lunes, 9 de marzo de 2020

“CUENTOS COBARDES”, DE VÍCTOR RAMÍREZ:


“CUENTOS COBARDES”, DE VÍCTOR RAMÍREZ:
recordando nuestro primer encuentro.
POR EMILIO GONZÁLEZ DÉNIZ
Una noche de principios de los años 70, Juancho Armas Marcelo y yo nos dirigíamos a su casa de Las Palmas porque teníamos una cita con Tácito, un tipo que era tan escueto que a menudo hurtaba los verbos. En el portal nos encontramos con un muchacho de pelo rizado, maestro alfabetizador que enseñaba a leer a adultos en Las Coloradas de La Isleta.

Hablaba a borbotones y se me quedó mirando tanto como yo a él. Juancho nos presentó: Aquí, Víctor Ramírez, aquí Emilio, que es colega tuyo y se prepara de latín porque hace las comunes de Filosofía y Letras.
Subimos a casa de Juancho. Era el tiempo en que acababa de fundar con otros la editorial Inventarios Provisionales. En un momento de la conversación se me ocurrió preguntarle a Víctor por qué, siendo él tan joven, no hacía como yo, y ampliaba estudios en La Laguna. Juancho no lo dejó contestar: “Lo que tiene que hacer Víctor es escribir”.


Precisamente aquella noche, delante de mí, Víctor le entregó el manuscrito de sus dos primeros relatos (“Cada cual arrastra su sombra” y “El arranque”), los que inician sus CUENTOS COBARDES de ahora. Pude entonces levantar acta de un momento fundamental de en la Narrativa Canaria del siglo XX; pero, en su defecto, lo hago ahora, un cuarto de siglo largo después.
La mayor parte de los escritores, incluso los muy buenos, tienen que prepararse para que lo que hacen deje de ser escritura y comience a ser literatura. Otros, muy pocos, nacen con un don natural, son como espejos de la realidad y funcionan casi de manera automática.
Víctor Ramírez es así, escritor de nacimiento. Es como una raza aparte, de personas que poseen la facultad que la mayoría busca a través del estudio.

CUENTOS COBARDES es un libro primerizo, pero de un escrito hecho. Desde entonces Víctor ha escrito más libros que cuentos, y no ha superado aquellos porque son insuperables.
Tampoco ha perdido ese don. Lo de Víctor es magia natural para el cuento. No es un oficio ni una carrera, ni siquiera es una vocación: es un designio sobrenatural y admirable.
Juancho tenía razón; su instinto literario no le engañó: “lo que tiene que hacer Víctor Ramírez es escribir”.

Domingo 2 de abril del 2000, Canarias7.


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