viernes, 3 de junio de 2016

MESSI HACE LA INFANTA

MESSI HACE LA INFANTA

DAVID TORRES
La deriva jurídica en España está tomando un rumbo muy, muy azaroso. Hay jueces que se han empeñado en juzgar infantas, otros jueces se especializan en folklóricas, otros la han tomado con delincuentes del PP y ahora incluso a algunos les da por perseguir futbolistas. De continuar esta absurda insistencia en hacer cumplir la ley, el siguiente paso podría ser el de sentar en el banquillo a un banquero, maniobra harto complicada en la que -como se vio en el caso de Blesa- el que puede terminar bien jodido es el juez. La excepción se llama Mario Conde y es tan excepcional que hasta pretenden juzgarlo dos veces.

Al llamar a declarar a Leo Messi, la Audiencia de Barcelona ha metido un palo en la rueda del proceso soberanista. No se sabe dónde puede acabar todo esto, lo mismo cualquier día llaman a declarar a Jordi Pujol. Parece que los jueces no hubieran tomado en cuenta el hecho de que Messi no sólo es la mayor estrella del fútbol sino que, además, juega en el Barca. Están juzgando un símbolo, con el peligro que tiene eso.

No contento con ser el rey del fútbol, ahora Messi quiere ser también la infanta. Ya de pequeño le tomaron una foto de grupo con sus compañeros de colegio en que lo colocan justo en el centro y una profesora declara: “Todos los amigos lo tenían como un príncipe”. La línea de defensa está muy clara: “Yo no sabía nada, me dedico a jugar al fútbol y confío en mi papá”. Pero si hay alguna grieta en la armadura perfecta de Lionel Messi esa es, precisamente, la defensa. Está tan absolutamente concentrado en ganar que ni siquiera se le pasa por la cabeza perder. Xavi Hernández comentaba que no soportaba la idea de fallar un penalti ni aun cuando fuesen ganando tres a uno, como le sucedió una vez contra el Manchester City. Sus padres cuentan que, de pequeño, nadie quería jugar a las cartas con él porque todos sabían que tarde o temprano les iba a hacer una trampa o a desparramar los naipes sobre la mesa y entonces se acababa la partida.




No es difícil de creer que Messi tuviera alguna idea de cómo se llevaban sus negocios. Apenas le interesa algo fuera del terreno del juego. En su libro sobre el jugador, el periodista argentino Leonardo Faccio escribió que Messi, cuando no está entrenando o jugando al fútbol, se pasa el día durmiendo porque se aburre mucho. Cuando Guardiola, para motivarle, le regaló un libro de David Trueba -titulado precisamente Saber perder– lo dejó a las pocas páginas. Y en una actividad del colegio en que los alumnos tenían que salir a escena e identificarse con un animal, el pequeño Leo Messi escogió el caracol. Pensar rápido y moverse lento, ésa es la esencia de su personalidad dentro y fuera del campo. Cuando asegura que no sabe nada del delito de fraude fiscal, sus palabras suenan mucho más veraces que las de la infanta, que no por nada trabaja para un banco. Alguien podría decir que ese “sólo que no sé nada” lo ha sacado de Sócrates pero, para Messi, Sócrates no es más que un futbolista brasileño.

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