MESSI HACE LA INFANTA
DAVID
TORRES
La
deriva jurídica en España está tomando un rumbo muy, muy azaroso. Hay jueces
que se han empeñado en juzgar infantas, otros jueces se especializan en folklóricas,
otros la han tomado con delincuentes del PP y ahora incluso a algunos les da
por perseguir futbolistas. De continuar esta absurda insistencia en hacer
cumplir la ley, el siguiente paso podría ser el de sentar en el banquillo a un
banquero, maniobra harto complicada en la que -como se vio en el caso de Blesa-
el que puede terminar bien jodido es el juez. La excepción se llama Mario Conde
y es tan excepcional que hasta pretenden juzgarlo dos veces.
Al
llamar a declarar a Leo Messi, la Audiencia de Barcelona ha metido un palo en
la rueda del proceso soberanista. No se sabe dónde puede acabar todo esto, lo
mismo cualquier día llaman a declarar a Jordi Pujol. Parece que los jueces no
hubieran tomado en cuenta el hecho de que Messi no sólo es la mayor estrella
del fútbol sino que, además, juega en el Barca. Están juzgando un símbolo, con
el peligro que tiene eso.
No
contento con ser el rey del fútbol, ahora Messi quiere ser también la infanta.
Ya de pequeño le tomaron una foto de grupo con sus compañeros de colegio en que
lo colocan justo en el centro y una profesora declara: “Todos los amigos lo
tenían como un príncipe”. La línea de defensa está muy clara: “Yo no sabía
nada, me dedico a jugar al fútbol y confío en mi papá”. Pero si hay alguna
grieta en la armadura perfecta de Lionel Messi esa es, precisamente, la
defensa. Está tan absolutamente concentrado en ganar que ni siquiera se le pasa
por la cabeza perder. Xavi Hernández comentaba que no soportaba la idea de
fallar un penalti ni aun cuando fuesen ganando tres a uno, como le sucedió una
vez contra el Manchester City. Sus padres cuentan que, de pequeño, nadie quería
jugar a las cartas con él porque todos sabían que tarde o temprano les iba a
hacer una trampa o a desparramar los naipes sobre la mesa y entonces se acababa
la partida.
No
es difícil de creer que Messi tuviera alguna idea de cómo se llevaban sus
negocios. Apenas le interesa algo fuera del terreno del juego. En su libro
sobre el jugador, el periodista argentino Leonardo Faccio escribió que Messi,
cuando no está entrenando o jugando al fútbol, se pasa el día durmiendo porque
se aburre mucho. Cuando Guardiola, para motivarle, le regaló un libro de David
Trueba -titulado precisamente Saber perder– lo dejó a las pocas páginas. Y en
una actividad del colegio en que los alumnos tenían que salir a escena e
identificarse con un animal, el pequeño Leo Messi escogió el caracol. Pensar
rápido y moverse lento, ésa es la esencia de su personalidad dentro y fuera del
campo. Cuando asegura que no sabe nada del delito de fraude fiscal, sus palabras
suenan mucho más veraces que las de la infanta, que no por nada trabaja para un
banco. Alguien podría decir que ese “sólo que no sé nada” lo ha sacado de
Sócrates pero, para Messi, Sócrates no es más que un futbolista brasileño.
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