desde 1936-1975, en vida del dictador. Un antes, y un después, tanto o más sangriento volcado ya al vacío donde la carroña política se asienta.

 

CUADRO UNO/ TOMA UNA Y DOS (exterior e interior del local)

 

Una iluminación tenue enmarca la escena hacia el exterior abarrotado de una transitada taberna de la parte vieja o histórica de la ciudad X. Se genera un fundido y surge una voz fresca y potente dando paso al interior. Ya dentro, en semicírculo, aún no se sirven bebidas. Silencio, pareciera que nadie respira (Voz en off) : « Hablan los pies ronroneando un camino de estrellas, entre los remolinos de su eco la flor de las nieves asoma sobre los montes altos, recorro sus huellas, sentimiento e historia dando paso a la noche en un intento de difuminar la piel del tiempo, pero no, mi aspecto es tan joven como el de esos griegos sacados de la mitología. Camino, mis movimientos son seguros, aunque mi cuerpo registre las horas de aislamiento impuestas, revelo mi espíritu insumiso. Me ubico entre la naturaleza cruda. Paso a la vida que me dan y no tomo, su inclemencia marca sobre mí sus rayos felinos, surcos que confluyen una geografía solida forjada a borbotones sembrada a cal y canto. No canto muerto ni canto que no es canto sino canto que rueda. Canto internacionalista. Canto que es canto y evoca leyenda en idioma universal contra el imperio, cae con todo sobre la tierra y para la tierra sin olvidar que otros antes han ido cayendo. Fertiliza principios sobre el espacio, impulso de viento y lluvia, hambre de amor e historia a pedradas defendida, silencio impuesto y represión masiva. Hambre que solo es sustento lo mata el sueño y mi habilidad en el monte sobre la cima, ser es el dilema, el no ser ni ayuda ni libera. Miro hacia adelante, misión decidida sobre el desarrollo personal, surgen los actos y brota la conciencia que es la más que me alerta. Ella y yo somos más que dos juntas, nada sin ella. Alimento los sentidos. El oído me acompaña más allá de mis huellas leal compañero, la mirada observa y me observa sangrando sudor inquieto que emana de adentro mientras pienso indignada (Un nuevo joven a muerto por la guerra sucia, hasta cuando el crimen de Estado?). Años de plomo y droga dura, aún no llegó la mañana. No es fácil dormir cuando a otros están matando sobre la misma calle en el mismo barrio. Sigo en pié pronta avivar la llama entre las ramas secas de la retama caída tras las fuertes lluvias, jornada dura. Los acontecimientos indigestan los días se trata de tirar pa`lante sin perder el timón cuando las contradicciones se agudizan y falla la perspectiva de organización, y ni esperanza de ella ¿Lo vivido fue una transición, o una guerra de exterminio de la juventud y no tan jóvenes involucrando a toda la familia? ¿Qué hizo la izquierda extraparlamentaria transitando sobre los cimientos intransitables pidiendo y lloriqueando su legalización, acaso creía que “algo había cambiado y tenía la linea de masas equivocada”, que como el resto de parlamentarios del “cambio” se trataba de seguir bajando principios encajonados ya en la desazón del desprecio e impotencia, en vistas del nuevo disfraz de izquierda parlamentaria sumisa, eso creían?´´ (Tras la voz en off). Silencio, complicidad, miradas de reflexión, la palabra es protagonista empieza su danza brinca de unos a otros. Barra abierta. Uno a una se van acercando a cámara lenta, el tabernero pone música, empieza a servir las primeras bebidas.

 

CUADRO DOS / TOMA TERCERA Y CUARTA

 

Irrumpe un remolino aleatorio indeterminado de hojas de otoño a forma de octavillas son los años 80-90. Sobre la barra de la taberna repleta de gente y bebida en una de las esquinas un policía de “incógnito” trata de jugar a ser un joven de la izquierda abertzale, está tomando un pote. Al mismo tiempo en la otra esquina de la barra se encuentra un joven deleitándose en un tema que suena de Barrikada mientras le sirven la cerveza. Fundido. En breve irrumpe sobre escena una gata, se mezcla entre las piernas de los clientes; sube a la barra del bar y camina hacia el policía de “paisano” que simula acariciarla. La gata indiferente lo deja, camina hacia el otro extremo de la barra donde está el joven absorto en Barrikada; se miran, la observa sonriendo, desaparece nuevamente entre las piernas de los clientes. La música sigue latente generando algarabía entre los pequeños grupos dentro y fuera de la taberna.

 

CUADRO TRES / TOMA QUINTA Y SEXTA

 

Primera toma dirigida hacia el interior de la casa de una pareja que espera la llegada de la hija. Se encuentran sentados a la mesa de la cocina con la esperanza de oír el timbre de la puerta, el tiempo pasa, la hija no llega. Fundido. Iluminación más abierta; la voz de ambos irrumpe hacia nosotros:

 

Itxaso: Pienso que hicimos mal en ponerla en contacto con el padre Antxon, cada vez está más cerrada en sí misma.

 

Aitor: Pareciera satisfecha con los servicios que ofrece la parroquia, no se queja.

 

Itxaso: ¿Qué servicios? Cada vez tengo más dudas si hemos hecho bien, la encuentro con más ansiedad, se nos está yendo de las manos… anoche volvió a pedirme más dinero, se encontraba descompuesta se lo dije al padre Antxon, quería saber si cumplía con los servicios y terapias entre jóvenes de las que nos habló.

 

Aitor: ¿Qué dijo?

 

Itxaso: ¡Dios mío! ¿Por qué no me llamó en ese momento?

 

Aitor: ¿Y qué le contestaste?

 

Itxaso: Ahí está el problema, padre… porque anoche tal y como vi a mi hija el remedio hubiera sido peor que la enfermedad.

 

Aitor: ¿Y si de nada sirven las terapias y talleres para que engañarnos, no estaremos perdiendo el tiempo y hasta nuestra hija?

 

Itxaso: Es posible. Pero a quién recurrimos, nosotros ya no controlamos sus actos, su ansiedad, los servicios sociales no responden. Itxaso respira profundo, sigue pensativa, callada, mira al marido. Una trilogía interna se desarrolla y se cruza sobre el silencio entre ambos, se instala en el centro del reconocimiento de su profunda dolencia, es la aceptación de sí misma, la fuerza que brota de su corazón de sus reflexiones como motor de lucha para alcanzar su objetivo ¡¡recuperar a su hija y a todxs hijxs posibles del mundo!!

 

CUADRO CUATRO / TOMA SEPTIMA, OCTAVA Y NOVENA

 

El rodaje continúa hacia el interior de la taberna abarrotada de gente (Es víspera de carnaval). Entra un personaje sugerente disfrazado de época de Gardel, el foco a forma de circulo de tiza está dirigido a ella, sus negros zapatos de punta fina resaltan la línea de las medias de igual color. Para la música, y se hace un silencio. Cambio de iluminación. Circulo más abierto, y más tenue, el personaje se detiene mira a los espectadores con seguridad (el público observa su imagen impactante) cruza la mirada con la del policía; retira la mirada bruscamente hacia el otro extremo de la barra mirando con intriga al joven borroka. Expectación entre el público. Fundido. Se ilumina todo el local y reaparece en el ambiente otro tema de rock radical vasco. Silencio absoluto ante el cruce de miradas entre policía y joven al otro extremo de a barra, se percata el tabernero, va bajando poco a poco la música. Ambos rivales se observan con recelo y desafío. El público reacciona como si se tratara de una pelota de tenis a cámara lenta lanzada, van girando sus cabezas hacia uno y otro lado de la barra; tensión sobre la escena. De forma aparentemente imperceptible saca la pistola el policía; el joven le observa, reacciona avanzando como si de un salón del Oeste se tratara directo hacia la otra esquina, mantiene el ritmo a cámara lenta.

 

CUADRO QUINTO / TOMA DECIMA

 

Primer plano del personaje, su perfil auténtico resalta a Gardel. Se dirige hacia el camarero con un chasquido de dedos, este comprende haciendo una inclinación de cabeza -pincha ‘Cambalache’- la música aligera los movimientos de su silueta dominando la situación. El policía queda descolocado sin saber qué hacer. El joven borroka avanza erguido la coge una mano e inicia la danza del tango sorprendiendo con su destreza. La iluminación sigue enfocando un primer plano. El público en segundo plano hacia lo oscuro, se encuentra boquiabierto, enfoque de la cara sorprendida del policía y del camarero. Silencio. Sobre la misma iluminación irrumpe en la taberna una mujer vendiendo rosas rojas, inadvertida observa la escena; segundos después entra un personaje extraño, mira a todos, titubea, finalmente se dirige al baño, vende “costo”. Termina el baile. El personaje que hace de mujer se desliza como una bailarina de ballet y desaparece entre la luz de la luna como atrapada por la noche.

 

CUADRO SEXTO / TOMA ONCEAVA (sobre el exterior)

 

Iluminación natural, calle llena de gente, sonidos de sirenas, pelotazos, humo, carreras, gritos, policías, encapuchados, una de las ambulancias cargada se aleja hacia el hospital. El amanecer baña las calles desiertas, taberna chapada, como el resto de comercio. Silencio. Hasta que irrumpe un ruido atronador entre sirenas, autobuses, coches, motos, camiones de la basura, ruidos de todo tipo, humo de fábricas… Mientras la cámara sigue enfocando tomas panorámicas del barrio que se funden poco a poco, con tomas hacia atrás sobre un coche… (Personas, comercios, bares, pintadas, murales, traficantes, yonquis, ladridos de perros, maullido de gat@s). Plano hacia un joven pidiendo socorro tambaleándose a lo lejos, mientras otro llega hacia el punto álgido camina dando tumbos aunque aparentemente menos afectado. Alguien desde las ventanas llama a los servicios municipales.

 

CUADRO SÉXTIMO / TOMA DOCEAVA

 

Llega una patrulla con los primeros auxilios, se llevan al que pedía auxilio; tortazos para que espabile el segundo joven “aparentemente menos afectado” se encuentra tumbado sobre el bordillo de la acera; otra ambulancia con camilla se acerca pero el joven se incorpora dejando sorprendidos a los sanitarios, se levanta como puede ayudado por otro colega, mira a todos, mirones y sanitarios y estalla irónicamente feliz, ríe desafiante y dice ¡Esta vez no me voy cabronessss!!! El camillero le mira embobado y el joven se aleja riendo. Una gata callejera brinca hacia sus brazos, el joven la abraza acariciándola; se alejan bailando la danza del tango hacia la plaza donde se encuentra una batucada, ensayando en un círculo variado de culturas. Las comparsas se van acercando, la gata se desliza hacia ellas, danzando a ritmo de carnaval.

 

CUADRO NOVENO / TOMA TRECEAVA

 

Interior de la taberna. Ojo de luz tenue sobre el centro de escena. Público en semicírculo (Voz en off): « La represión se ceba. Prueba de fuego, cualquier paso en falso puede significar la muerte. Años de terror sobre las frentes, de plomo y droga dura. La noche de carnaval termina con la plaza de la ciudad cercada y su acceso custodiado. Al amanecer las estrellas tachonaban el cielo y el canto de ellas se escuchó en la distancia como un irrintzi en brazo largo al alcance de las colinas. Después el silencio quedó estrangulado por unas garras invisibles junto con el brillo radiante que emergía de la naturaleza. Unas sombras con charol sobre la montera se fueron acercando; se esconden, entre árbol y árbol se esconden, camuflan sus capas. Apagué el fuego y cogí mi mochila dispuesta a forma de petate mientras se filtraba la primera luz por las terrazas de las pendientes. Cubierta entre hayas y robles que descendían al otro lado de la cumbre, desde ese punto, el sendero zigzaguea endemoniado entre fantasmas que no cesan el acecho a la presa. Siguen cayendo decenas de jóvenes. Ya son cientos en todo el estado, perdón, miles de miles, a los que hay que sumar a lxs militantes que fulminan disparando ‘al cielo’ a forma de aviso´´.

 

CUADRO DÉCIMO / ÚLTIMA TOMA

 

Tras unos instantes entre apagón e intriga se imponen los cañones de luz. Una masa de nubes rojas se expanden por el espacio, flota sobre las cabezas del espectador, llega su espacio en escena. Del público irrumpen señales de humo de entre los árboles que surgen altivos flotantes de ramas. Es la resistencia popular, el combate contra la guerra sucia continúa. Galiza abre la veda en remolino de mujeres en lucha pone fin a la obra.

 

NOTA

 

Nos encontramos en los años 80-90. Décadas inmersas en el dolor, la desesperación y la muerte en miles de familias. La droga pasaba de manos a manos, de sangre a sangre, de muerte a muerte, de joven a joven a través de las pequeñas jeringas que la mayoría de las veces terminaban tiradas en cualquier acera o en los lavabos de algún bar en la parte histórica, casco viejo de la ciudad. Euskal Herria en esos años estaba llevando una “guerra” de resistencia contra el Estado colonialista opresor y militarista que actuaba con total impunidad. Fueron decenas y decenas las personas asesinadas impunemente, no solo de la militancia abertzale (cientos de ellos), algunos sindicalistas, periodistas, jóvenes y trabajadores. Es evidente que las distintas fuerzas policiales y militares tenían cercado el territorio vasco incluso en Iparralde donde las fuerzas para-policiales controlaban todo movimiento de los refugiados, asesinando a decenas de ellos. Se vivía un clima de asfixia, crimen y terror. A pesar de la represión, las organizaciones en lucha aumentaban su militancia y en consecuencia la resistencia aumentaba ante los envistes de las fuerzas policiales. Para ello el Estado utilizaba todo tipo de guerra, legal e ilegal, guerra psicológica, guerra sucia. Entre ellas fue el introducir droga entre la juventud vasca, y no solo vasca, también hicieron una escabechina en Galiza, en Catalunya y otras zonas donde la juventud tenía inquietudes socio-políticas, donde había movimientos de estudiantes universitarios como Salamanca, etc. Según los medios, los únicos culpables, era una banda mafiosa controlada por los “mercheros”, pero ni una palabra sobre quien controlaba al clan mafioso mentado y como se repartían el “trabajo” con las fuerzas policiales. Algo parecido pero en gran escala ocurre en Colombia, por supuesto, el país mayor productor de coca del mundo donde nunca cogen ni a los que la producen ni a los traficantes que la llevan a EEUU y a Europa, a pesar del despliegue inmenso de tropas yanquis por toda Colombia, y, del cerco aéreo y marítimo, de toda la zona. En Euskal Herria, lo que está claro no solo por sospechas sino por hechos que se comprobaron, es que las fuerzas policiales ayudaron, y en muchos casos fueron ellos mismos los que propagaron el “caballo” en las comunidades vascas, Catalunya, y un sin fin de barrios marginales siempre por por motivos políticos.

 

Según Esteban Ordóñez <<El día anterior a la Operación Primavera contra los grandes centros de la droga de Madrid, en 1987, un chaval acudió a un camello de Ciudad Lineal para comprar su dosis. En mitad del intercambio, éste le previno: “Mañana no vengas porque va a haber redada y no voy a estar”. La escena la relataron en su día las Madres contra la Droga. El traficante estaba avisado, el chivatazo de la actuación policial, según este colectivo, había saltado de mano en mano como una jeringuilla. El balance de la incursión fue de mil personas identificadas, de las que 137 pasaron a disposición judicial y 11 fueron a prisión. Solo se incautó cerca de un kilo de heroína (además de otras sustancias: marihuana, hachís, cocaína, LSD). Ejemplos similares de operaciones descafeinadas, mezcla de espectáculo, corrupción y vínculos entre agentes de la ley y narcos se produjeron en todo el Estado, y han servido de base para quienes sospechan del protagonismo de las fuerzas de seguridad en la propagación de la heroína por las calles españolas en los años ochenta>>. Justo Arriola, autor del libro ‘A los pies del caballo’ (Narcotráfico, heroína y contrainsurgencia en Euskal Herria, habla de un complot político, conexiones entre la heroína y la guerra sucia): existía un plan pergeñado por las cloacas para desmovilizar a una juventud rebelde que vivía y se pronunciaba a contrapelo de la nueva idea de país que se estaba implantando. En las 500 páginas del libro, Arriola, trabajador del metal y activista desde su juventud, recoge testimonios, noticias e informes que, en su opinión, sustentan una tesis que circula por las calles desde hace décadas <<En el País Vasco siempre hemos oído de la implicación de la policía en el tráfico; no es que hubiera muchas investigaciones sobre el tema, pero era vox populi, te lo decían los propios consumidores>>.

 

La verdad es que en aquellos años la pandemia entre los jóvenes, y no tan jóvenes, era la heroína caían uno tras otro. Una pandemia inducida por las cloacas del Estado, contra una juventud que quería luchar contra el sistema (yonquis deambulando por las calles y plazas como zombis, pidiendo algo de dinero para poder comprar su próxima dosis, con y sin mucha cultura había de todo, muchos con una vergüenza y un dolor patético inconmovible). A veces hacían pequeños atracos a su propias familias otros con menos posibilidades en la calle en su desesperación. Ya no había marcha atrás, el camino hacia la muerte era rápido y doloroso. Llegó a ser la primera causa de muerte entre la juventud y una de las principales preocupaciones de la población, había barrios y pueblos enteros arrasados por la heroína. Justo Arriola lo vivió en su propio pueblo, Elgoibar, una de las localidades más golpeadas por el sida que se contagiaban los adictos al compartir las agujas <<Hubo un bar famoso, el Lojantzi, que se convirtió en un supermercado. Era tan fácil para la gente. Yo estaba en el instituto, sabía perfectamente adónde tenía que ir y a quién comprar, y el cuartel que estaba al lado también lo sabía; estaba muy permitido, había interés en que se esparciera por el País Vasco>>. Arriola señala la contribución del Estado en la expansión de la sustancia en dos direcciones. Por un lado, permisividad <<Datos de principios de los 80 arrojaban que se detenía a un traficante de cada 150; el debate es en qué grado ocurría por carencia de recursos y de la agilidad necesarias, y en qué grado se trataba de una acción deliberada. Y, por otro lado, apunta a la implicación activa de los cuerpos policiales. Había traficantes con licencia para traficar a cambio de dar información sobre el movimiento popular o sobre ETA. Luego había otros que pagaban grandes sumas de dinero a las fuerzas de seguridad, sobre todo, de Intxaurrondo (Guipuzkoa). Eso lo recogió el fiscal de la Audiencia Provincial de Donosti Luis Navajas en el famoso informe Navajas [1989]>>. Según este fiscal, agentes de la Guardia Civil de Intxaurrondo, entre ellos el coronel Enrique Rodríguez Galindo, recibían grandes sumas de dinero a cambio de coaligarse con clanes dedicados al tráfico de drogas y tabaco.

 

Este informe fue ignorado por las instancias superiores y sus conclusiones no se investigaron <<Esas cantidades se utilizaban, según declaró Máximo Blanco, que fue jefe de la Policía Judicial de Intxaurrondo, para pagar la guerra sucia. En principio, ese dineral iba ahí, pero luego se desmadró y Galindo y su camarilla se empezaron a enriquecer>>. Cuando Blanco lanzó esta acusación ya estaba siendo investigado por pedir un crédito de dos millones de pesetas al traficante José Manuel Olarte. El autor de ‘A los pies del caballo’ recoge testimonios que colocan a agentes policiales y a Guardias Civiles como participantes directos en el tráfico. Arriola ilustra cómo, a su entender, se abastecían estos peones con tricornio a través de las declaraciones que el traficante turco Vedat Çiçek envió por carta al periodista de Egin Pepe Rei. El turco contaba que la Guardia Civil lo escoltaba cada semana en el transporte de 15 kilos de heroína. Según la misiva, el agente de paisano le había confesado el motivo oculto tras aquel trasiego de fardos continuado: “Para castigar a la juventud vasca por su apoyo a ETA>>. El libro recoge un pasaje de las memorias del ex-lehendacari José Antonio Ardanza, mientras era alcalde de la localidad de Arrasate, en 1981, encargó a la policía municipal investigar de dónde venían los narcóticos que circulaban por los bares del pueblo. Los municipales siguieron a varios coches que llevaban matrículas falsas y acabaron en las puertas de los cuarteles de Intxaurrondo y de La Salve (Bilbao). Para Arriola no hay dudas <<Son pruebas de que el Estado inundaba de drogas a la juventud movilizada y politizada para convertirla en una masa de adictos sin otra preocupación que conseguir otra dosis>>.

 

Maité Campillo (actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)


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