LA CAMPAÑA DE LA MARMOTA
CRISTINA PARDO
El líder del Partido
Popular, Mariano Rajoy EFE
Ha
arrancado la campaña y llevo ya varios días pegada a Rajoy. La primera
conclusión es que el candidato del PP va a seguir dando paseos todos los días,
a pesar del puñetazo que le dieron en diciembre. Lógicamente, lleva un amplio
equipo de seguridad que sufre no siempre en silencio el empeño de Rajoy de
lanzarse hacia la muchedumbre. Para los medios es realmente incómodo, porque la
imagen estaría muy bien si la pudiésemos grabar con nitidez y cierta tranquilidad.
Sin embargo, terminamos todos en volandas, arrastrados por la marea de escoltas
y vecinos entusiastas en una especie de sauna, compartiendo el sudor con
desconocidos ("Señora, devuélvame mi brazo").
Al
margen de las formas, y aunque llevamos pocos días de campaña, está ya clara la
estrategia del PP: el voto del miedo. Su primera mentira en estos días de sumar
papeletas es la de que plantean una campaña en positivo. No es cierto. Es una
campaña bastante positiva hacia Pdro Snchz y Albert Rivera, pero no hacia
Podemos. Rajoy plantea en todos los mítines la disyuntiva de "o el
proyecto moderado y sensato del PP o los extremistas y radicales que ponen en
riesgo la convivencia". No hay más. Los teloneros son especialmente duros.
Que si Venezuela, que si hay riesgo de alteración del orden social, que si
postureo antisistema, que si soflamas populistas... Pueden sacar todos los
vídeos de gatitos que quieran, pero luego en el atril del polideportivo son
auténticos felinos cabreados.
Estoy
segura de que en todos los partidos pasa lo mismo. Es decir, que Iglesias,
Rivera y Snchz son duros. No sé cómo les irá a ellos, pero yo tengo serias
dudas sobre la eficacia de esta estrategia del miedo que ha decidido desplegar
el PP. Sobre todo porque, en el caso de Rajoy, los titulares al día siguiente
comparten protagonismo, por ejemplo, con sus encendidos elogios al presidente
de Murcia, implicado por la Guardia Civil en la trama Púnica. Y creo que así es
muy complicado colar el mensaje sin interferencias.
En
todo caso, lo que más me interesaba contar hoy aquí es una paradoja de esta
situación política endemoniada en la que estamos. A nadie se le escapa que las
relaciones personales son importantes a la hora de poder alcanzar un pacto que
impida las terceras elecciones. Pero en este caso es el mundo al revés. Rajoy
podría sumar con Snchz o quizá con Rivera. Iglesias tendría que sumar con
Snchz. Y no hay simpatía ninguna entre los representantes de ambas
combinaciones. Sabemos que el líder del PSOE y el de Ciudadanos sí sienten una
cercanía suficiente como para alcanzar acuerdos. Pero no suman de ninguna
manera. Lo curioso, y es algo que tengo confirmado por ambas partes, es que a
Rajoy le cae bien Iglesias (mucho mejor que Rivera y muchísimo mejor que Snchz)
y a Iglesias le cae bien Rajoy (mucho mejor que Snchz). Al líder del PP le
parece que el de Podemos es bastante auténtico y amable en las distancias
cortas. A Iglesias le parece que Rajoy es un señor listo y casi entrañable, a
pesar de todo. De hecho, sus ataques suelen ir dirigidos al PP de manera
genérica, no al presidente del partido. Y eso tan llamativo e interesante, no
nos va a servir para absolutamente nada. Ni en campaña ni fuera de ella. Como
el 26J no cambien sustancialmente el resultado o las líneas rojas de los
líderes, tendremos políticos capaces de sentarse a hablar de fútbol, de
baloncesto o de 'Juego de tronos', pero no de la reforma laboral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario