Prólogo al libro “¿GENOCIDIO
PLANIFICADO?”
Pedro J. León
Sosa
Cuando se me
presentó la oportunidad de prologar este libro de artículos sobre la temática
invasión, de Víctor Ramírez, reconocí en primera instancia la responsabilidad
de tal honor. Es dicho autor uno de los escritores canarios más importantes de
la historia de nuestras letras, paradójicamente más reconocido y valorado fuera
de la sometida Patria Canaria que dentro de ésta.
De hecho, su literatura ha influido en
la elaboración de diferentes trabajos críticos: concretamente la obra narrativa
“Nos dejaron el muerto” fue la inspiración del joven senegalés Mor Fatim, para
realizar un trabajo monográfico de licenciatura sobre el argumento del citado
libro.
Por su parte, el italiano Sergio Alasia
también ejecutó una labor crítica de esta novela: “Dominio de la palabra en Nos
dejaron el muerto”; y es que, como el propio Víctor Ramírez dice muy a menudo, “los libros pasan a ser dueños de quienes los
leen”.
De la misma manera las palabras
libertarias que en éstos se expresan (tanto en el contexto narrativo como el
ideológico –en sus reflexiones periodísticas-), al igual que el pensamiento
rebelde y dignificante de nuestro autor, se han emancipado del ninguneo y el
desdén con que lo han querido silenciar las instituciones públicas de todo
orden: aunque más delito tienen las llamadas culturales ya que no fomentan sino
la “cultura” clientelar y de asistencia al colonialismo español.
Junto a otros
compañeros pude deleitarme con la película “La caja”, basada en la ya nombrada
novela “Nos dejaron el muerto” y dirigida por el director canario Juan Carlos
Falcón, significando un rotundo éxito en todos los sentidos; además fue la
primera producción canaria que competía en la sección oficial del Festival Internacional
de Cine de Las Palmas, obteniendo el mejor reconocimiento que se puede desear:
El premio del público.
Es la literatura de nuestro autor,
peculiar y distintiva; llena de canarismos y neologismos que cimentan y
fortalecen una verdadera identidad canaria. Es cierto que Víctor Ramírez usa el
idioma impuesto o español, pero, además, para envidia de literatos e
intelectuales mediocres, colaboradores del sistema opresor, lo utiliza de forma
magistral o, como decimos por aquí, con mucho jeito, arrojándolo contra el
poder dominador: pues su pluma se niega a colaborar con el colonialismo español
y él sigue comprometiéndose, denunciando y bregando en cualquier terrero que se
le presente.
Jean-Paul Sartre
dijo en 1944: “Además de
sus sentimientos patrióticos, todo escritor consciente de su vocación encuentra
un deber político en su propia actividad literaria: debe luchar por liberar a
su patria y a sus compatriotas”. Por desgracia
tenemos tantísimos escritores canarios que no hacen nación en sus escritos, que
sus obras carecen de palabras libertarias y que, contrariamente, potencian con
ellas las cadenas ignorantadoras que amarran y aprisionan las conciencias,
ayudando a perpetuar, aún más, el sistema colonialista que subyuga a la Nación
Canaria.
Por suerte para nosotros, los canarios
alzados que deseamos ver unas Canarias Libres convertidas en un Estado Soberano
y dueño de su destino, Víctor Ramírez sigue siendo uno de esos escritores
conscientes que no aceptan prebendas: él continúa exponiendo ideas liberadoras,
dignificadoras, aportando a la Patria Canaria un testamento político de
incalculable valor.
Es un intelectual
sobresaliente que trabaja con la fuerza de sus palabras, para propiciar una
conciencia rebelde a este sometido pueblo; de esas pocas personas dignas que
prefiere la soledad solidaria, antes que vender su alma y su pueblo por un
reconocimiento rápido que, con toda probabilidad, le auxiliaría las
administraciones llamadas públicas y que, por consiguiente, le proporcionaría
un enorme colchón económico que le daría la tranquilidad para el resto de sus
días.
Pero para conseguir semejantes réditos
habría de prestarse al soborno o someterse, como lo hacen la mayoría de los
canarios a los dictados del sistema: tendría que dar la espalda a sus compatriotas:
ocultar la historia, vender su pluma al estado español, ignorantar a sus
lectores y mantener oculta la verdad que él tanto defiende.
Sólo con la
descolonización, objetivo por el que pugna nuestro autor, se lograría acabar
con la especulación, la esquilmación y el imparable deterioro de nuestro medio
Nacional; método el susodicho, asimilista, orquestado e impuesto desde y por la
metrópoli para acabar con cualquier vestigio de identidad canaria, haciendo así
retroceder y subyugar a nuestro pueblo: no es la descolonización una cuestión
de derecho, sino de supervivencia para nuestra Patria.
“Sólo
en la lucha del pueblo queda la esperanza, de seguir así espiraremos en cuerpo
y en alma”. Esto dice el cantautor Isidro Santana en
una de las estrofas de la canción “Lucha”, refiriéndose a Canarias.
Podrán tachar a
nuestro compatriota Víctor Ramírez de muchas cosas –debido, claro está, a que
su orientación política es independentista, la que por ende han estigmatizar–,
pero su obra literaria es intachable, sumamente importante, aunque el poder
establecido trate de ningunearlo.
Dicen que sus ideas son extremas, pero
las ideas ultras son hace más de quinientos años las que se nos imponen desde
la metrópoli –o borbonia–, como él mismo le llama. La verdad es que nuestro
compatriota no impone nada: sólo argumenta la necesidad de liberar a estas
maltratadas Islas Canarias, y por tal motivo intentan, sin lograrlo, mantenerlo
en el anonimato intelectual.
Dirán de este
libro de artículos, sobre la invasión de Canarias, que es racista o xenófobo,
ya que habla de la ingente y desproporcionada cantidad de colonos que están
entrando a Canarias, por lo que es de esperar de boca de algunos asimilados,
términos como internacionalismo, solidaridad, hospitalidad, etc. (no sé cómo
puede haber solidaridad en una colonia, esa sólo la pueden ejercer los países
soberanos), o que no hay que cerrar las puertas a nadie.
Pero Europa blinda y cierra sus
fronteras a todo aquel que no pertenezca a los países de su asociación
mercantil, siendo los africanos los más perseguidos y deportados
inmediatamente, ya que los localizan por el color de su piel: todo, a pesar de
la deuda que tiene el egoísta primer mundo con el llamado tercero. ¡Qué
hipocresía!...
Como dice el maestro Francisco Tarajano:
Más quiero Canarias libre, sin
grillos en las arenas, que verlas pisoteadas por las botas europeas.
Víctor Ramírez se
opone con sus escritos a que se oculte nuestra historia; él sabe la importancia
que tiene ésta en la fortaleza y unidad de los pueblos que aspiran a la
libertad; ya lo decía Sekou Touré: “Enterrar la
memoria histórica de un pueblo es desarmarlo frente a la opresión, es
enterrarlo a él mismo”.
Aunque para acabar este prólogo
prefiero quedarme con la frase que me dejó mi buen amigo el senegalés Amadou
Ndoye: “Hay quienes quieren enterrar
a la sombra, pero la sombra jamás se puede enterrar”.
Pedro J. Brissón Sosa
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