lunes, 5 de agosto de 2019

ARTENARA ALMOGAREN


ARTENARA ALMOGAREN
JM AIZPURUA
Se agita el señorito, sus siervos y plumillas, pues la luz de la cueva los ha cegado. A nosotros nos deslumbra, nos afirma, nos consuela que, aunque tarde, la verdad se impone y el tontorrón troglodita que aún hoy se proyecta en la explanada de Candelaria se ha convertido en un Pueblo Guanche, con cultura y dignidad innegables, que rompe el mensaje invasor, aquel que Papas y Reyes inventaron para hacerse con las tierras y las riquezas de los más débiles. Tú, Rey, roba, que yo Papa te lo arreglo con una Bula.

No conozco a Cuenca, pero iré encantado al primer homenaje que se le haga. Su acción antropológica es de un mérito extraordinario, pues su intuición es el arma que emplean todos los arqueólogos para interpretar y en este caso; la suya ha sido prodigiosa.

Pero no es la calidad científica lo que se cuestiona, es algo más profundo y manchado por la política. La acción “civilizadora” de los europeos que los reyes de Castilla y sus Papas con tanta saña practicaron, se escudaba en la supuesta ferocidad e incultura de los Pueblos que atacaban, robaban y esclavizaban. Taínos americanos o Guanches africanos se sometieron al mismo tratamiento colonizador, que el gran Fray Antón Montesinos repudió con solvencia en su sermón de navidad 1511, a la cara de las autoridades colonizadoras castellanas en la isla La Española, hoy Haití y R. Dominicana.
Con cruces y falsos relatos, trataron y hoy tratan, de encubrir el pillaje más bárbaro y el abuso ante el más débil en número y tecnología de guerra. Dios, el bueno, contra dios el malo, sirvió de coartada papal, para robar, matar y esclavizar, que como todo el mundo sabe era el mensaje cristiano que el Nazareno aportó al mundo.
Nuestro Pueblo Guanche, sufrió el genocidio europeo que en aquellos siglos se aplicaba a los pueblos africanos débiles, y eso a la vista de la sensibilidad social del siglo XXI es inaceptable, y por ello los godos españolistas se apresuran a encubrirlo y deformarlo poniendo a su tropa de vendidos a despistar con falsos debates.
Lo que hace Cuenca con su descubrimiento es devolver la dignidad cultural a nuestros ancestros guanches, no es política, sólo ciencia. El “españolismo constitucionalista” se tambalea pues en un error etnocéntrico asimila al hoy las situaciones del pasado.
Es la terrible lucha por el “relato” que se está desarrollando en el presente con bases del pasado. El mundo facha, isleño incluido, proclama que cuatro independentistas mantienen tesis, despreciables, pues confunde lo cuantitativo con lo cualitativo, y como ellos son más y más poderosos: los guanches eran trogloditas salvados por España para Dios. La cantidad es valor democrático, pero no encubre la calidad de la verdad.
Cuando de Artenara Almogaren sale el haz de luz pone la realidad al descubierto, y alumbra por igual a dependentistas e independentistas. Es ciencia y eso es apolítico.
Los que hoy mantienen la españolidad de Canarias, se basan en mentiras e indignidades, que reabren las heridas coloniales y curiosamente las franquistas, pues son los mismos. Son los que mantienen con mentiras de “valor artístico” el pajarraco de homenaje al fascista Franco, y no aceptan la Historia, porque los pone del lado miserable de la misma. Deben aprender la lección de la cueva y adaptarse al siglo XXI, donde todo se enfoca a la luz de los DDHH, y con esa óptica sus relatos no se sostienen y los hacen reos de genocidio.
No hay un relato de independentistas y de constitucionalistas-dependentistas: hay un único relato canario, en el que, arrancando en los Guanches, pasando por la invasión castellana y la colonización, sufriendo el golpe de estado franquista y la dictadura, hemos llegado al siglo XXI donde la UE ha penetrado en nuestras vidas. Que cada uno lo lea como quiera, pero el relato es único.
Canarias está saliendo del hoyo, su realidad está emergiendo de la bruma, la sorpresa invade al simple que creyó que bailando a la cruz hacía patria canaria, y el godo tiembla ante el juicio de la Historia que inexorablemente caerá sobre él sin piedad.

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