EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
“Todos somos héroes por
el solo hecho de estar vivos.”
Adolfo Bioy Casares
Puesto
que la bestialidad, la exclusión, el asesinato, la explotación, la difamación y
la mentira, se asimilaron a la ‘vida’ en relación de la humanidad, la
incertidumbre, se ha convertido en rutina del hombre en este milenio.
La
historia se nos escapa, somos parias, en un planeta, donde la brutalidad es
norma, abandonados a nuestra suerte, por ineptos gobernantes, de derechas como
de izquierdas fraguadas, los cuales, son presentados y publicitados, a
repetición, por las corporaciones económico mediáticas de información, como
mesías redentores… siendo, estos gobernantes, meros estafadores, mentirosos,
ladrones, corruptos y ajenos al sentir y pensar de los pueblos.
Estamos
viviendo bajo un régimen de dictadura de clase, de un poder de clase que se
impone desde la violencia, incluso cuando los instrumentos de esta violencia
son institucionales y constitucionales.
Vivimos
en un estadio donde la democracia ha tomado perfiles muy difusos, si por
democracia entendemos el ejercicio efectivo del poder por parte de un pueblo
que está dividido y ordenado, a presión, jerárquicamente en clases, es claro
que permanecemos en un estadio, muy diferente a la acepción original de una
democracia.
Este
año 2016, ha devenido en un año de miles protestas en todo el mundo… protestas
y protestas, con razón y sentimiento de indignación y hartazgo por la
injusticia imperante, instalada por todos los gobiernos, que parecen no
mantener los principios de solidaridad, igualdad y fraternidad, en paz para sus
comunidades… hablo en estas líneas de la paz que sobrepasa todo entendimiento.
No hay otra. La paz está concebida en principios de cese de hostilidades, de
treguas, de pausas… la paz a la que me refiero no exige condiciones, ni
mediadores, ni requiere de garantías… es simplemente… si es victoriosa, una
victoria que descansa en el renunciamiento voluntario.
Los
gobiernos se han olvidado que han sido elegidos por sus pueblos, al menos es lo
que parece y no por los banqueros o las corporaciones élite de los negociados y
las estafas. O no es así?… entonces bienvenidas las protestas y las marchas en
contra de la injusticia y de los mercaderes que alientan el turismo sexual, de
drogas, armamentos, guerras y demás basura, que bestializan a la humanidad,
cada día más esclavizada en el consumo impuesto, por el bombardeo mediático
permanente, de cualquier cosa. Así pasan los días y las horas se convierten en
asuntos negociables, todo tiene valor en moneda. El mercantilismo impuso su
substancia, ante el amparo de la ley, cual contragolpe constitutivo de
discontinuidad al denominado orden vigente.
Desde
hace un tiempo, se convirtió en rutina ver cómo se judicializa todo lo que
atente a la impunidad de los gobernantes corruptos y sus socios, la
incertidumbre crece, la impostura se enriquece.
De
todos modos transitamos este 2016 y tomando como referencia los años
transcurridos de este tercer milenio muy definitivo, en los fines impuestos por
los poderes imperiales, a una degradada humanidad, anestesiada, paralizada y en
estado de pánico, ante el potente devenir de una apologizada realidad, ya
anunciada, desde la literatura, la filosofía, incluso el cine, a modo de una
ficción que se ha cristalizado y se ha instalado en este planeta, en una
subyacente existencia de un colonialismo, en el que una parte del todo, se
disuelve sin solución.
No
importa que este colonialismo milenario, hable de integración, ya que
integración significa de hecho, la renuncia lo diferencial, en bien de una
unidad inexistente, de un acuerdo jamás pautado ni pactado, en fin, de imponer
la simulación de un simulacro, como forma de vida, excluidos los pueblos, de
sus tradiciones, de sus raíces, de su historia.
¿Cuánto
puede durar este momento de incertidumbre, de desasosiego?, donde todos los
peligros de la historia de las civilizaciones, acechan en los flancos, en el
frente y por detrás también: la intolerancia, el fanatismo, el racismo en el
tener y no en el ser, pues dicen los mercaderes, que el neoliberalismo,
resolverá, las colosales dificultades económicas, de los hambreados, de los sin
techo, de los millones que sobreviven, por oficio, con amor profundo a la
tierra y a la vida… con dignidad bien asimilada, de saberse habitantes de esta
tierra… ser decentes pareciera ser un castigo, vaya!… pero somos demasiado
humanos, para dejarnos llevar por la embestida.
Como
el enigma del oráculo, el metalenguaje en este milenio de las grandes muertes,
colapsa aquello que sugiere, disuelve lo que toca, no responde a la razón y a
la mesura, sino a la locura y la agonía, en la que se debate una humanidad, que
asesina ideas e ideales y a los hombres y mujeres, que se autodetermina por y
para sí, sin la rigidez de límite, ni la urgencia de una ruptura. El hombre que
tal vez, puede hacernos vivir una historia consagrada en naturalidad y
espontaneidad, en un lazo común fundacional.
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