SS sos
J.M.
AIZPURUA
Hasta Franco se dio
cuenta de que la SS era imprescindible para su España Vencedora pero sus
actuales herederos no lo ven así. Su estupidez y su avaricia, a cuál mayor, han
buitreado en ella para crear una “privada” en la que ellos se curan con
ventaja, algunos se forran con los fondos públicos, y todos conspiran contra la
“publica”, la SS, que en sus mentes es para pobres y gentuza.
Y aquí está la
clave de la construcción de un Estado moderno y republicano. No hay nada más
necesario que un SS pública de gran calidad, donde todos vayamos a nacer y
morir. Si además nos curan y nos atienden en la enfermedad, habremos dado con
un factor cohesionador incalculable. Sin milagros, pues Canarias y Galicia no
tienen forma de “unificarse”.
El Covid19, debe
hacernos ver que la SS no era lo que decía la propaganda, que las previsiones
autonómicas eran un desastre y la unificación dictatorial lo fue aún mayor. No
tenemos el mejor sistema sanitario, y Alemania sí, de UCI con 621 plazas por
cada 100.000 personas. Italia tiene 275, y España 293.
Los soplagaitas de
los balcones, cuando entran; debieran pensar en ello.
Y he ahí el gran
reto pos-Covid19. ¿Reforzaremos la SS?
La sociedad
dividida, las dos Españas, la izquierda y la derecha, es en este paradigma
donde divergen y deben divergir más. La izquierda debe olvidar consensos “interclasistas”,
transversales, para afianzarse en la SS universal y de calidad que salve a
precarios y marginados de un cruel destino desde que nacen. Sanidad, Educación
y Pensiones, son los caballos de batalla de quien se diga de izquierdas y los
caballos de Troya transversales deben ser arrojados a su espacio derechista sea
cual sea su sigla embaucadora.
Hay 9.352 hogares
donde el hambre sobrevuela y 8.580 donde la abundancia anida. Es una
radiografía burda de las 2 Españas, la lucha de clases estadística, pero los
datos hay que interpretarlos y encontraremos su sentido.
2 millones de
hogares están en la marginación y su existencia es la señal clara de que
estamos ante un Estado fallido. Y 3 millones más están en su límite, carentes y
aterrados por caer en él.
10 millones de
hogares, ¿la famosa clase media? oscilan entre periodos de escasez y bonanza y
viven con la ilusión de penetrar en ese paraíso de los ricos, sueño americano
de opulencia.
Y 2 millones y
medio, todos en la sanidad privada, exhiben su superioridad consumista ante sus
conciudadanos, y en ello ponen todas sus energías. Son los que marcan
tendencia, imponen regles y votan siempre a los suyos, que se conocen desde
hace generaciones. El segmento más asentado de la clase media los sigue en
elecciones y es el responsable de la destrucción de nuestra SS.
Los viejos no
merecemos morir aislados de los nuestros, ahogados en la soledad del hospital y
enterrados en silencio clandestino. No lo merecemos, no.
Y es tiempo de
descubrir a los que, con su voto, con su proyecto, con su falso mensaje de que
hay que dejar morir a los viejos para que sus nietos tengan una economía
saneada, que
aunque pudiera ser
lo sería para una generación inhumana que volvió a la selva donde el hombre es
un lobo para el hombre.
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