“RELATO DE LA HISTORIA”
FILÓSOFO
El
relato de la historia, desde la perspectiva de los oprimidos, no es sino la
historia de una suma de derrotas, un recorrido por los pliegues del fracaso y
pueden ser leídos en ese sentido como distopías. Mi empatía con el “vencido”,
con el “derrotado”, con el “fracasado” por decreto de las bestiales fuerzas de
los explotadores, de los asesinos, me hace descreer de las historias oficiales,
fraguadas en las usinas de las inteligencias de gobiernos mediocres,
espantosos, que se prolongan a lo largo de los años… o piensan que los mejores
son quienes gobiernan, dictan y rigen en las naciones que componen este “teatro
bufo”, en que se ha convertido el planeta, en el que se debaten las distintas
puestas en escena de realidades obtusas y falaces.
El
excluido, el exiliado del acontecer del tiempo que le toca vivir y permanecer,
solo puede remitirse a narrar la trama de traiciones, de persecuciones, de
censuras y de prohibiciones, a las que se ve expuesto por los “guardianes de la
mentira”, “los asesinos de la vida en libertad y verdad”…
Este
planteo inicial, que representa un horizonte de millones de destinos, hoy
destruidos. Fueron aniquilados por prácticas de un sistema atroz, instalado en
aquel pequeño mundo en el que aún era posible formular por y para la humanidad
un destino de plenitud, en ética y armonía. Pequeño mundo en el cual sus
términos estaban basados en una realidad para todos en poesía. Más aún eran la
base de esa realidad en poesía. Pequeño mundo, cuyos vestigios fueron
archivados por un sistema genocida global, puesto en acto sin piedad para los
que disienten, resisten y cometen el pecado de vivir acorde a sus ideas e
ideales.
Hoy,
todo cuanto afecta a los dueños del mundo, al ‘homo consumus’ y a sus riquezas
es criminal. Tienen que conservarlas a toda costa, incluso creando crisis
fabricadas y nunca poniendo en tela de juicio su legitimidad. Fingir, olvidando
que siempre los beneficiados son las mismas corporaciones asesinas, cuyo poder
se acrecienta con la sangre derramada de miles de hombres, mujeres y niños en
guerras facturadas, en hambrunas evitables y en desapariciones en serie de
sujetos-objetos traficados para el turismo sexual, el narcotráfico en su
accionar atroz, instalado por el sistema capitalista y sus representantes.
Cual
turistas y espectadores, asistimos, a este juego sádico de dominio y
servidumbre, de relaciones insalubres de esclavitud y sojuzgamiento: ese otro
sujeto asimilado a su “collar de perro” y a los juegos perversos del
“sacrosanto torturador”, que desde su espacio de dominio, puede subvertir y lo
hace, sin dudas, el porvenir y existencia de los pueblos, en pasaje de
individuos a “esclavos”.
La
ficción se ha apropiado del espacio de la verdad, que debería ser ocupado por
la historia. El problema reside en saber si los datos históricos “fraguados”
están al servicio de los requerimientos de la ficción, o si, por el contrario,
la imaginación de los escribas, está sometida a los caprichos de fraudulentos
gobiernos, haciendo de lado, delictivamente, la memoria codificada de la
comunidad y de los talentosos exiliados de la vida, quienes deberían ser, sin
espacio a dudas, los actores de la historia “real”.
En
última instancia, la historia es mera ficción y lo que se escribe es ficción
sobre ficción, de una realidad dibujada, con el inestimable aporte de medios
hegemónicos de publicidad e información falaz… deviene cuestionar de inmediato
la realidad ficcionalizada e inventada, que recibimos día a día, con las
consecuencias que se originan, en cuánto a un desdoblamiento del “cuerpo y su
doble”. Cuestionar, lo que se percibe de manera concreta como realidad y lo que
nos obligan a imaginar los dictadorzuelos de escaparate, que pretenden simular
una historiola de la historia, bajo pena de ser un enemigo de una “patria
inexistente”, los que nos negamos a aceptar la “otra historia”, la de los
traidores a la verdad en libertad.
Como
sujeto, constituido por el relato, busco lo “real establecido” y construir la
realidad que se asimile a la veracidad de los hechos, tal como han sucedido,
tenemos elementos de sobra, en esta era de la teknè y las redes sociales, como
para manifestarse en compromiso con la realidad real, no la ficcionalizada
desde los medios corporativos y sus gobiernos títeres, que esquizofrenisan la
vida de los pueblos, con sus relatos indecentes, de los que jamás ha tenido
espacio… deviene, asumir los silencios de la historia oficial rioplatense, en
este caso, generando una resistencia al olvido obligatorio, al que están
sometidas las comunidades.
Ah!
No olvidar: democracia y ecología, como democracia y capitalismo no son
compatibles… por favor las vanas quimeras devenidas en justificaciones, no les
doy espacio, la “vida es breve” y responden a “esperanzas quebradas” y “deseos
subliminales”
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