REPRESIÓN E IMPUNIDAD EN MÉXICO: LA MATANZA DE NOCHIXTLÁN
POR: CAMILA VOLLENWEIDER
Oaxaca no es el
único escenario donde se expresa con contundencia el malestar de la comunidad
educativa contra las políticas educacionales y laborales del gobierno.
La Coordinadora
Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) de México acaba de informar
que, hasta el momento, la represión policial a la protesta de maestros en
Nochixtlán, Oaxaca, ha dejado 8 muertos, 22 desaparecidos y 45 heridos de bala.
Esta matanza sucedió el pasado domingo 19 cuando la Policía Federal y la de
dicho Estado reprimieron con extrema brutalidad una concentración de 2 mil
personas, mixtecos en su mayoría, que además provenían de poblaciones aledañas
como Yanhuitlán, Tilantongo, Suchixtlahuaca y San Andrés Sinaxtla. Habían
arribado temprano a Nochixtlán a ofrecer y comprar productos en el mercado
comunal, cuando se encontraron con una feroz ofensiva policial, preparada con
armas de alto calibre, que arrojó gases sobre maestros y padres quienes desde
hace varias de un mes vienen tomando acciones de protesta contra la Reforma
Educativa impulsada por Peña Nieto y el titular de Educación, Aurelio Nuño.
Oaxaca no es el
único escenario donde se expresa con contundencia el malestar de la comunidad
educativa contra las políticas educacionales y laborales del gobierno. Las
protestas se vienen sucediendo desde hace tiempo también en Estados como
Michoacán, Chiapas y Guerrero, donde ya habían comenzado los enfrentamientos
con las fuerzas de seguridad, detenciones de maestros y amenazas por parte de
descuentos en la nómina a los docentes que se ausenten de las escuelas. Y no
debe olvidarse que este profundo malestar tiene también importantes conexiones
con la masacre de los maestros normalistas de Ayotzinapa. Lo sucedido el
domingo contó con una respuesta similar de parte de las autoridades, indicando
la profunda crisis institucional y la impunidad que se vive en México: negación
de la responsabilidad de la policía, promesas de creación de comisiones para
investigar los hechos que, como la población mexicana bien sabe, quedan en
declamaciones y promesas, impunidad de los responsables e inculpación de las
víctimas.
Como bien
demuestran los recientes sucesos de Nochixtlán, el conflicto no se reduce a lo estrictamente
educativo. La apatía o “normalización” de buena parte de la población de México
hacia la extendida violencia institucional se está viendo contrastada por una
creciente movilización no sólo de docentes y estudiantes, sino del “ciudadano
común” que parece despertar luego de décadas de atropello a sus derechos. Un
aspecto a destacar en el mapa social y geográfico de esta nueva explosión
popular, es el componente comunitario e indígena de los ciudadanos en lucha.
Todos los Estados que contienen focos de importante descontento abrigan una
gran cantidad de población indígena, y buena parte de los docentes y los
alumnos de las escuelas públicas provienen de estos sectores. Durante las
semanas previas a la masacre en varios púlpitos pudieron escucharse arengas en
náhuatl y otras lenguas originarias apoyando las reivindicaciones de los
docentes en lucha. El espíritu comunitario de estas poblaciones no sólo explica
la solidaridad de los comerciantes que se interpusieron como escudo entre los
maestros y la policía, sino la persistencia y el carácter de movilización
social que ya ha adquirido el conflicto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario