JOSÉ VICENTE BARCIA MAGAZ
Votar
a favor. Unidos Podemos es el comienzo de
un frente amplio que compatibiliza la pluralidad de quienes, desde la
diferencia, abogan por un cambio esencial de rumbo. Corregidos, en principio,
los tacticismos vacíos, los ticsautoritarios
y los divismos, queda la honestidad de una propuesta política que convence e
ilusiona. Unidos Podemos ya no sólo opera como alternativa política, lo hace
como referencia vital de una sociedad maltratada. Unidos Podemos es
terapéutico. Su programa es sólido e inteligente. En él se encuentran los
patrones estratégicos y las medidas concretas a tomar para iniciar un ascenso
colectivo a la dignidad robada. Pero es que, además, el proceso ha significado
un salto de madurez indiscutible de aquellas fuerzas que empecinadas en sus
siglas no lograban ser todo lo decisivas que era preciso para generar cambios
de calado. Ahora sí se está desafiando a la cultura política de mercado y
la competitividad a ultranza. Es claro que la propuesta política tiene
contradicciones no menores que deberán ser corregidas, como nos lo recuerda el
Colectivo Utopía Contagiosa a propósito de la propuesta de paz y defensa de
esta fuerza política, que es puro convencionalismo. Pero ello, lejos de ser un
impedimento, debe situar a Unidos Podemos en una óptica de evolución que
permita ir profundizando en transformaciones mayores.
2.
Votar en contra. Que nadie se lleve a engaños, no puede haber
alternativa constructiva si no se produce en paralelo una confrontación
destituyente. ¿Eso significa que todo lo que se ha hecho hasta el momento es
malo? Evidentemente no. Sin embargo, los precios que se han pagado resultan
inaceptables. La evolución de nuestra realidad en modo alguno justifica la
existencia de toda una cultura de corrupción y aquiescencia de los
partidos turnistas. Hay que derogar el modelo antipolítico basado
en aquella receta del felipismo que perfeccionó Aznar y que
nos ha traído a este momento de la historia, y que no es otro que el de la
consagración de toda actividad pública a la creación de una esfera de
enriquecimiento individual. ¿Recuerdan aquel óxido de la Dama de Hierro que
decía que no existía la sociedad sino el individuo? ¿Y aquellas otras
acuñaciones lamentables, comocultura del pelotazo o social-liberal?
La historia sería algo demasiado limitado si sólo sirviera para mirar hacia
atrás. Para votar hay que pensar en las causas de nuestra situación y empatizar
con quienes más brutalmente han sido excluidos y empobrecidos. Votar en contra
de turnistas y recambios es votar a favor de los desahuciados,
de las clases medias depauperadas, de los que se han quedado en la fría cuneta
de los recortes sociales. El día 26, votar en contra del conglomerado
conservador será votar en contra de quienes manejan a esas fuerzas desde el
mecanismo de las puertas giratorias.
3.
Votar justicia y
solidaridad. El binomio que ofrece Unidos
Podemos pone de relieve la necesaria compatibilidad entre los métodos y los
fines. La máxima del 68 que enfatizaba aquello de “la imaginación al poder”
estaba equivocada. Por desgracia la imaginación llegó al poder, fue
descafeinada y se convirtió en publicidad. Se trata de que el poder se ponga al
servicio de la imaginación, es decir de los valores y los principios. En el
caso de Unidos Podemos no se trata tan sólo de hacer cumbre, sino de generar
políticas de redistribución de la riqueza, que generen una hegemonía cultural
basada en la garantía de derechos fundamentales. Hay que refundar el estado de
bienestar para que pueda evolucionar en la profundización de derechos, y para
que la adquisición de esos derechos no pueda estar sujeta a retroceso alguno.
Esta propuesta de Unidos Podemos no es una abstracción de laboratorio
intelectual. Encuentra su toma de tierra en la necesidad perentoria de crear
los rudimentos para un nuevo modelo económico y productivo, basado en unas
relaciones laborales justas, desandando los caminos de la precariedad y del
exilio económico de nuestros jóvenes, y también apostando por el desarrollo de
líneas de productividad económicamente viables y medioambientalmente
sostenibles. Hay que subrayar que las mafias son consustanciales a monocultivos
como el del ladrillo y las infraestructuras.
4.
Votar valentía. PP, PSOE y Ciudadanos están agitando las aguas
de la visceralidad más básica, con el fin de producir el miedo a la
desintegración española y ofrecerse, al mismo tiempo, como salvadores de una
patria que no han dudado en humillar y maltratar. Las políticas implementadas
desde el Estado central no han parado de fabricar, como es bien sabido,
independentistas. Todo ello a partir de una prepotencia absoluta, que ha
generado, como señaló repetidamente Pablo Iglesias, un auténtico choque de
trenes. Pues bien, no parece muy inteligente seguir obcecados en un modelo de
Estado donde hay territorios que no se sienten cómodos, que se sienten
ultrajados y utilizados como objeto de miedo para forzar cohesiones de lustre
electoralista. Por ello, la propuesta de Unidos Podemos me parece valiente,
porque se opone a las tripas de un españolismo que ignora los derechos sociales
y que sirve de coartada y distracción para políticas profundamente antisociales
y modos corruptos de ejercer el poder. Sólo podremos superar los escollos
históricos a partir de una valentía democrática que nuestros ancestros
políticos inmediatos no tuvieron. Resulta especialmente insultante la verborrea
de Susana Díaz, que rebusca votos en el basurero pseudo patriótico, admitiendo
implícitamente un concepto de Andalucía sumamente dañino, casi como de tierra y
cultura arrodillada ante su imposibilidad. La realidad es radicalmente
diferente: Andalucía, orgullosa, tiene riqueza suficiente como para soslayar de
una vez por todas las trampas de dependencias que la hicieron cautiva. Solo una
cultura clientelar de postración por dependencia podría explicar la resistencia
al cambio.
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