SANTA RITA RITA
DAVID TORRES
España
es una unidad de destino en lo universal. Spain is different. Fueron los
mejores eslóganes del franquismo y tan buenos que aún lo siguen siendo. A la
paella, el landismo, el tapeo y el cachondeo generalizado hay que sumar también
el aforamiento como peculiaridades hispánicas. Resulta curioso que esos cinco
hechos diferenciales se hayan aglomerado todos en el litoral valenciano y, en
concreto, en Rita Barberá, una señora que forma por sí sola un hecho
diferencial y más aun: un ecosistema. Alcaldesa de Valencia durante 24 años y
diputada en las Cortes Valencianas durante 32, su carrera política empezó en
1973, cuando con venticinco años fue declarada Musa del Humor. No ha dejado de
serlo desde entonces, aunque a menudo ha resultado más bien negro.
Rita
Barberá es una albufera política que empezó a expandirse bajo el patrocinio de
Manuel Fraga. El buque insignia de la derecha española primero desconfió de
ella pero años más tarde comprendió que estaba ante una ganadora nata. “Está
por encima de toda sospecha” dijo, y por una vez Fraga se quedó corto, porque
últimamente Rita ha demostrado que está no sólo por encima sino también por
debajo y a los lados. A la sombra de su ininterrumpido y folklórico liderazgo
han proliferado como hongos las tramas de corrupción más frondosas de las
últimas décadas (Gürtel, Noos, Imelsa, Emarsa, Taula y Ritaleaks, que le está
dedicado en exclusiva) las cuales han pasado en tromba delante de la puerta de
su casa sin siquiera despeinarla. Al igual que Esperanza Aguirre, otra Juana de
Arco genovesa, Rita ha puesto la mano en el fuego por tantos colaboradores que
se le han ido quemando uno detrás de otro.
No
obstante, lo suyo tiene más mérito porque la lupa de la fiscalía, e incluso la
del Tribunal Supremo, ya está enfocada directamente sobre ella y sobre su
entorno personal y familiar: su hermana Asunción, su cuñado José, su cajera
Mari Carmen, su vicealcalde Alfonso, en fin, unas fallas completas de las
cuales Rita, de momento, es el ninot indultado. Entre las 400 facturas de
gastos sin justificar que acumula la Alcaldía de Valencia (viajes en avión,
noches de hotel) hay un ticket verdaderamente curioso emitido por el
restaurante “La Muñeca” en el que figuran 1.444 euros por 38 menús a 38 euros
el día del cumpleaños de Rita, sin que conste en su agenda política ningún acto
oficial. Hay dos hipótesis al respecto: o bien el cumpleaños de Rita Barberá es
en sí mismo una efeméride del consistorio o bien Rita se merendó ella sola los
38 menús. Hay que tener en cuenta que esta mujer una vez defendió la
partenogénesis como argumento contra el derecho al aborto: “Creo que si una
célula, al ser fecundada, es capaz de desdoblarse en dos, cuatro, ocho, es
porque tiene vida”. Tiene vida, sí, y también un hambre de lobo. Rita se ha
desdoblado en tantas versiones de sí misma que los jueces ya no saben donde
mirar. Pero a Mariano ya no le tiembla el pulso a la hora de combatir la
corrupción. Le tiembla el párpado.
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