sábado, 10 de agosto de 2019

POR ENÉSIMA VEZ, MARRUECOS NO QUIERE TESTIGOS


POR ENÉSIMA VEZ, MARRUECOS 
NO QUIERE TESTIGOS
CRISTINA MARTÍNEZ BENÍTEZ DE LUGO
Hoy se celebra el juicio a varios jóvenes detenidos tras la violenta represión ejercida contra la población saharaui el día 19 de julio y posteriores a raíz de una manifestación de júbilo por la victoria de Argelia en una final africana de fútbol. Y como no, reivindicativa de la autodeterminación.

Había un material fílmico muy abundante de las agresiones de las fuerzas de ocupación: policías disparando, cebándose a patadas contra algún joven indefenso; de hecho, falleció una joven en el asalto, atropellada por un coche policial, y hubo heridos cuyo estado no se conoce. Vaya, ese tipo de cosas que a RTVE no le interesó publicar.


Quise venir al juicio para contar lo que sucediera, pero Marruecos no me ha dejado entrar en El Aaiún. Me han preguntado en el control de pasaportes a qué iba a los territorios ocupados (bueno en esos términos no). Yo dije que venía de observadora a un juicio, me pidieron la acreditación, y, al rato, aparecieron varios policías para decirme que me tenía que ir de vuelta en ese mismo momento. No se identificaron, no me dieron un atestado, algún tipo de documentación del acto que se estaba produciendo.

Uno de ellos dijo que España y Marruecos ya tenían un convenio de colaboración en materia de ayuda judicial y que esa acreditación no valía para nada. Yo entiendo que la ayuda judicial entre dos países es una cosa y la observación ya sea social o jurídica que llevan a cabo asociaciones de derechos humanos en un territorio ocupado es otra.

Decidir si yo puedo presenciar un juicio es competencia del juez en la sala, no de la policía en el aeropuerto.

Quise llamar al cónsul español en Rabat para que me ayudara en esta sinrazón, pero me apremiaron a que me pusiera en marcha. El cónsul no tiene nada que decir, y -aunque ustedes lo nieguen- está Vd. en Marruecos y somos un país soberano.

Yo estaba convencida de que no tendría problemas. Ya había estado bastantes veces en El Aaiún. Cuando te pasa esto, te quedas perplejo, te preguntas qué tenías que haber hecho o explicado, cómo tenías que haber presentado batalla. Pero no hay razonamiento que valga. Es que no quieren que veamos lo que pasa. ¡Váyase ya!

El consulado de Rabat no contestaba y tuve que subir al avión de vuelta, el mismo que me había traído. Los policías me facilitaron una tarjeta de embarque, deprisa, deprisa.

Yo tenía el móvil en la mano, llamando al cónsul. Y la policía me avisó de que no se me ocurriera hacer fotos. Estábamos en un aeropuerto.

Una vez en Casablanca, la policía me pidió el pasaporte, el billete de ida y todas las tarjetas de embarque, y me tuvo esperando mucho tiempo hasta que me dijeron que se habían gastado 75 euros en una habitación de hotel en el aeropuerto, pero está lleno el hotel) más el billete de vuelta a Madrid. Insistí en que me devolvieran el pasaporte y los documentos. ¿Para qué los quiere? Yo no me tengo que desprender de mi documentación, es mía. El policía me prometió en nombre del Gobierno marroquí que me los devolvería cuando subiera al avión. Dejaron a un policía en recepción.

Conseguí hablar en dos ocasiones con el consulado de Casablanca. No podían hacer nada y la verdad es que a mi interlocutor le pareció todo normal. La expulsión, el pasaporte, todo normal.

En el viaje de ida, pasé el control policial en la escala de Casablanca y salí del aeropuerto sin problemas. Ahora estoy retenida, vigilada, sin opción a elegir, como un malhechor. Ellos mismos se contradicen, Marruecos, sí; territorios ocupados, no. No quieren que haya diferencia, pero la hay.

Si yo no voy al juicio, otro contará lo que pasó. Pero lo que más perjudica a Marruecos es su declaración abierta y tajante de que no quiere testigos de lo que allí suceda.

Sería deseable que el gobierno español se moviera un poquito para evitar este tipo de abusos, y la ONU, la UE, la UA exigieran a Marruecos respeto a las obligaciones que firma. Claro, que esto es el chocolate del loro. Quién no evita la mayor…

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